Meditaciones Metafísicas
(4ª Meditación)


Descartes (1596-1650)

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SOBRE LO VERDADERO Y LO FALSO

Cuando me doy cuenta de que yo dudo, o de que soy una cosa incompleta y dependiente, de tal manera se me presenta clara y definida la idea de un ser independiente y completo, es decir, de Dios, y del hecho de que exista esa idea en mi concluyo de modo manifiesto que Dios existe..........Y ya me parece ver algún camino por el cual se llegue al conocimiento de las demás cosas, partiendo de la contemplación del verdadero Dios.......Primeramente reconozco que no puede suceder que Él me engañe alguna vez. Ya que aunque poder engañar parezca una prueba de poder o de inteligencia, sin duda alguna querer engañar testimonia malicia y necedad, y por lo tanto no se encuentra en Dios. A continuación experimento que hay en mi una cierta facultad de juzgar, que he recibido ciertamente de Dios....Por ello cuando pienso tan sólo sobre Dios y me concentro en Él solamente no encuentro ninguna causa de error; pero cuando me vuelvo a mí mismo, me doy cuenta de que estoy sujeto, sin embargo, a innumerables errores, e investigando su causa descubro que no sólo se presenta a mi mente la idea positiva de Dios, es decir, de un ente sumamente perfecto, sino tambien una cierta idea negativa de la nada, o de algo que dista en grado sumo de toda perfección, y que yo, como ser pensante, me hallo situado de tal manera entre el ser perfecto y el no-ser......que, en tanto que participo en cierto modo de la nada, o del no-ser, es decir, en tanto en que no soy el ente perfecto, me faltan innumerables cosas, por lo que no es de extrañar que me equivoque. Por ello, considero que el error no es algo real que depende de Dios, sino que es tan sólo un defecto, no debido a que Dios me lo haya otorgado con la finalidad de que me equivoque, sino que el errar proviene de que mi facultad de enjuiciar lo verdadero, que tengo de Él, no es infinita.......Además, el error no es una pura negación, sino una privación o carencia de cierto conocimiento que debería existir en mí de alguna manera........
Porque si cuanto más hábil es el artista, tanto más perfecta será su obra, ¿qué puede haber sido hecho por aquel creador sumo de todas las cosas que no sea perfecto en todas sus partes? No es dudoso que Dios me habría podido hacer de manera que nunca me equivocase, ni es por otra parte dudoso que Él quiera siempre lo mejor. ¿Es mejor por tanto errar que no errar? Mientras lo considero más atentamente, se me ocurre primero que no es de extrañar que Dios haga cosas cuyos motivos no comprendo.....por ello, juzgo que no tiene ninguna utilidad en la física aquel género de causas que se suelen obtener por el fín, porque pienso que no podría yo sin temeridad investigar los fines de Dios........Finalmente, acercándome a mí mismo e investigando cuáles son mis errores (porque ellos únicamente testimonian alguna imperfección en mí) advierto que dependen de dos causas confluyentes, a saber, de la facultad de conocer que poseo y de la facultad de elegir, o libertad de arbitrio, es decir, del intelecto y al mismo tiempo de la voluntad..............Sólo por el intelecto percibo las ideas que podemos juzgar, y no se encuentra ningún error propiamente dicho en él, estrictamente considerado.....Por otro lado, no me puedo quejar de que no haya recibido de Dios una voluntad o libertad de arbitrio suficientemente amplia y perfecta.........Porque si, por ejemplo, considero mi facultad de pensar, reconozco inmediatamente que es en mí exigua y finita en grado sumo.........De igual modo, si examino la facultad de recordar, o de imaginar, u otras cualesquiera,no encuentro ninguna que no comprenda que es en mí tenue y limitada; en Dios, por el contrario, inmensa. Unicamente tanta voluntad o libertad de arbitrio existe en mí, que no puedo aprehender la idea de ninguna mayor; de modo que es ella la principal razón por la que creo ser en cierto modo la imagen y la semejanza de Dios. Porque aúnque es mayor sin comparación en Dios que en mi...............no parece ser mayor, formal y estrictamente considerada; ya que consiste solamente en poder hacer o no hacer una cosa ( es decir, afirmar o negar, seguir o rehuir ), o mejor dicho, en actuar de tal manera con respecto a lo que nos propone el intelecto para afirmar o negar, seguir o rehuir, que no sintamos ser determinados a ello por ninguna causa.........Por lo cual entiendo que ni la capacidad de querer, que tengo de Dios, es estrictamente considerada, la causa de mis errores, puesto que es amplísima y perfecta en su género, ni tampoco la capacidad de concebir, .......pues de ella en sí no puede provenir que me equivoque. ¿De dónde nacen, pues, mis errores? Del hecho solamente de que, siendo más amplia la voluntad que el intelecto, no la retengo dentro de ciertos límites, sino que la aplico a lo que aún no concibo clara y definidamente.....Es el mal uso del libre albedrío en donde se encuentra aquella privación que es la causa del error.....Por todo ello, siempre que contenga mi voluntad al emitir un juicio, de manera que se extienda tan sólo a lo que el intelecto le muestre clara y definidamente, no puede ser que me equivoque.

Descartes. Meditaciones metafísicas. 4ª meditación
DESCARTES


SECCIÓN 1
Test
Juego

SECCIÓN 2

Meditación1
Meditación2
Meditación3
Meditación5
Meditación6

SECCIÓN 3
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Textos





































DIOS EXISTE
Se está refiriendo aquí a la
Prueba Gnoseológica de la existencia de Dios.
4ª Meditación





































CONOCIMIENTO DE OTRAS COSAS
Establecido de modo irrefutable, según Descartes, que Dios existe, sería el momento en intentar averigüar sobre la certeza de las cosas materiales. Y es que no se puede olvidar que, a estas alturas de su Meditación, Descartes, unicamente está seguro que es una substancia pensante y que Dios existe. Sobre las demas cuestiones (mundo de los sentidos y certeza de las cosas materiales) sigue estando presente aún la duda.

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DIOS NO ENGAÑADOR

Desde el momento en que la existencia de Dios está demostrada, la hipótesis del genio maligno parece desaparecer ya que no pueden ser atributos de Dios ni la malicia ni la necedad. Ahora bien, si Dios deja de ser un genio maligno, entonces, siempre que se vea de un modo claro y distinto, la certeza de cuestiones referidas al mundo de la arimética y de la geometría, la duda debería desaparecer.

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FACULTAD DE JUZGAR
A partir de ahora se inicia el tema central de la 4ª  Meditación, es decir, el análisis sobre el porque nos equivocamos y cometemos errores. Es evidente, afirma Descartes, que existe en nosotros una facultad de juzgar que hemos recibido de Dios. Si aplicaramos esa facultad para pensar unicamente a Dios, no nos deberíamos equivocar. Pero cuando la aplicamos hacia nosotros mismos y las cosas, entonces surgen innumerables errores. ¿Cómo explicar que Dios nos haya creado con una facultad de juzgar que nos lleva a cometer errores?

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CAUSA DE LOS ERRORES
Para explicar la causa de los errores, aún habiendo sido creados por Dios, Descartes, trae a colación dos cuestiones. La primera hace referencia al hecho de que existe en él una idea positiva de Dios como ser perfecto. La segunda a la cuestión de que, además de esa idea positiva de Dios, tambien existe en él una idea negativa con base en la nada o no-ser. Pues bien, Descartes, como ser pensante, dice situarse como algo intermedio entre el ser perfecto y el no-ser o la nada y que, por tanto, se siente participe, en cierto modo, de la nada.

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EL ERROR COMO DEFECTO
El que Descartes se sienta como algo intermedio entre la perfección divina y el no-ser de la nada le sirve para justificar que la causa del error no reside en la perfección divina sino en la participación que él, como ser pensante, tiene de la nada. Esta imperfección explica que la causa del error no provenga de Dios, sino de su imperfecta facultad para enjuiciar lo verdadero.

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EL ERROR COMO PRIVACIÓN
Pero el error, para Descartes, no es unicamente una participación de la nada, es decir, una pura negación, sino que es tambien una privación. Esta idea implica la falta de algo en un ser que no es perfecto y que, en este caso, representa la ausencia de una capacidad de juicio que le lleve siempre a descubrir lo verdadero.

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HABIL ARTISTA
Descartes vuelve a plantear, con el objeto de analizarlo, algo a lo que ya había hecho referencia anteriormente: ¿cómo es posible que Dios - que se supone un habil artista - haya creado una obra imperfecta, en este caso al ser humano, que comete errores a la hora de juzgar?

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LOS MOTIVOS DE DIOS
La 1ª respuesta de Descartes a la cuestión de por qué Dios lo ha creado como algo imperfecto le sitúa como un hombre moderno que asume ya el desgajamiento existente entre el mundo de la Filosofía y el de la Teología. No corresponde a la Filosofía, afirma Descrates, investigar acerca de los motivos que llevaron a Dios obrar de un modo u otro.

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FISICA Y CAUSAS FINALES

Si la primera reflexión cartesiana, acerca del por qué Dios nos ha creado con una facultad de juicio que nos lleva errar, lo lleva a situarse fueran del ámbito de la teología; esta 2ª reflexión es mucho más profunda y demoledora: si no es labor de la filosofía preocuparse por analizar los motivos y los fines del obrar de Dios, ¿qué sentido tiene que la ciencia física postule la existencia de causas finales? Ahora bien, negar la importancia de las causas finales implica cuestionar la filosofía aristotélico-tomista, predominante y prepotente aún en la época de Descartes. No debemos olvidar que toda su formación filosófica en el Colegio de la Fleche tenía su base en Aristóteles y el Tomismo. Tampoco deberíamos olvidar que su contemporaneo Galileo, desde el ámbito de la investigación científica, llegará a conclusiones parecidas. La filosofía moderna se está iniciando. 

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LOS FINES DE DIOS
Descartes deja claro, por tanto, que averigüar la causa del por qué es un ser que comete errores, no puede basarse en el conocimiento de los fines del obrar de Dios. La única vía posible de análisis es el intentar buscar una respuesta a esta cuestión partiendo de sí mismo e investigándose a sí mismo.
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DOS CAUSAS CONFLUYENTES

Según Descartes, son dos las causas que explican el por qué cometemos errores. Ahora bien, esas dos causas - el intelecto y la voluntad - no hay que considerarlas de un modo separado sino de modo confluyente. Además, la causa del error, como veremos más adelante, no está en el intelecto y la voluntad consideradas como facultadades en sí.
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EL INTELECTO
Considerado estrictamente, y, en sí mismo, el intelecto es unicamente la facultad que nos permite percibir las ideas. Desde este punto de vista, no se encuentra en él ningún tipo de error.
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VOLUNTAD O LIBRE ARBITRIO
Del mismo modo que sucede con el intelecto, la voluntad, considerada en sí misma, es unicamente la facultad que nos permite hacer o no hacer una cosa. Desde este punto de vista, tampoco se encuentra en él ningún tipo de error.
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IMAGEN DE DIOS
Según Descartes, del mismo modo que el intelecto es en uno algo exiguo y finito mientras que en Dios es inmenso e infinito; la voluntad o libre arbitrio parece ser algo inmenso en uno mismo. Y aunque en Dios la voluntda es mucho mayor que en el hombre, lo cierto es que no parece ser mayor formal y estrictamente considerada. Este parecido entre voluntad divina y humana es lo que explicaría, según Descartes, el que estemos hechos a imagen y semejanza de Dios.
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CAPACIDAD DE QUERER
La capacidad de querer representa aquí a la voluntad o libre arbitrio. Considerada en sí misma no es la causa de nuestros errores.
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CAPACIDAD DE CONCEBIR
La capacidad de concebir representa aquí al intelecto. Considerado en sí mismo no es la causa de nuestros errores.
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¿DE DONDE NACEN LOS ERRORES?
Despues de haber aclarado que, aunque la causa de los errores, reside en la existencia del intelecto y de la voluntad pero no considerados como facultades, Descartes, se pregunta en qué sentido son, entonces, la causa del nacimiento de nuestros errores.
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RETENCIÓN DE LA VOLUNTAD
Uno de los probemas de la voluntad o libre arbitrio es que es más amplia que el intelecto y, por su propia naturaleza, tiende a sobrepasar los limites del intelecto. Por ello hay que retenerla ya que sino se corre el peligro de aceptar por verdadero algo que todavía el intelecto no ha percibido como claro y distinto.
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MAL USO DEL LIBRE ALBEDRÍO
La causa principal de que cometamos errores reside en el mal uso que hacemos del libre albedrío o voluntad (notar que Descartes utiliza estos término al modo de Tomás de Aquino para el cual ambos conceptos son identificables con la única diferencia de que la voluntad tiende, por naturaleza, al bien en general; mientras que el libre albedrío puede hacerlo hacia los bienes particulares).
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POR TODO ELLO (CONCLUSIÓN FINAL)
Descartes establece como conclusión final de la 4ª Meditación: siempre que contengamos la voluntad al emitir un juicio, de manera que se extienda tan sólo a lo que el intelecto le muestre clara y distintamente, no puede ser que uno se equivoque.
4ª Meditación