Sócrates y la Razón

  1. El Logos Socrático
  2. Sócrates y la Mayeutica
  3. La Ironía Socrática

Rincón de Sócrates
Principal






















































































































































EL LOGOS SOCRÁTICO

El Logos, el razonamiento es sentido por Sócrates no como un instrumento, sino como una realidad que se impone a la mente y la arrastra. Expresiones como la razón nos guía, la razón nos arrastra, los argumentos nos pueden forzar, vayamos por donde el razonamiento, como el viento nos empuja [ Ver República X, 607B, 611B, III, 394D ] demuestran claramente esta vivencia socrática.
El Logos es sentido, por tanto, por Sócrates como una realidad autónoma, superior al que razona, el cual sólo así, mediante el razonamiento, se pone maravillosante en contacto con un mundo más alto. Sócrates siente que posee en su interior una fuente de revelación, una llave, el ejercicio del logos, que le franquea las puertas de un mundo superior donde las cosas ya no son medianas, como el mundo de la realidad. Y es que lo que esta revelación interior nos entrega es la verdad misma, la verdad una, que se opone así, de la manera más teminante, a la verdad múltiple, varia, personal, caprichosa, de los sofistas, y tambien a la realidad fluyente de Heráclito.
No es facilmente comprensible para nosotros (un poco hartos y de vuelta sobre el papel de la razón) el asombro, el entusiasmo, el deslumbramiento que en las gentes del siglo V despertaba el uso de la razón. Dialogar con Sócrates era como asistir a una fiesta o fantasmagoría, a un teatro extraordinario que nunca había sido contemplado hasta ahora por el ser humano. La consecuencia era que el sereno ejercicio de la razón producía una verdadera embriaguez: estamos ebrios de razón.[Ver Lisis 222C].
Ahora bien, Sócrates no es un racionalista, al modo cartesiano o de la Ilustración del XVIII, sino que en él está muy presente y fusionado lo contrario, es decir, lo
oscuro e irracional.


Sócrates y la Razón
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LO IRRACIONAL SOCRÁTICO

Es verdad que Sócrates es un racionalista; pero ello no significa que no esté tambien en un contacto constante con una corriente irracionalista, profunda que se manifiesta siempre en el fondo de la vida griega. De este modo, por debajo de la razón, este irracionalismo se desliza turbio, oscuro, profundo, pero, siempre presente.
El hombre corriente ateniense de la época socrática es un sujeto que se movía en la vida con unas cuantas verdades corrientes, heredadas, y los más difíciles enigmas del mundo y la existencia les resultaban claros y explicable:una creencia religiosa o sencillamente un proverbio, bastaban para que supiera lo que había que saber. Domina, por tanto, el ambiente una atmósfera de verdades religiosas tradicionales y oficialmente reconocidas.
Pues bien, Sócrates no reniega de ello. No quiere destruir esta tradición de su amada ciudad y, por ello, se mantiene siempre lleno de reverencia y de respeto ante la misma. Sabía muy bien que el examen racional tiene sus límites, y esto es lo que le libró de ser un filósofo jonio,un discípulo de Anaxágoras, o un mero repetidor de los eleatas. En este contexto, Sócrates, terrible lógico, por un lado, que cree en la fuerza de la razón, es, por otra parte, un reaccionario determinado por su actitud religiosa.
De todos modos, nos equivocaríamos si pensaramos que Sócrates se deja dominar por este ambiente perdiendo su claridad racional. Es en esta síntesis entre contrarios en donde reside su genio y su grandeza, y, posiblemente, su tragedia.
Sócrates presiente la terrible situación del hombre ateniense que,por efecto de un radical ola de racionalismo, comienza a liberarse de toda su tradición religiosa. Abiertas las ventanas, el ateniense tiene que enfrentarse solo a las situaciones terribles de la existencia. Pero, ahora, sin religión, sin explicación mítica, perdido entre todas las cosas, sin sol y sin estrellas que pudieran guiarle, se queda convertido un un pobre animal de presa, pregonando con desesperado cinismo esta triste cualidad. Del horror de este cielo vacío, quiza surge ese demoníaco afán de acción que devora a valiosos jovenes como Alcibíades y Critias, discípulos cuya carreta completa Sócrates debió de seguir horrorizado.
Sócrates es, por tanto, una
Ilustrado pero actuándo de un modo muy distinto al sujeto de la Ilustración del XVIII.


Sócrates y la Razón
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LA ILUSTRACIÓN SOCRÁTICA

Ilustración -escribía Kant- es la salida del hombre de su minoridad, de la que él mismo es culpable. Minoridad es la falta de capacidad para servirse de su inteligencia sin la tutela del otro. Sapere aude! Ten valor de servirte de tu propia inteligencia, tal es el lema de la Ilustración.
Pues bien, el intento de Kant de ser un hombre ilustrado, se le presenta a Sócrates de una manera muy distinta. Cuando en Atenas llega a dominar el ambiente precisante la razón ilustrada, Sócrates señala la necesidad de, sin abandonarla, mirar en la otra dirección, es decir, mostrar respeto a la tradición y a la piedad.
Lo paradójico del caso es que, en nombre de la piedad y de la tradición, se obligará beber la cicuta a un pensador que había sabido medir el peligro que el pensamiento racional traía consigo.


Sócrates y lo Irracional
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SOCRATES Y LA MAYEÚTICA

Cuando se pregunta a los hombres, y se les pregunta bien, responden conforme a la verdad. [Ver Fedón 73a]
Todo el secreto está pues en preguntar bien. Quien pregunta bien, es decir, quien práctica la dialéctica mayeútica, descubre la verdad que está dormida en la mente de cada hombre, y se acerca a la razón que existe por sí misma. En este preguntar dialéctico, los interlocutores de Sócrates le siguen a gran distancia y, muchas veces turbados cuando alguien contradice y suscita de nuevo dudas o dificultades, se lanzan de nuevo a la zozobra de la inseguridad y la búsqueda. [Ver Fedón 88 c d]
El método mayeutico, por tanto, exige el ejercicio de la razón propia, desprecio de lo meramente opinable, y búsqueda rigurosa que lleve al sujeto a sacar a la luz la verdad. Esta fe socrática en la posiblidad del descubrimiento racional de la verdad, le lleva a Sócrates a compararse ironicamente con su madre la
partera Fenarete.
Por su parte Jenofonte afirma que la mayeutica era practicada por Sócrates no unicamente para ayudar a los demás a parir sino tambien, y en primer lugar, por el deseo socrático de satisfacer su amor a la verdad, su pasión intelectual, su eros.
La mayeutica arraiga, pues, en lo más hondo del pensamiento socrático. No era ella un método para arrancar opiniones de sus intelocutores, ni menos imponerles él sus propias ideas que se le hubieran ocurrido en solitario, sino que modestamente aspira a sacar a luz la verdad que se produce naturalmente en el seno de la razón humana.
Ahora bien, esta operación, como la medicina obstetricia, tiene su parte de magia y Sócrates se compara tambien en este aspecto con las parteras.


Sócrates y la Razón
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SOCRATES Y EL PARTO MAYEÚTICO

Socrates afirma: [ Ver Teeteto 149a-210b ] ¿No sabeis que me dedico al mismo arte que mi madre? No se lo digais a nadie, porque nadie sabe que yo tengo estas mismas habilidades de, estando yo estéril, servir de partera a quién está embarazada. Además, las parteras son las mejores terceras, pues que entienden con qué hombre podría cada mujer engendrar mejores hijos. Y asi como recolectar frutos corresponde al mismo arte que sembrarlos, así la tercería es del mismo que la mayeútica. Ahora que mi trabajo es más dificil que el de una partera, pues las mujeres no pueden parir sino verdaderos hijos, mientras que mi mayor trabajo es el de distinguir si lo que han dado a luz mis interlocutores es verdadero o no, realidad o apariencia. Yo soy nada más un luchador por la sabiduría, y ya me suele la gente echar en cara que no hago sino preguntar, sin descubrir nada sabio, porque me dicen que no sé nada. Los que conmigo hablan, al pronto parece que no saben nada; pero en la conversación dan a luz cosas sorprendentes, gracias a un arte mayeútica en la que yo y algún dios tenemos parte. Los que no sostuvieron bastante mi conversación abortan prematuramente. Esto les ha pasado a Arístides, hijo de Lisímaco, y a otros muchos. Algunos de ellos vuelven a mí, pero depende del demonio que anda conmigo el que yo pueda o no servirles.


Sócrates y la Mayeutica
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MAYEUTICA Y MAGIA

La mayeutica no es en Sócrates un puro elemento racioanalista, sino un elemento intimamente unido a la creencia en multitud de misterios de la Grecia y la Atenas de su época. Yo no se nada y soy esteril, pero te estoy sirviendo de partera -le dice a Teeteto-, y por eso hago tambien encantamientos hasta que des a luz tu idea. Sócrates sabe que las ideas que llega a descubrir no son suyas ni es el sólo quien consigue alcanzarlas. Fuerzas misteriosas e incontrolables están tambien en él presentes. Por todo ello, la existencia de los otros, el diálogo con ellos, el uso libre de la razón y la ayuda de las fuerzas misteriosas, pueden permitirnos sacar a luz el contenido admirable de la verdad.


Sócrates y la Mayeutica
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LA IRONÍA O MODESTIA SOCRÁTICA

Sócrates pertenece a una especie de hombres que no tienen amor propio en las discusiones, y que aceptan encantados la refutación si así se descubre la verdad. Confiesa que su única cualidad es la ironía, consistente en interrogar a los sabios y procurar sacar la verdad que hay en el fondo de sus respuestas. [ Ver Hipias Menor., 372 a-c ]
En Sócrates la Ironía se mezcla con la cortesía cuando éste extrema su modestia hasta decir de que él es lento y gárrulo, y que no llega a poner en claro las cosas. El alcance de la Ironía o modestia socrática se hace patente una vez que en el descubrimiento de la verdad nos encontramos ante la siguiente alternativa: o llegamos a alcanzarla o, por el contrario, nos debemos convencer de que no sabemos lo que ignoramos, y esto no sería, en verdad, un premio despreciable de nuestro trabajo.
Tal es el fundamento del famoso sólo sé que no sé nada, la afirmación socrática más concluyente e indubitable, resultado de una fundamental descofianza. Y es que si Sócrates discute siempre para descubrir si efectivamente sabe o no, es porque no quiere hacerse ilusiones de que sabe algo cuando nada sabe. Por todo ello, con una modestia que es la más firme base de todo método de conquista de la verdad, grita Sócrates: Atenienses que me escucháis; no sé nada, y ante vosotros me presento desnudo y sin los adornos de una mentirosa certeza.
Además, la ironía o modestia socrática es grande en cuanto que por ella se traza límites. Así no incurre en la insensatez de discutir de omni re scíbili, como por principio hacían los sofistas. Y es que el vino de los saberes recien descubiertos no se le subió a Sócrates a la cabeza. Conservó un afán tan grande de saber que la apariencia de sabiduría en los maestros-sabelo-todo le parecía mera elocuencia. En este sentido,la ironía socrática representa tambien un afán de sinceridad que le aleja de todo culto a las meras apariencias.


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