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       Hasta aquí hemos considerado
      aquellas ideas para cuya recepción la mente es sólo pasiva, es decir,
      aquellas ideas simples que recibe por las vías de la sensación y de la
      reflexión, antes mencionadas, de manera que la mente no puede producir
      por sí sola una de esas ideas, ni tampoco puede tener ninguna idea que no
      consista enteramente en ellas. Pero aunque es cierto que la mente es
      completamente pasiva en la recepción de todas sus ideas simples, también
      es cierto que ejerce varios actos propios por los cuales forma otras
      ideas, compuestas de sus ideas simples, las cuales son como los materiales
      y fundamento de todas las demás. 
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       Los actos de la mente por los
      cuales ejerce su poder sobre sus ideas simples son principalmente estos
      tres:  | 
  
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       Comenzaré aquí con la primera
      operación, visto el propósito que tengo de estudiar las ideas complejas,
      y pasaré a examinar las otras dos en el sitio que les corresponde. Así
      como se observa que las ideas simples existen unidas en diversas
      combinaciones, así la mente tiene el poder de considerar a varias ideas
      unidas, como una sola idea, y eso es así no sólo según se dan unidas en
      los objetos externos, sino según ella misma las ha unido. A las ideas así
      hechas de varias ideas simples unidas las llamo ideas complejas. Tales son
      belleza, gratitud, un hombre, un ejército, el universo. Y aunque son
      compuestas de varias ideas simples, o de ideas complejas formadas de ideas
      simples, sin embargo, cuando la mente quiere, las considera a cada una, en
      sí misma, como una cosa entera significada por un nombre. Por esta
      facultad de repetir y unir sus ideas, la mente tienen un gran poder en
      variar y en multiplicar los objetos de sus pensamientos, infinitamente más
      allá de lo que le proporcionan la sensación y la reflexión....No puede
      tener otras ideas de las cualidades sensibles fuera de las que le llegan
      del exterior por los sentidos, ni ninguna otra idea de distintas especies
      de operaciones de una substancia pensante, que no sean las que encuentra
      en sí misma. Empero, una vez que la mente tiene ya esas ideas simples, no
      queda reducida a la mera observación y a lo que se presenta del exterior;
      puede, por su propio poder, unir esas ideas que ya tiene, y producir
      nuevas ideas complejas, que jamás recibió así formadas. 
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       Cualquiera que sea la manera como las
      ideas complejas se componen y descomponen, y aun cuando su número sea
      infinito, y no tenga término la variedad con que llenan y ocupan los
      pensamientos de los hombres, sin embargo me parece que pueden comprenderse
      todas dentro de estos tres capítulos:  | 
  
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       Si observamos cuidadosamente los orígenes
      de las nociones que tenemos, encontraremos, así lo creo, que ni siquiera
      las ideas más abstrusas, por más alejadas que puedan parecer de la
      sensación o de cualquiera operación de nuestra propia mente no son, sin
      embargo, sino ideas que el entendimiento forma para sí mismo, repitiendo
      y uniendo ideas que ha recibido, ya de los objetos sensibles, ya de sus
      propias operaciones acerca de esas ideas. De tal suerte que aun las ideas
      más amplias y más abstractas proceden de la sensación o de la reflexión,
      ya que no son sino lo que la mente, por el uso común de sus propias
      facultades ocupadas en las ideas recibidas de los objetos sensibles, o de
      las operaciones que acerca de ellas observa en sí misma, puede alcanzar y
      de hecho alcanza. Esto es lo que intentaré mostrar respecto de las ideas
      que tenemos del espacio, del tiempo, y de la infinitud, y de algunas otras
      que parecen las más remotas de aquellos dos orígenes. 
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