HOMBRE y SOCIEDAD EN EL PENSAMIENTO GRIEGO

INTRODUCCIÓN: No puede conocerse correctamente el pensamiento político y social del siglo V en Grecia, sin tener presente los antecedentes de siglos anteriores, es decir, lo que suele denominarse como IDEOLOGÍA ARISTOCRÁTICA.
No se puede olvidar que la cultura griega es una creación de las aristocracias griegas que luego, con ciertas transformaciones, como veremos, fue aceptada en la Atenas del siglo V por masas cada vez más amplias.
La IDEOLOGÍA ARISTOCRÁTICA la conocemos en la actualidad gracias a los poemas de Homero (VIII), Píndaro y Teognis (Siglos VI-V a de Cristo), éstos últimos contemporáneos de Esquilo. También, aunque en un sentido diferente, (como veremos) hay que tener en cuenta las obras de Hesíodo (VIII), precedente de Salón y del mismo Esquilo, como más adelante se verá.

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EL HOMBRE ARISTOCRATICO: Moral agonal (gloria y euphrosyne): La moral aristocrática es esencialmente competitiva y agonal; y ello de forma abierta y franca, sin rodeos ni hipocresías: "me instó muchas veces a ser el primero en todo, a destacar por encima de todos" (Glauco en la Ilíada). El hombre griego de mentalidad aristocrática busca ser el primero, el mejor ya que ello trae consigo la fama, el honor y el reconocimiento. La actitud contraria lo que trae es el deshonor. En este sentido, los adjetivos que en Homero designan al hombre excelente (agathós) y el hombre virtuoso (areté), nada tienen que ver con el mantenimiento de una conducta justa y autocontrolada en sus manifestaciones vitales. Lo importante es ser el primero, la fama, el honor, la naturaleza especial heredada, el pertenecer a una clase determinada, etc. Estas son las características que hacen del hombre un ser bueno y virtuoso. El hombre aristocrático es un hombre vuelto hacia este mundo, no hacia la otra vida, ni hacia su interior. Lo importante es el disfrute de sus bienes en tiempos de paz, así como la euphrosyne o alegría del banquete acompañado del canto del Aedo. El hombre aristocrático, de acuerdo con la ideología que representa, piensa poseer una naturaleza o physis especial que se hereda. Esta naturaleza especial del noble incluye una serie de rasgos, como la sabiduría. Ahora bien, no una sabiduría racional fruto del estudio o del aprendizaje, sino instintiva y natural. En este sentido, Pindaro, compara la nobleza con las cualidades instintivas de las razas animales. Ahora el sabio es el que sabe mucho por naturaleza, frente al que sabe por aprendizaje, el cual tiene una areté inferior.
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Aunque Homero, Pindaro y Teognis representan y nos transmiten en sus poemas la ideología aristocrática, conviene matizar los puntos siguientes: las obras de Homero (VIII) describen el paraíso perdido de la sociedad aristocrática, aunque en una época en donde tal mentalidad es la dominante todavía. Píndaro y Teognis, (Siglos VI-V a de Cristo) sin embargo, presentan novedades frente a Homero:
a) por un lado, en ellos están presentes los nuevos ideales de la piedad (eusebeía) y autocontrol (sophrosyne).
b) por otro lado, asisten, con el nacimiento de la Polis griega. al desmembramiento de la sociedad aristocrática eminentemente agrícola. Pindaro y Teognis representan, en este sentido, la añoranza de una sistema (el aristocrático) que durante mucho tiempo tuvo su vigencia en Grecia. En la época arcaica, la aristocracia se extiende por toda Grecia y, para ella, la Polis representa un concepto negativo ya que la ideología aristocrática es de mentalidad internacional y en donde lo que cuenta son los vínculos de sangre y la hospitalidad entre ellos (el viaje de Telémaco en la Odisea nos da una imagen de esta relación entre las familias de la aristocracia griega). En este sentido la mentalidad de la Polis les resultaba extraña. No se puede olvidar que la Polis surge en Grecia únicamente como centro defensivo de los habitantes de una región y no por un deseo de la aristocracia griega. Lo que sucede es que la mentalidad de la Polis acabará triunfando en el mundo griego lo que implicará la decadencia de la mentalidad aristocrática, aunque también acomodación, como veremos, a la nueva situación. Pues bien, Pindaro y Teognis son espectadores de excepción en esta nueva situación que amenaza con extinguir la mentalidad hasta ahora dominante.
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LA JUSTICIA EN LA ÉPOCA ARCAICA: (Dike-Justicia) Al comienzo, Dike, no significa más que el orden natural de los acontecimientos. En este sentido, Dike, tiene el significado de orden normal, hábito o costumbre. Así, por ejemplo, es dike que el alma de los mortales marche al Hades cuando uno se muere; es dike que los ancianos vayan a dormirse después del baño y la cena; etc. Otro significado de Dike hace referencia (Homero) al atender los deberes de la hospitalidad así como a la condena (por injusta) de los pretendientes de la mujer de Ulises (Odisea). Otro significado de Dike tiene que ver con la necesidad de "enderezar lo torcido". Así, Homero, califica de injusto el pedir una esposa por violencia, apoderarse de los bienes ajenos ya que eso implica el salirse de la aisa o atribuciones propias de un hombre. El hacer frente a este descontrol para enderezar lo torcido seria labor de la justicia (dike).
La Justicia arcaica está también íntimamente unida él la Religión. Así se presenta en esta época a Zeus airado cuando se producen sentencias torcidas (injustas). Esta fundamentación religiosa de la idea de justicia añade a los conceptos anteriores el siguiente: es preferible no enfrentarse a los dioses actuando o sentenciando torcidamente; con todo ello el TEMOR y el miedo se convierten en aliados de dike.
En la época arcaica, junto al término Dike aparece también el de THEMIS. Con frecuencia ambas palabras suelen tener el mismo significado. Hay, sin embargo, un matiz que los diferencia: Themis tiene una relación estrecha con la ASAMBLEA que delibera e imparte justicia. En este sentido tendría que ver (más que dike) con el mundo del derecho y de las leyes. LA diosa Themis es la diosa de la asamblea.
Es evidente, por tanto, la ambigüedad del concepto de Dike/Themis de la época aristocrática. Ahora bien, esta falta de definición rigurosa del concepto es precisamente lo que exigirá en el futuro la necesidad de una idea más precisa de la misma, sobre todo, en el aspecto de la justicia como IGUALDAD (algo que no aparece en Homero ya que éste solamente la aplica a las relaciones entre los nobles), y, que se iniciará con Hesíodo. Del mismo se llevarán a cabo reflexiones sobre la justicia en un intento de llevar a cabo una
FUNDAMENTACION RACIONAL de la misma, labor que realizará magistralmente Platón en la Republica. En este todo este contexto, resulta revelador como Hesiodo va contraponer el término NOMOS al concepto de DIKE.
De todos modos, aunque es cierto que estas nuevas concepciones de la justicia aclararán la ambigüedad del concepto originario, ello no quiere decir que tales concepciones se impongan al ideal aristocrático de que dike es una diosa que les pertenece únicamente a ellos como clase y que, por tanto, sea actuar torcido el descontrol y la hybris con los hombres faltos de areté. No son las nuevas ideas sobre la justicia lo que pone freno al actuar descontrolado del hombre aristocrático. El rival más fuerte de la moral agonal no está en la justicia humana sino en la limitación del hombre para con los dioses: "los hombres no conocemos el futuro sino que, seres de un día, vivimos como el ganado, totalmente ignorantes de como terminará la divinidad con las cosas". Es la idea de justicia como temor a los dioses, más que la idea igualitaria de justicia en Hesíodo o la idea de justicia racional la que limita el descontrol y la hybris de la mentalidad arcaica griega.
En relación con esta limitación al descontrol y la injusticia es necesario analizar otro concepto muy presente en la mentalidad del hombre griego: LA SOFHROSYNE (moderación, templaza, autocontrol). La moderación,la templanza, el autocontrol o autodominio, comienzan a ser valorados en el mundo grieqo (del mismo modo que el éxito, la fama, el honor, etc, lo eran al principio). Ahora bien, la sofhrosyne significa restricción a los impulsos espontáneos. Implica la prohibición de invadir ciertas esferas. Es el aidós, es decir, la conveniencia de no ir más allá de un cierto límite, por miedo al castigo divino. Su oponente es la hybris.
En definitiva, junto a la concepción agonal, centrada esencialmente en el honor, el éxito, las riquezas, la naturaleza especial del noble, etc, se desarrolla también (sobre todo en Píndaro y Teognis), por las razones ya expuestas en relación con la idea de justicia divina y de surgimiento de la Polis, un nuevo ideal de medida y autocontrol (Sofhrosyne). Ello no quiere decir que los valores propios de la moral agonal desaparezcan; lo único que surge, como novedad, es el temor al castigo de los dioses, y la necesidad de medida y auto-control. De todos modos, hay que señalar que tanto las ideas iniciadas por Hesíodo como los planteamientos racionales, serán aspectos fundamentales a tener en cuenta en la idea de Justicia en el mundo griego.
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CORRIENTES INNOVADORAS: LA JUSTICIA COMO IGUALDAD (Hesíodo,Arquiloco,Solón.)
Poco a poco van surgiendo en la Grecia arcaica una serie de personalidades que introducen nuevas perspectivas. Ello se percibe, sobre todo; en lo que se refiere a la Idea de JUSTICIA . HESIODO (Siglo VIII) afirma que Dike es una diosa, hija de Zeus que castiga siempre al culpable. Es cierto que esta fundamentación religiosa de la idea de justicia se encuentra presente en Homero; la novedad, sin embargo, reside en la pasión que pone Hesiodo en señalar que tal diosa Dike está, por encima de todo, al servicio del pueblo y no de la nobleza. Con Hesiodo los nobles se convierten en "devoradores de reglas" que sentencian torcido. La sociedad en donde se desarrollaba la vida del noble es descrita ahora con tintes sombríos. De todos modos, Hesíodo, se cuida de señalar que frente al comportamiento descontrolado y violento existe la Justicia concebida como virtud general perteneciente a la humanidad y no a una clase determinada. Con Hesiodo, la justicia se convierte en la idea de defensa del débil contra el fuerte. Al mismo tiempo, y, en relación con esta idea, existe en Hesiodo una valoración positiva del trabajo como un ideal muy alejado también de lo mentalidad aristocrática. Ello no significa que no estén en Hesiodo como algo positivo, los valores agonales del honor, el éxito, la fama etc.
Con ARQUILOCO DE PAROS (VII) nos encontramos con algo parecido. Es un bastardo, hijo de noble, que vive de hacer la guerra en Naxos y Tasos, siempre a favor de la fundamentación de la Polis. En él nos encontramos con la defensa del ideal ciudadano, aspecto que no aparece en Hesíodo. Por lo demás, critica fuertemente la idea de justicia aristocrática y presenta a la Polis como el bien mayor para el hombre. Defiende la necesidad de convivir dentro de la ciudad, lo cual implica reconocer los derechos de los más débiles. Esta nueva concepción desembocará en el Código de Solón (siglo VI), así como en el nacimiento de la tiranía la cual actuará también en la dirección presente en Arquiloco, como veremos más adelante.
Las CAUSAS que llevan a esta nueva orientación en la idea de Justicia son esencialmente de tipo económico: el desarrollo del comercio y la introducción de la moneda trajeron dos consecuencias esenciales, sobre todo, en las regiones en torno al mar Egeo: por un lado, se creó una clase adinerada que no pertenecia a la nobleza; por otro, los pequeños propietarios campesinos vieron bajar el precio de sus productos adquiriendo deudas e hipotecas con la nobleza. Los enfrentamientos civiles durante el siglo VII en Atenas, Mitilene, Samos, Mileto, etc, tienen su razón de ser en este malestar por el endeudamiento. La solución que acabó por imponerse, fue, en todos estos lugares, la imposición de una igualación progresiva en contra de los intereses de la nobleza, llevada a cabo por legisladores (Solón, Licurgo) o por tiranos (Pisístrato en Atenas; Clístenes en Soción; Polícrates en Samos, etc).Es cierto que sigue respetándose el ideal arcaico del valor de la fama, o el honor, el dinero; sin embargo, mediante ciertas medidas se amplia el número de ciudadanos que pueden acceder a ellos. Se logra, en fin, introducir la idea de que es posible formar una comunidad (Polis) en donde pueden convivir mentalidades diferentes. La victoria de Atenas contra los persas ( guerras médicas ) hay que situarla en el contexto de una comunidad que defiende algo suyo. Como contrapartida, sin embargo, hay que señalar que en Grecia siempre existieron comunidades agrarias con fuerte mentalidad arcaica (Tesalia, Beocia, y, sobre todo, Esparta) lo cual acabará en el enfrentamiento y desmembramiento de la cultura griega de la Polis.
SOLÓN ( arconte de Atenas en el 594 a de Cristo ) expuso su ideología en un poema titulado "Elegía a las musas". En esta obra su tema principal es el del castigo por Zeus al hombre que busca la riqueza por medios injustos, es decir abusando del débil. Es un noble pero con mentalidad de ciudad. No oculta su mentalidad agonal y defiende perseguir el éxito, la fama, el honor, pero defiende los límites y el autocontrol impuestos por la diosa Dike. Además, su defensa de la justicia como igualdad en la Polis no tiene únicamente una fundamentación religiosa sino también pragmática: la injusticia puede acabar con la Polis. De ahí la necesidad de respetarla. Por lo tanto, son razones de conveniencia y no de tipo religioso, de razonamiento abstracto, ni de compasión o indignación. Justicia es medida tanto para la aristocracia como para el pueblo. A éste no se le debe quitar lo que le pertenece, pero tampoco se le debe dar más de lo que necesita. De ahí que toda su legislación vaya encaminada a evitar los abusos. Sus reformas principales fueron la transformación de la Aristocracia en una Timocracia en la que los derechos y deberes políticos se graduaban según los ingresos de cada una de las cuatro clases de ciudadanos que se establecían; la ayuda al pueblo mediante la cancelación de deudas e hipotecas; el rescate de los ciudadanos vendidos por deudas; el recorte de los excesos de gasto y vanidad de esas familias en los funerales; la limitación del poder del Areópago o Consejo de la Nobleza mediante la elección, por votación, de los arcontes y la institución del Consejo de los 400; el aumento de los poderes de la Asamblea del pueblo y del Tribunal del pueblo, al cual podía recurrir cualquier ciudadano.
El problema, sin embargo, es que no fue capaz, con sus medidas, de imponer la estabilidad. Por ello, Solón, será incapaz de evitar que subiera al poder un tirano. Esto fue lo que sucedió con Pisístrato, que llevaría a cabo la reforma agraria que Solón no había querido realizar, poniendo con ello la bases de la futura evolución del hombre y de la sociedad griega y ateniense.
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LA JUSTICIA COMO VIRTUD RACIONAL:
Hemos visto claramente como existen dos niveles en la idea de Justicia griega: por un lado, el nivel religioso; por el otro, el nivel de necesidad política ( Hesiodo, Solón). Pues bien, estos dos elementos juntos se encuentran en la base de la fundamentación racional o filosófica de la justicia en el mundo griego. Tal fundamentación partirá de la creencia de que tanto el orden divino como el orden humano ( dos aspectos de una misma realidad )están sujetos a una cierta REGULARIDAD, ORDEN o MEDIDA. De aquí deducirán los filósofos griegos una doctrina que fundamentará la JUSTICIA COMO RAZÓN. Pues bien, en este sentido,. es necesario traer de nuevo a colación a los filósofos presocráticos. Es cierto que su motivo principal de reflexión es el mundo de la naturaleza o Physis. Ahora bien, es también evidente que las ideas de necesidad (Anaximandro); orden, proporción y medida (Heráclito) etc. referidas al Cosmos son ideas presentes de modo continuo en tales filósofos. Lo que sucede es que, además, pensaban que el orden humano no era otra cosa que un reflejo paralelo del orden de la naturaleza. Por todo ello, ahora, Dike, sin dejar de ser una diosa, se convierte en sinónimo de regularidad ordenada de la cosas. Y tal orden (kosmos) y medida es algo racional, no caprichoso o arbitrario, con lo que se desarrollará la idea de que tanto el mundo físico como el hombre, al igual que los dioses, son esencialmente racionales y racional, por tanto, la justicia. Al mismo tiempo, los filósofos presocráticos rompen también con las ideas tradicionales de la mentalidad aristocrática griega: así, Heráclito, hablará del Logos como algo común al género humano; de ahí que las diferencias entre los hombres no dependen de su estirpe sino del grado a apertura ( estar despiertos ) al logos común: de ahi su frase "uno es para mi muchos, si es el mejor". Del mismo modo siguen estando presentes en los filósofos presocráticos ideas como la sopfrosyne, aunque aplicándola al comportamiento natural. En este contexto es donde habría que situar la siguiente expresión: la justicia del sol consiste en no traspasar su medida (Heráclito). Pues bien, del mismo modo que sucede en la naturaleza así también debería suceder en el terreno de lo humano. La sophrosyne es la mayor arete. En definitiva, el ideal de la justicia es considerado, ahora, como la realización de de un orden divino que, a su vez, es concebido como un orden racional que afecta tanto al mundo natural como al mundo humano. Tal orden o medida consiste en actuar con la virtud de la sophrosyne, es decir, sin traspasar ciertos límites en la relación entre contrarios. Todo lo dicho, no quiere decir que los filósofos presocráticos rechacen todos los ideales de la mentalidad aristocrática. Así, los ideales de la areté como éxito, riquezas, honores, importancia de lo externo, etc siguen estando presentes, aunque sometidos a la idea de medida o autocontrol. La diferencia respecto a filósofos posteriores, como Sócrates o PlatÓn, reside en que éstos defenderán, además de la fundamentación racional de la justicia, la importancia de la virtud como algo interior e independiente del éxito o del fracaso exterior.
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El PAPEL DE LA TIRANÍA EN EL MUNDO GRIEGO: Hemos visto ,como desde Hesíodo y Solón, el concepto Dike ya no se identifica con el viejo orden arcaico sino que se identifica con la igualdad, el orden y la medida o autocontrol. Pues bien, la tiranía es el sistema político que elige la sociedad griega para romper violentamente con la mentalidad aristocrática. El funcionamiento solía ser el siguiente: un noble ambicioso se pone en contra de su clase y al servicio del pueblo. Con la bandera de la justicia como igualdad realizan en lo político lo que Heráclito y los otros filósofos presocráticos harían en lo ideológico: romper total y absolutamente con la mentalidad anterior. Dado que Dike no es propiedad ni patrimonio de una clase social sino una diosa que pertenece a todos, el TIRANO repartirá las tierras por igual, dará trabajo por igual a todos en las grandes obras públicas, cobrará los impuestos a todos por igual; etc. Curiosamente en el contexto griego, los denominados tiranos serán los verdaderos responsables de la fundamentación de la Polis griega ya que lograrán que que el pueblo se adhiera sinceramente a este sistema político.
Lo que sucedió es que llegó un momento en que ya no eran necesaria. Si, realizadas las reformas, hubieran abandonado el poder, posiblemente la historia tendría otra visión del tirano griego. Pero lo cierto es que acabarán siendo arrojados de él a través del proceso siguiente: Los ALCMEONIDAS (aristocracia ateniense),totalmente contrarios a la tiranía, llegan, sin embargo, a darse cuenta que si quieren acabar con el tirano, tienen que respetar las conquistas del pueblo y contar tanto con él como con la nueva idea de justicia como igualdad. Es cierto que antes ensayan varios intentos por derrocar la tiranía sin contar con el pueblo (caso de Harmodio y Aristogitón) aunque todo fue, en balde. Más adelante, Clístenes, (Alcméonida) acabará por derrocar al tirano Hipias. Ahora bien, Clístenes, (representante de la ideología aristocrática) ya no cometerá el error de instaurar un gobierno aristocrático (por ejemplo, al modo de Esparta). Al contrario, será el verdadero fundador de la democracia ateniense, mediante el respeto de la alianza entre los ideales arcaicos y la defensa de la justicia como igualdad, conquista del pueblo. Toda la historia del siglo V en Atenas girará alrededor de este frágil equilibrio entre Pueblo y Aristocracia.
En definitiva, el pueblo acepta los principios fundamentales de la ideología aristocrática (ellos son los primeros, los situados al frente del gobierno de la ciudad, lo más respetados y con mayor areté, etc). Pero, por su parte, la nobleza ha de contar con el pueblo para la toma de cualquier decisión importante que afecte a la Polis. Se creará la Asamblea con la presencia de unos 6000 participantes; se crearán tribus de barrio y el ejercito se formará a partir de las mismas. En definitiva, el pueblo renuncia a la tiranía pero a cambio toma en sus manos el control del estado, al menos desde el punto de vista formal, ya que no se puede olvidar que (aunque elegidos) son los nobles quienes guían el timón de la ciudad. Pero lo que es evidente, es que la constitución de Clístenes pone las bases de la democracia ateniense del siglo V a de Cristo. Y tales bases se sustentan en la consecución de un equilibrio entre las ideas e intereses contrapuestos de la aristocracia y del pueblo griego. Esta realidad abrirá una nueva etapa no solamente en la vida política de Atenas, sino también en la vida intelectual y filosófica. En este contexto, las tragedias de ESQUILO no serán otra cosas que un intento de fundamentar, a través del arte, esta nueva situación creada en Atenas.
Con el objetivo de entender mejor esta nueva situación, creada con la democracia ateniense, que funcionará sin sobresaltos desde el año 501 hasta el 462 (año en que Efialtes recortará negativamente las atribuciones del Areópaqo) es importante tener en cuenta como la mentalidad aristocrática y el pueblo se adaptan a la nueva situación creada. Para ello es fundamental conocer tanto el funcionamiento de las instituciones como el carácter psicológico de los individuos que lo forman. Existían un partido democrático (Clistenes, Temistocles, Jantipo, Efialtes, Pericles) y otro aristocrático (Milciades, Arístides, Cimón). Ambos partidos se correspondían, según parece, con dos familias aristocráticas de Atenas: la de los Filaidas (Arístides, Cimón....) y las de los Alcmeónidas (Clístenes, Jantipo, etc). Pero es mejor analizar el carácter individual de algunos de estos personajes con el objeto de percibir las mentalidades, ya que los términos democrático y aristocrático, en aquella época, no se corresponden con el significado que les damos actualmente. Para ello analizaremos las figuras humanas de Temístocles (P. Democrático) y de Cimón (P. Aristocrático).
De todos modos, antes de describir el modo de pensar de los personajes señalados es importante hacer notar la siguiente precisión: del mismo modo que en la actualidad es muy difícil encontrar una identificación o correspondencia entre el ideal humano y el ideal político, es decir, entre lo que el político dice y el como, después, se comporta; en la época de la que estamos hablando (Atenas del siglo V a. de Cristo) todavía no se había establecido una diferencia clara entre la esfera privada y la pública. El hombre exterior y el hombre interior, en la Atenas del siglo V, todavía son una misma cosa.
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Pues bien, Herodoto, nos transmite de la personalidad de TEMISTOCLES los siguientes aspectos (que serían, al mismo tiempo, los ideales propios de P Democrático): defiende el ideal aristocrático de la importancia de la sabiduría instintiva y no aprendida; por ello no excluye, para conseguir las metas deseadas, la maquinación y el engaño. Por otro lado, lo primordial es la defensa de la Polis y para conseguirlo está dispuesto a aliarse hasta con el diablo. Tucídides destaca su inteligencia instintiva y su frialdad calculadora en la actuación de la batalla de Salamina. Representa al político práctico que insiste que sus cualidades son naturales y no aprendidas en un intento de conciliar lo arcaico con los nuevos tiempos de la Polis griega. En él los ideales de Justicia racional, política o religiosa están en un segundo término. Lo importante no son las ideas sino el éxito del proyecto practico.
Temistocles representa al político racional decidido a extender el poderío y riqueza de su patria y elevarse a sí mismo a una posición de privilegio. Sus predecesores son los tiranos y sus continuadores los demagógos que vendrán después de Pericles. Mientras Atenas estaba en peligro resultó imprescindible por su astucia y su inteligencia. Al desaparecer el peligro, y, en tiempos de paz, ya no será imprescindible. Se le acusó de tener contactos con los persas ( lo cual era cierto ) y se le condenó al ostracismo. En la actualidad, la crítica sobre su personalidad está dividida. Hay autores (Meyer) que lo defienden como un gran estratega y como el personaje que percibió claramente que únicamente aplastando a Esparta podía sobrevivir Atenas; lo que sucedió es que sus contemporáneos no le hicieron caso; y hay autores (Keil) que le acusan de ser responsable de la catástrofe griega precisamente por romper con Esparta.
ARISTIDES (Partido Aristocrático) es presentado siempre en la historiografía antigua enfrentándose a Temístocles. Menos pragmático que Temístocles aparece defendiendo las virtudes aristocráticas pero también las nuevas ideas relacionadas con Dike y sopfrosyne, la la piedad y la compasión. Defensor acérrimo de la justicia como renuncia a todo provecho propio que no sea el estrictamente legal o que incluya la utilización del engaño o la mentira. Representa el ideal de la incorruptibilidad (anécdota de la guardia de los despojos de Maratón). Renuncia beneficiar a la Polis si ello implica hacer uso de] soborno o del engaño. Se elogia su equidad en los juicios, sus acusaciones implacables contra los que se apoderan del dinero público. Defensor acérrimo de la aplicación de la justicia como igualdad y al servicio de la ciudad. A pesar de su dureza en la aplicación de la justicia, se le presenta también como moderado y conciliador. Así cuando la Polis lo necesitaba colabora con Temístocles, promoviendo acuerdos para que se acepte el mando de Milcídades en Maratón. Se trata de defender el ideal de concordia entre los atenienses y entre los griegos. En este sentido, antepone la equidad a la justicia. Arístides (del mismo modo que Temístocles) representan adaptación sincera de la mentalidad aristocrática a lo nuevos tiempos de la Polis y la democracia ateniense. Con él la idea de Justicia sigue sin ser ya una diosa exclusiva de la nobleza y si algo que pertenece y afecta a toda la Polis por igual. Tal justicia debería ir encaminada a lograr un equilibrio entre la guía aristocrática y la igualdad del pueblo.
Desde el 476 a. de Cristo, la historiografía apenas habla de Arístedes pero si lo hace de CIMÓN: hijo de Milcíades y perteneciente a la familia de los Filaidas, inmensamente rica. Dotado de un gran talento militar. Se elogia también en él, la incorruptibilidad, la justicia y la veracidad. Admirador de Esparta pero defensor sincero de la constitución de Clístenes. Defensor de los ideales arcaicos: "ganaba para gastar y gastaba para ser honrado".
La descripción de carácter humano de estos personajes griegos nos muestra claramente no solo su modo de ser sino también su modo de actuar ya que, como hemos dicho, la ruptura entre la esfera privada y la pública no era un todavía un hecho.
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En este sentido y en relación con lo dicho, se podría CONCLUIR lo siguiente:
A) Desde Hesiodo, Arquiloco, Solón, se crea en Grecia una corriente de pensamiento innovador que romperá con algunos de los moldes de la ideología aristocrática. La idea de justicia como igualdad es una de las ideas básicas de la nueva mentalidad. La constitución ateniense de Clistenes es un intento de llevar a la práctica esta idea en Atenas.
B) El desarrollo posterior de la Polis ateniense, sobre todo a partir de las guerra médicas, será un intento de conciliar mentalidad aristocrática y pueblo; éxito externo y control o medida. En definitiva se busca un equilibrio entre las clases y los individuos. Este equilibrio es definido como Justicia y se piensa que resuelve los problemas, por lo que no debe desaparecer la ostentación, la riqueza, el honor, el éxito externo (ideales arcaicos).
C) En Atenas, por tanto, serán aceptados los ideales de la aristocracia, una vez que han sido modificados con el nuevo concepto de justicia como igualdad y con fundamentación religiosa. La fundamentación racional, realizada por los filósofos presocráticos, llegará tardíamente a Atenas, de tal forma que puede decirse que hay que esperar a Platón para que tal hecho se produzca en toda su dimensión. Antes de Sócrates y Platón, es en otro ámbito; el ámbito de la Tragedia de Esquilo en donde aparece reflejada la nueva situación creada en el ámbito del hombre y la sociedad griegas.
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LA TRAGEDIA DE ESQUILO
Un exponente claro de la nueva situación creada en Grecia a partir de la democracia iniciada por Clístenes es la fundamentación que de tal democracia se intenta realizar a través de la Tragedia. A través de las representaciones trágicas el pueblo ateniense se ve reflejado en la nueva situación social y política en la que está inmerso. La tragedia es un verdadero espejo de la vida griega. Algunos de las aspectos que nos pueden ayudar a entender mejor lo que estamos diciendo podrían ser los siguientes:
A)En la Tragedia griega del siglo V está presente la idea de que las acciones humanas no pueden ir más allá de ciertos límites por el peligro que comporta de traer la ira y el castigo de los dioses. (Idea de justicia religiosa).
B)En la tragedia griega se produce una critica clara a los ideales agonales puros. Así, mientras en Homero se subrayaban únicamente los aspectos positivos del ideal arcaico, justificando los excesos y la hybris; en la tragedia, en consonancia con la nueva situación social creada, se subrayaba la grandeza del noble pero también su miseria; su audacia pero también sus yerros. No se puede olvidar que esta afirmación simultánea de los elementos contrarios constituye lo esencial de la tragedia.
C) Del mismo modo que la Democracia ateniense intentará lograr equilibrio y reconciliación entre mentalidad aristocrática y mentalidad popular; en la tragedia griega se intenta también poner en escena la exposición de estos dos ideales: por un lado, el héroe de la tragedia (rey, noble, sacerdote .... )que carece de medida y que suele actuar casi siempre por motivos nobles (para Agamenón lo importante y principal es el ejercito que manda; para Creónte lo principal es la ley de la Polis; para Antígona el respeto a las tradiciones; etc) pero que irremediablemente, su propia fuerza y heroísmo; así como su deseo de honor y privilegios le conducirán al descontrol y al exceso, a la hybris (Agamenón sacrificará a su hija Ifigenia por no traicionar a su ejercito; Creónte verá como su mujer su hijo y la misma Antígona se quitarán la vida).Por otro lado, está el coro y el pueblo que asiste al espectáculo, los cuales siguen atentamente las alegrías y los sufrimientos de los héroes y por los cuales acaban sintiendo (del mismo modo que los dioses) simpatía y compasión, identificándose y conciliándose con ellos. Esta idea de conciliación de los elementos humanos contrapuestos (nobleza-pueblo) y del elemento divino que también interviene fundamentando tal conciliación expresa claramente los deseos y la mentalidad del hombre y de la sociedad del siglo V en Atenas.
Pues bien, aunque la tragedia griega en general (Esquilo, Sófocles, Eurípides) intenta, a través de la escena, fundamentar teóricamente la democracia ateniense, lo que es evidente tambiñen que existen matices diferenciadores en cada uno de los principales representantes de este arte. Más adelante describiremos las características que definen la mentalidad de Sófocles y Eurípides. Ahora, y en relación estrecha con la democracia de Clístenes, Temístocles y Arístides, (hasta Efialtes) veamos las ideas principales presentes en la TRAGEDIA DE DE ESQUILO:
En la tragedia de Esquilo pueden distinguirse dos niveles:
a) el que hace referencia a la insuficiencia de la acción humana.
b) la idea de justicia como conciliación.
Por lo que se refiere a la primera cuestión habría que señalar lo siguiente: el carácter crítico del pensamiento de Esquilo, para con la mentalidad agonal arcaica, se percibe desde el momento en que en sus tragedias la acción del noble no desemboca necesariamente en el éxito; el honor; la fama etc; sino que puede desembocar en la hybris que le traerá su ruina. Por ejemplo, en su obra AGAMENÓN, se muestra claramente como todo éxito o victoria tiene un doble rostro: el glorioso y el del exceso que trae ruina. De ahí que Agamenón se lamente (algo imposible de pensar que sucediese en la Ilíada de Homero) de ser "destructor de ciudades". En definitiva, lo que fue visto, en otro tiempo, como una gran victoria, resulta ahora una catástrofe.
Por lo que ser refiere a la 2ª cuestión (IDEA DE JUSTICIA EN ESQUILO-RELIGIÓN E IGUALDAD) habría que decir lo siguiente:
a) La tragedia de Esquilo mantiene presente en sus obras elementos tradicionales de la idea de Justicia. Asi, para él, la justicia se encuentra estrechamente relacionada con la idea de que es grata a los dioses. Toda injusticia, afirma, es asébeia (impiedad),en cuanto que la justicia es defendida y querida por los dioses. La idea tradicional, por tanto, de la justicia como límite y medida en el obrar por temor al castigo divino sigue estando presente en todas las tragedias de Esquilo.
b) Pero hay, además, otros elementos en la idea de Justicia de Esquilo que se separan de lo tradicional y que nos muestran la relación clara existente entre sus tragedias y la nueva situación de la Polis y la democracia de Atenas. Analizando una de sus tragedias, titulada LAS SUPLICANTES, podrá verse mejor el porque de lo señalado anteriormente: en esta obra, el coro ruega a Zeus, por un lado, y al rey de Argos, Pelasgo, por otro, que no permitan que los egipcios se casen con las doncellas argivas, (suplicantes), pues ni ellas lo desean, ni su familia quiere. Desde el principio de la obra están claramente planteados los dos niveles siguientes: la diosa dike asiste a las suplicantes; la hybris pertenece a los egipcios que, por la fuerza, quieren obligar al grupo de doncellas de Argos a contraer matrimonio contra su voluntad. Pues bien, en la obra, Zeus, odia esta violencia e hybris de los egipcios (justicia divina). Pero no solamente Zeus es quién condena a los egipcios por su impiedad e injusticia, sino que también el pueblo de Argos siente compasión por el débil (identificación del pueblo con el sufrimiento del noble). Pero, además, está presente también la idea de la justicia como igualdad universal: la injusticia es cometer violencia del fuerte frente al débil. Este es el mensaje principal de las Suplicantes: la justicia es una ley universal de la humanidad, no la propiedad de unos pocos. Por ello, cualquier abuso sobre cualquier ciudadano de la Polis es injusticia e impiedad. Las ideas y el comportamiento de Arístides parece que se están repitiendo aquí. Pera, además, en las Suplicantes, la justicia no es algo que imparte únicamente el rey Pelasgos, sino que éste piensa que el pueblo de Argos ha de dar su consentimiento para ayudar a las suplicantes. La Asamblea popular interviene también cuando Danao (padre de las suplicantes) pide ayuda para sus hijas a la asamblea. Esta es la nueva idea de la justicia para Esquilo (coincidiendo con el pensar de la Polis}: búsqueda de una concordia ordinum, es decir, búsqueda de un equilibrio que reconozca tanto el principio del poder (en este caso, el rey de Argos intenta persuadir al pueblo de su idea de justicia) como ciertos derechos fundamentales (importancia de la asamblea, importancia de la fundamentación religiosa de la justicia, justicia como igualdad).
Si analizamos otra tragedia de Esquilo, AGAMENON, nos encontramos con que el tema de la justicia, presente en las Suplicantes, permanece idéntico en lo esencial, pero está, incluso, más profundamente y más explícitamente tratado. La idea esencial de Agamenón (y de otras tragedias) es la de señalar que el castigo divino (otra vez la idea religiosa de justicia e injusticia) no proviene de la felicidad excesiva, sino de la impiedad o injusticia. Esta impiedad o injusticia se realiza cuando Agamenón sacrifica a su hija Ifigenia; o cuando Clitemestra asesina al mismo Agamenón, su marido; o cuando Paris, abusando de la hospitalidad rapta (con su consentimiento) a Helena; es impiedad también la victoria sobre Troya con sus crueldades y sacrilegios y así es juzgada, desde el principio por el coro al estremecerse contemplando como Agamenón y Menelao devoran una liebre preñada, atentado contra la vida que va traer el castigo divino. La victoria sobre Troya está muy lejos del triunfalismo de la Ilíada de Homero; la flota aquea será hundida por los dioses como venganza y castigo por los excesos cometidos. En realidad, solo regresa Agamenón y éste para morir a manos de su esposa. Por su parte, el coro al recibirle no oculta que no aprobó la expedición. Aún asi, Agamenón, sigue tan ciego en su hybris que se envanece del saqueo de Troya. Pues bien, con Agamenón, Esquilo realiza una inversión completa de los ideales agonales de lo tiempos de Homero: lo que allí era gloria, honor, fama, saqueos y riquezas, es aquí impiedad o injusticia castigada. Pero, además, Esquilo, también quiere hacer vernos a donde puede llevar la idea de que la justicia es algo que pertenece exclusivamente a la fhysis especial del noble, en este caso, de Agamenón.
En la tragedia, Agamenón, nos es descrito con los rasgos del noble que busca antes de nada el poder ya que lo quiere, por encima de todo, saltando sobre lo que haya que saltar, es ser el primero. Al mismo tiempo, aprovecha también para mostrarnos lo que considera debería ser lo justicia para un noble, abogando por la moral de la medida, el autocontrol y la sofrosyne. Así, el coro pide una vida media y no ser conquistador ni conquistado; la deliberación con la Asamblea, el castigo benévolo y la compasión.
Agamenón ha pasado por la muerte de su hija y de sus súbditos por causa de su sola ambición y deseo de honor y riquezas: de aquí que Clitemestra y el pueblo estén contra él. Pero mientras que la primera llega al crimen, el pueblo no. Representando a la justicia, sabe que ésta consiste en el respeto a la autoridad representada por la nobleza. De nuevo, la idea de justicia como concordia y conciliación de intereses contrapuestos.
c) Esquilo concibe la justicia, por tanto, como conciliación entre autoridad y comunidad. La justicia debe tender a fijar relaciones entre los miembros de la ciudad sobre la base de su esencial igualdad basada en la naturaleza humana, y no ponerla al servicio de una clase determinada.
d) La idea de justicia en Esquilo implica también fe y confianza en la solución del denominado DILEMA TRÁGICO: cualquier acción, por muy buenas intenciones que posea, desembocar en la hybris. La conciliación o final feliz de tal dilema aparece claramente expuesto en las tragedias de Esquilo. Por ejemplo, las DANAIDES o suplicantes, acabarán por matar a sus maridos, pero una de ellas, Hipermestra, respetará al suyo y cumplirá la ley del amor y de la reconciliación entre los sexos. En Los SIETE, aparentemente no hay final feliz ya que mueren los dos hermanos Etéocles y Polinices. De todos modos, en esta obra lo importante para Esquilo es que la ciudad (Tebas) se salva. En PROMETEO el enfrentamiento de éste con Zeus acaba en conciliación quedando adquiridos para la humanidad los beneficios que Prometeo consiguió. De nuevo en todos estos casos la idea de conciliación entre intereses contrapuestos vuelve estar presente como reflejo de lo que debería de ser también las Polis.
Esquilo, en definitiva, intenta describir un estado de equilibrio y concordia, que es una esperanza, y, a la vez, una idealización de lo que desearía que fuese la democracia de su época. Combinando la fe religiosa con los nuevos valores, contempla esperanzado la posibilidad de un nuevo orden moral y político, ni vuelto al pasado ni que rompa absolutamente con él. Analizando en profundidad el dilema trágico que envuelve la existencia, cree con una fe religiosa y racional en la posibilidad de su superación; (más adelante, los sofistas seguirán esta misma línea de reflexión aunque envuelto exclusivamente en en el ámbito laico y racional, huyendo de todo tipo de fundamentación religiosa. En Esquilo, el matiz religioso de la justicia (aunque no exclusivo) es fundamental: quienes condenan los actos impíos son, en primer lugar, y ,sobre todo, los dioses. Esquilo admira la sabiduría y el progreso humano (siente simpatía por Prometeo), pero tiene miedo de que el hombre, abandonado a sí mismo, choque por orgullo con los principios divinos.
Esquilo defiende en sus tragedias el ideal de la democracia de Clístenes. Y dentro de ella sus ideas coinciden más con la figura de Arístides que con el racionalismo y la astucia de Temístocles. Esquilo representa la defensa de una especie de DEMOCRACIA RELIGIOSA, basada en el respeto a un límite o justicia defendida por los dioses. Pero, al mismo tiempo, defiende también la racionalidad y la valoración del principio de autoridad de la nobleza, considerada como independiente del pueblo, pero aceptada libremente por él.
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EL PENSAMIENTO SOCIAL Y POLÍTICO DESPUÉS DE ESQUILO: LOS SOFISTAS
Así como la primera época de la democracia de la Atenas del siglo V será dominada en lo político por personalidades como Clístenes, (508 a de Cristo) Temístocles, Aristedes,etc. y la fundamentación teórica de tal realidad política por el pensamiento de Esquilo a través de la tragedia; la SEGUNDA ÉPOCA de tal democracia lo será, en lo político, por la personalidad de Pericles (499-420 a de Cristo) y, en la fundamentación teórica, de los nuevos logros de Pericles intervendrán, sobre todo, el movimiento de los SOFISTAS.
Nos centraremos en el análisis y en el estudio del pensamiento de los SOFISTAS. Para comenzar habría que señalar que, del mismo modo que no existe, en lo esencial ruptura entre el hacer político de Clístenes o Arístides con Pericles, aunque si novedades e innovaciones; tampoco existe una ruptura, en lo esencial, entre el pensamiento de Esquilo y el pensamiento de los Sofistas. Existe evidentemente continuidad, aunque tal continuidad no significa continuismo. Ello implica que existen innovaciones importantes entre los dos tipos de pensamiento: así, por ejemplo, ahora con los sofistas se intentará prescindir absolutamente de toda fundamentación religiosa o divina en la idea de justicia. Simplemente se creerá en la naturaleza humana lo que significará una ruptura importante en relación a la tragedia de Esquilo. No podemos olvidar que en Esquilo era precisamente el exceso de confianza en uno mismo lo que conducía al noble a caer en el exceso y la impiedad. Pues bien, ahora, con los sofistas y, en relación con el posicionamiento político de Pericles, se defiende de modo optimista la calidad de la naturaleza humana y se confía en su actuar. Ello no quiere decir, sin embargo, que los sofistas defiendan los ideales agonales de la mentalidad arcaica y primitiva de la sociedad griega, ya que tal confianza afecta a la naturaleza humana en general y no se concibe, ni mucho menos, como algo especial del noble.
La RAZONES que explican esta nueva orientación en el pensamiento frente a Esquilo tienen principalmente su causa en el desarrollo de la filosofía jónica y su penetración en Atenas. En la época de Pericles el pensamiento jonio se halla presente y de forma directa a través de la visita y estancia en Atenas de Anaxágoras, Diógenes de Apolonia, etc. Este hecho abrirá definitivamente las puertas de Atenas a la penetración de nuevas ideas filosóficas. Lo SOFISTAS, viajeros y transmisores del saber por toda Grecia, llegarán también a Atenas y serán, como veremos, los principales impulsores de una nueva teoría social y política basada en los principios de la fe en el hombre y en su razón; así como de una teoría del conocimiento que justifica el desarrollo autónomo de las sociedades humanas. Representan un modo de ser cosmopolita ya que se siente desligados de una comunidad concreta y dirigen sus reflexiones a todos los hombres. En definitiva, los sofistas proveen a Atenas de una teoría política que, por primera vez, plantea los problemas y da soluciones desde un punto de vista meramente humano, aunque ello no significa la desaparición, en Atenas, del pensamiento tradicional. Junto a la novedad del pensamiento sofista subsiste, como veremos, el pensamiento tradicional y arcaico más o menos modificado, en personalidades como la de Sófocles. El pensamiento ilustrado de los sofistas, sin embargo, penetrará profundamente en práctica política ya que Perícles no hará otra cosa que trasponer a la práctica la teoría política ilustrada de los Sofistas.
El estudio del movimiento sofista ( presente en Atenas, durante la época de Péricles, 429, año de su muerte) presenta dos niveles: el primero se corresponde con la denominada PRIMERA SOFISTICA, y, en donde su representante principal es PROTÁGORAS (481-411 a de Cristo) y es la que se corresponde verdaderamente con la época de Pericles; el segundo, denominado SEGUNDA SOFISTICA se desarrollará durante las guerras del Peloponeso (431-404 a de Cristo), cuyos representantes principales (más en la línea irracional de Gorgias que de Protágoras) serán Hipias, Antifonte, Calicles, etc y representan realmente una degeneración (ya veremos el porque) de las primeras ideas del movimiento sofista.
ACERCA DE LA PRIMERA SOFISTICA
Existe una larga tradición, que arranca de Sócrates y de Platón, que coloca a los sofistas bajo la acusación de ser unos mercachifles de la cultura, responsables de los males de la juventud ateniense por su defensa del relativismo cognoscitivo-moral, etc. También se les suele presentar únicamente como profesores de la retórica, poniendo en duda la sinceridad en su interés por los problemas del hombre y la sociedad griegas. Así, se suele presentarlos como desarraigados y sin patria, defensores del individualismo y preocupados únicamente por los honorarios a recibir por sus enseñanzas. Incluso se les ha presentado como enemigos de la democracia de Atenas por el interés que mostraban en educar en exclusiva a los hijos de la nobleza. En la actualidad, los estudios y el mayor conocimiento de tal movimiento lleva a pensar que estas ideas sobre los sofistas no se corresponden con la realidad y necesitan, por ello, ser matizadas.
El sofista representa un tipo humano característico de la democracia ateniense. Es cierto que son viajeros impenitentes que dicen sentirse ciudadanos del mundo; sin embargo, afirman defender la Polis ateniense y sus intereses (Protágoras, junto al mismo Pericles, fundará la colonia de Turios implantando los ideales de la Polis democrática ateniense). Por otro lado, la acusación más grave que Platón dice de ellos, es decir, el de "vender" como una mercancía sus saberes no está en contradicción con la mentalidad tradicional griega: no puede olvidarse que, desde antiguo, los poetas viajeros recorrían las ciudades e impartían su saber por dinero. Protágoras tenía plena conciencia de esta tradición de la que no se avergüenza continuar. Lo que sucede es que los sofistas no pretenden repetir (como los poetas) las ideas de la mentalidad tradicional, poniendo como modelo a seguir el comportamiento de los heróes de la Ilíada o la Odisea) La llegada de los sofistas a Atenas como viajeros y sabios supondrá una alteración muy significativa de lo tradicional. Ellos, como veremos, sirven y creen sinceramente en la democracia de Atenas y ponen su saber al servicio de la comunidad ofreciendo una formación racional y no ya puramente tradicional. En este sentido, es importante señalar ya, desde ahora, una diferencia importante entre los sofistas y Esquilo: mientras Esquilo habla de una conciliación de clases al servicio de la comunidad; los sofistas (no se centrarán tanto en la cuestión de la conciliación, como en la importancia de desarrollar la areté o virtud política de todos los ciudadanos de la polis, sobre la base de la igualdad y la capacidad racional. En definitiva, para los sofistas la igualdad de la naturaleza humana prima sobre la idea de la conciliación de intereses, presente en la tragedia de Esquilo. Del mismo modo, como ya hemos visto, el elemento religioso se encuentra ausente de ideología del sofista. Únicamente el hombre, con el poder de su razón, es suficiente para hacer frente a los problemas de la sociedad y del Estado. Es cierto que llegará el momento, como veremos, en que el uso exclusivo de la razón acabará por conducir a la defensa del más puro individualismo y a la doctrina del dominio del más fuerte (2ª sofística). Sin embargo, lo que es evidente es que tal ideología no define la primera sofística que ahora vamos analizar con más detalle.
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Hemos visto como, en la tragedia de Esquilo, existen claramente presentes dos niveles: por un lado, la acción humana que desemboca en hybris, injusticia e impiedad, castigada por los dioses; por otro lado, la esperanza de que acaben por imponerse las fuerzas que buscan la conciliación y el equilibrio. Ahora, en los sofistas, se prescinde del componente divino y la confianza en las posibilidades de la naturaleza humana se acentúa mucho más. Pues bien, el punto de partida que nos permite conocer estas ideas de los sofistas se encuentra en el MITO atribuido por Platón a Protágoras en el diálogo que lleva el mismo nombre (Ver Protágoras 320c-322d). En dicho diálogo, Socrates, critica el sistema democrático de Atenas según el cual se acoge para los asuntos públicos a cualquier ciudadano. Protágoras intenta justificar este hecho describiendo un mito, a través del cual, intentaría demostrar que el sistema democrático de Atenas tendría su fundamento en la propia naturaleza humana.
El mito (mito de Prometeo) relata lo siguiente: por encargo de Zeus, Prometeo y su hermano Epitemeo distribuyen a los animales distintas capacidades. Intentan que tal distribución sea equitativa y equilibrada con el objeto de que ninguna especie animal destacara sobremanera sobre las demás. Con ello, Protágoras, querría señalar, ya desde el principio, que, incluso en el reino animal podría verse reflejado de algún modo el ideal democrático.
Ahora bien, cuando Prometeo y Epitemeo llegaron con su distribución de capacidades al ser humano, vieron que se les habían acabado los bienes de que disponían; entonces Prometeo les regaló el fuego, símbolo de la "entegnos sofía" (sabiduría técnica). Por tanto, hay algo que diferencia al hombre de los otros animales: la sabiduría técnica que le llevó a construir viviendas, procurarse comida, etc. De todos modos, continúa el mito, la naturaleza especial del hombre consiste en algo más que saber técnico. Resulta que como el hombre carecía de virtud política, era incapaz de vivir en sociedad sin cometer injusticias recíprocas, y al no haber vida ciudadana se establecía en los campos en forma dispersa y sucumbía a los ataques de las fieras. Entonces Zeus les confirió la virtud política, consistente en el respeto mutuo y respeto a las normas de la comunidad. Y les confirió tal virtud a todos por igual, mientras que la habilidad técnica tenía un reparto especializado. En suma la ciudad es una agrupación de individuos que tienen entre si un sentimiento de respeto mutuo. Y ello es algo que se encuentra inherente en todo ser humano por igual como un don, por el simple hecho de ser hombre.
En definitiva, el mito expresa claramente el pensamiento sofista acerca de la Polis tiene su verdadera razón de ser en el propio hombre o naturaleza humana. Con ello desaparecen como base de tal sustentación no solamente los elementos tradicionales (fhysis especial del noble) sino también los religiosos. El que aparezca Zeus en el texto no es otra cosa que ropaje mítico usado por Platón. No puede olvidarse que Protágoras escandalizó a sus contemporáneos al afirmar que acerca de los dioses no podía afirmar ni negar su existencia por la dificultad del problema y por la brevedad de la vida misma. Acerca de los dioses, decía, ni se debía hablar ni se debía escribir.
Pero el Mito de Prometeo no solo nos describe una definición de la naturaleza humana como base de la comunidad sino que es también una historia de esa naturaleza humana: la naturaleza humana es el fruto de una evolución que comienza en el mundo animal, y que nos es presentada como el estadio superior del proceso, lo que explicaría también el porque de la presencia de rasgos superiores (justicia, criterios correctos en el obrar) en la naturaleza humana. La naturaleza humana, que posibilita la existencia de la comunidad, está repartida por igual entre todos y no solamente entre unos pocos. Ahora bien, ello no quiere decir que la igualdad humana sea absoluta y que la educación y el saber marcan grados diferenciales entre los hombres. De todos modos, la primera sofística subraya más los elementos comunes del hombre que los diferenciales; y de los rasgos comunes se subrayan los referentes a la cooperación, el orden y el control y no los referidos al desorden y la hybris. Los sofistas niegan absolutamente la tesis arcaica agonal de la existencia de dos naturalezas distintas que dan lugar a dos clases de hombres.
Todas estas ideas presentes en la primera sofistica se hallan presentes también en filósofos como Demócrito o Anaxágoras; en representantes de la tragedia como Eurípides; o en representantes de la comedia como Aristófanes. Veamos porque: en relación con la naturaleza humana y su evolución, Demócrito pensaba que ésta procedía, como la de los animales, del agua y del barro. Además, comparando la naturaleza humana con la del animal, define la primera como bien dotada (eufeus), poseedor de manos, logos y agudeza de alma. Define la sabiduría técnica humana en términos similares a Protágoras: la necesidad y la conveniencia hizo al hombre aprender por experiencia (peira) para así procurarse alimento, comunicarse mediante el lenguaje, hacerse inteligente, descubrir el fuego, en definitiva, progresar. Existen,sin embargo, matices en Demócrito que lo separan de Protágoras. Tales matices ponen en duda el optimismo sofista. Demócrito se cuida de señalar que no todo es progreso y saber técnico sino que, unido a él surgen también las guerras, los tiranos, las matanzas y las injusticias. En definitiva, Demócrito, sitúa también como ingredientes fundamentales de la naturaleza humana, el miedo, la ambición y la crueldad y no únicamente, como tendían hacer los sofistas, la igualdad, la cooperación y la amistad. Todo ello no quiere decir que Demócrito no confiara en las posibilidades del hombre y de la Polis. Enemigo encarnizado de los ideales arcaicos, defendía la concordia de las clases dentro de la Polis y afirmaba que "son amigos no todos los de igual nacimiento, sino los que concuerdan en lo que más les conviene". Los hombres poseen igual naturaleza. Es evidente también, en Demócrito, el estrecho parentesco entre su filosofía natural y su pensamiento sobre el hombre y la sociedad: la stasis o lucha civil de los átomos en el vacío se debe a su desigualdad y demás diferencias. Por el contrario la creación del cosmos consiste en la unión de los átomos iguales o semejantes, "pues por naturaleza es movido lo semejante por lo semejante y las cosas emparentadas son llevadas unas junto a otras". Demócrito también coincidía con Protágoras y la primera sofística en la defensa de la igualdad de todos los humanos, aunque tal igualdad no es absoluta: habla del hombre superior que posee areté adquirida mediante el aprendizaje y del hombre inferior (kakós) como lo opuesto al superior (agathos) como aquel que desprecia el estudio y el aprendizaje y únicamente confía en su instinto especial. Demócrito cree posible un perfeccionamiento de la naturaleza humana mediante la enseñanza: "llegan a ser más valíoso(agathoi),afirma, los que se ejercitan en el saber que los que dicen serlo por naturaleza". Al mismo tiempo, pensaba también, en la línea de la primera sofística, que los llamados a gobernar son precisamente los que alcancen grados superiores en el saber. Los hombres de naturaleza inferior( despreciadores del saber) es mejor que obedezcan. Conviene señalar que en esta teoría de Demócrito no hay rastro de la antigua teoría aristocrática que unía al nacimiento la posesión de una naturaleza especial. Ahora todo es cuestión de inteligencia y de enseñanza.
Las ideas acerca del hombre y de la sociedad en ANAXAGORAS coinciden también, en lo esencial, con las de la primera sofística y con las de Demócrito. Así, en relación con la idea de naturaleza humana como fruto de un proceso evolutivo, Anaxágoras, defendía que el hombre era más inteligente que los animales por tener manos, base del desarrollo de la sabiduría técnica. Existe, sin embargo, una diferencia de matiz con Protágoras: mientras éste pensaba que la falta de cualidades corporales era la causa del desarrollo de la sabiduría técnica (no hay que olvidar que Prometeo reparte capacidades que se supone no poseen aquellos a los que van destinadas); para Anaxágoras el que la evolución "libere" las manos posibilita el invento y el saber técnico. Además, Anaxáqoras, era un defensor de la igualdad de la naturaleza humana. En este sentido su concepción física o natural se encuentra emparentada con sus ideas acerca del hombre y sociedad: la mente cuando ordena (kosmos) las semillas lo hace separando lo desigual (lo frío y lo caliente, por ejemplo) y une lo igual. Incluso, la idea (que tanto escandalizó a Sócrates y Platón) de que la mente únicamente pone en orden y movimiento las semillas, para, después, desentenderse del proceso, nos pone claramente en relación con la idea sofista de confianza en la naturaleza humana al margen de los aspectos referidos a la divinidad.
Del mismo modo, aunque muchas veces para criticarlas, podemos hallar también huellas de estas ideas, expuestas hasta ahora, en la tragedia de Eurípides o en las comedias de Aristófanes.
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Vamos de nuevo a la primera sofística y Protágoras. Hemos visto como la virtud política (areté) es algo posible de poseer por cualquier hombre siempre que desarrolle su natural capacidad intelectual. Ahora bien, la base comunitaria y no individual o de clase de la areté no invalida ni hace desaparecer del pensamiento sofista todos los aspectos de la areté aristocrática. En este sentido, los sofistas siguen defendiendo el ideal del éxito, la fama, el honor, etc. Lo que sucede es que tales ideales deben estar siempre supeditados al grupo y a la comunidad (polis) aunque ello implique también ventajas personales. Se ha dicho que los sofistas eran simples maestros de la retórica y que ésta estaba totalmente desligada de sus preocupaciones por el conocimiento y práctica de la virtud. Tales apreciaciones son falsas y Platón es, en gran parte, A los les preocupa el tema de la virtud en el sentido de lograr un ciudadano identificado con el Estado. Ahora bien, lo que es evidente es que la concepción que tenían de ello difería de Sócrates y Platón. Frente a la tesis platónica de la existencia de la idea suprema de virtud, la cual conocida nos haría ya ciudadanos buenos y con areté, los sofistas distinguían entre virtudes buenas y malas y, además, afirmaban que no existe ninguna seguridad de que podamos conocer siempre las buenas. Es cierto que contamos con el logos como ayuda para decidir; ahora bien, eso no implica la no existencia del error. Del mismo modo que el hombre trágico, al encontrarse en la necesidad decidir entre varias opciones, contaba esencialmente con un sistema de normas divinas que le decían lo que no que no debía hacer; ahora los sofistas, ante la misma situación, piensan que solo se cuenta con la inteligencia y enfocan esta de un modo optimista. Ahora bien, ello no significa que podamos alcanzar verdades absolutas y ciertas sino únicamente verosímiles. La tesis de Protágoras, que veremos más adelante, de "convertir en fuerte el argumento débil", estaría en la línea de lo que venimos diciendo. Los sofistas no creían, por tanto, que el sabio automáticamente ejerciera el bien y poseyera areté.
Aunque los sofistas defienden que la sabiduría puede ayudar grandemente en el logro de la areté ello no significa que no tuvieran en cuenta otros aspectos. Así, de un lado, defienden la necesidad de la práctica; de otro, la importancia de la íntima adhesión con las acciones descubiertas como virtuosas. Conviene, sin embargo, señalar que en el tema de la adhesión, no existe por parte de los sofistas reflexiones que profundicen en el tema. Lo que si sucede es que los problemas que planteará esta cuestión (de la adhesión) posibilitará ideas futuras importantes. Y es que los sofistas (y también Demócrito, el cual aparece como un defensor acérrimo de la importancia de la adhesión de la areté: "es bueno no el no el no obrar la injusticia, sino el ni siquiera quererlo")no se platean el problema que surge cuando la virtud interiorizada se enfrenta a las convenciones de la colectividad. Gorgias, por ejemplo, se niega a plantear la posibilidad de tal enfrentamiento. Hay que esperar a Sócrates para que se hable claramente del tema, pero, para ello, tendrá que condenar el sistema social al cual los sofistas dicen servir. Eurípides no llegará a tanto como Sócrates pero sentirá también íntimamente el conflicto. Sócrates y Platón acusarán a los sofistas de ser los hombres de las componendas, de encontrarse a gusto en un mundo de valores contradictorios. Pero lo que realmente sucede es que la primera sofística no vive (como sucede con Sócrates) el conflicto que puede producirse entre vida interior y vida pública, entre intención y éxito. Para el sofista la razón puede encontrar normas que sean convenientes para el estado y para el individuo por igual, y ello sin tener que modificar de raíz la estructura ese Estado como sucederá después con Platón. Además el sofista se conforma con lograr éxitos concretos y coyunturales, y no aspira a seguridades absolutas o eternamente duraderas. En esto se diferencian también de Sócrates y Platón.
Los sofistas hablan de las ventajas que puede traer el poseer areté. El mito de Pródico habla de los honores y los placeres que puede proporcionar. También describe las ventajas personales que pueden obtenerse. Ahora bien, lo que es cierto también es que la mirada siempre está atenta a las prescripciones de la comunidad. Con los sofistas (lo mismo que con la Aristocracia y con la Democracia religiosa de Esquilo) la areté o virtud tiene, en último término, su reflejo real en el éxito; aunque, en el caso de los sofistas, lo que esencialmente importante es el éxito de la comunidad. Pero sucede, además, como hemos ya señalado que el proceso de interiorización de la virtud no es algo que preocupe al pensamiento sofista. Para la primera sofística el éxito de la Polis es considerado también y, al mismo tiempo, como un triunfo propio e individual: no existe una escisión entre lo individual y lo colectivo. De modo optimista se piensa que si tiene éxito el grupo o la comunidad, automaticamente los individuos también sentirán tal éxito.
No es de extrañar, por tanto, que enfocado así el problema, la primera sofística pensara que el hombre justo, el hombre con areté política era aquel que lograba hacer triunfar los planes que resultaran más útiles para la Polis. En este sentido, conviene señalar que la base de tal triunfo no debería descansar, como en tiempos de Temístocles, en la astucia y el engaño. Los sofistas defienden la existencia del logos o razón como como el sostén de los éxitos. Es en este contexto en donde hay que situar la máxima sofista de: "convertir en fuerte el argumento más débil". Como este lema de Protágoras, en particular, y del movimiento sofista en general, ha sido interpretado muy torcidamente por los socráticos, se hace necesaria una interpretación y un análisis de su significado real.
Aristófanes, por ejemplo, afirma que el "argumento debil" que se hace triunfar es el adquirido a través de la retórica y el engaño, el carente de sentido moral, el sinónimo de cobardía, desenfreno sexual, etc. En la actualidad todos los estudiosos del mundo griego están de acuerdo en que esta interpretación de la frase de Protágoras es totalmente falsa. Y si existe algo de verdad en la misma habría situarla, como veremos, en relación a la 2ª sofística y nunca en la que ahora estamos estudiando.
Platón, por su parte, en el Teeteto refleja correctamente el significado que Protágoras daba a su máxima, haciendo ver, en primer lugar, que se está haciendo referencia a lo que conviene a la comunidad. Por consiguiente, hay que rechazar, desde el principio, cualquier interpretación subjetivista de defensa de la mentira o engaño para conseguir lo que individualmente uno se proponga. Pero, además, aplicando la máxima de Protágoras a la comunidad, tampoco hay que pensar que la primera sofística defendiese que la Polis, con tal de alcanzar el éxito, pudiese usar de cualquier astucia o engaño para conseguirlo. El significado de "convertir en fuerte, el argumento débil", implica, en primer lugar, debate público y multitud de interpretaciones a la hora de querer solucionar un problema (Sócrates y Platón rechazan tal debate público pues les horrorizaba que gentes sin el arte ni el saber suficientes interviniesen directamente en la marcha del Estado). Pues bien, los sofistas, en un contexto como el de la Democracia de Pericles, en donde la Asamblea popular era el órgano decisorio más importante, defiende un tipo saber que lograra convencer de lo acertado de una medida, que, a primera vista pareciera poco importante, (débil) y, por tanto convertirla, a base de razones y datos, en fuerte y aceptable. Aquellos que logran tal convencimiento son sabios y poseen areté política; y los sofistas se decían poseedores de tal arte y se ofrecían a enseñarlo a cambio de los honorarios correspondientes. Existen ejemplos (en las Tetralogías de Antifonte),tomados de casos judiciales, en donde se exponen tesis y antítesis (con dos turnos en cada sentido) sobre la defensa de un caso determinado y en donde, el mismo defensor, usa un discurso (o más) pero con el objeto de mostrar que el discurso aparentemente débil y desechable, en principio, resulta ser a la larga el más fuerte y verosímil. En definitiva, el sentido de la máxima sería la de lograr mediante una exposición lo más racional posible un discurso que muestre y haga ver claramente lo más conveniente a realizar en un momento concreto y ante un problema determinado. No se puede aspirar, sin embargo, a que lo más conveniente sea siempre un acierto absoluto ya que los sofistas no pensaban que pudiesen alcanzarse verdades últimas absolutas, como sucederá, posteriormente, con Sócrates y Platón. Al mismo tiempo, pensaban los sofistas que el método que puede permitir la realización de tal discurso, en donde lo débil se convierte en fuerte, es el método antilógico (tesis-antítesis).
No hay, pues, inmoralismo en la primera sofística. Tanto la máxima señalada, como otras del tipo: "a todo argumento puede oponérsele otro", hay que entenderlos a la luz de la doctrina de la posibilidad de demostrar cuál es el argumento fuerte. De todos modos, es evidente que el método antilógico se presta al empleo de una dialéctica engañosa, lo que, en parte, sucederá como veremos, en la segunda sofística. Como reacción ante esta posibilidad de un mal uso del método antilógico es como hay que entender el interés de Sócrates y Platón por el uso de frases cortas en el discurso ya que, de este modo, pensaban, podría alcanzarse la verdad y no la mera verosimilitud; y, además, sería más difícil la introducción del engaño. Independientemente de lo discutible de las tesis de Sócrates y de Platón, lo que no debe extrañarnos es el enfado de Protágoras en el "Gorgias", cuando afirma que Sócrates lleva la discusión con arreglo a un esquema fijo de antemano que, necesariamente, conduce a sus propias conclusiones, no permitiendo al interlocutor introducir nuevos puntos de vista favorables a él.
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Además de la conveniencia de lograr que el argumento débil se convierta en fuerte, la primera sofística defiende también la necesidad de la PERSUASION como práctica de la areté política. No llega con demostrar lo más conveniente a realizar; también hay que persuadir. Pues bien, en el tema de la persuasión, la primera sofística defiende que debe reposar únicamente en la capacidad humana de convencimiento; debe ser el logos o razón el artífice de la persuasión; los elementos religiosos están también ausentes en relación con este tema. Pues bien, partiendo de esta creencia, los sofistas afirmaban que la areté política implica el lograr mediante el discurso racional, que una cosa no solo sea, por ejemplo, justa, sino que también lo parezca. Para ello, los sofistas buscan la persuasión en sus discípulos, ya que cuando uno está persuadido de que tal cosa es lo mejor para la polis, serán más fácil el persuadir también a los demás.
Por ello, Protágoras afirma que el sabio, el superior en virtud es quien logra imponer de modo persuasivo las mejores ideas para el gobierno de la ciudad. La sabiduría, por tanto, es para la primera sofística la guía de la acción persuasiva. Tal sabiduría no se basa, sin embargo, en las ideas tradicionales sino en la libertad y confianza plena en la capacidad de la razón, la cual es capaz, por su propia naturaleza, y ante un problema concreto, de buscar siempre lo más verosímil y conveniente.
Es cierto que los sofistas hablan también de la posibilidad del fracaso y de la equivocación en la solución de problemas. El acierto absoluto, como vimos, es para ellos imposible ya que la verdad absoluta es inalcanzable. Pues bien, para referirse a aquello que se escapa al control de la razón, los sofistas usan el término Tyche (fortuna). Tyche es sinónimo de lo imprevisible, de lo que no está sujeto a cálculo, en definitiva, lo imposible de dominar (por ejemplo, es tyche la peste que se produce en la Atenas de Pericles y que contradice todos sus planes). Pues bien, incluso ante estos factores no dominables por la razón, los sofistas (huyendo de planteamientos de tipo religioso) defienden la necesidad de analizarlos racional y logícamente. Así, en relación con el ejemplo anterior, el razonamiento de Pericles irá encaminado a intentar persuadir a los atenienses que, aunque inferiores en número por causa de la peste, poseen una superior ciencia naval que la del enemigo, lo que se revelará cierto al vencer en la 2ª batalla de Naupacto. Por lo tanto, lo irracional, lo imprevisible, etc, es algo dominable y aprovechable por el hombre inteligente y con areté pol1tica.
Es cierto, sin embargo, que el tema de la Persuasión puede dirigirse, no al ámbito de la razón sino al de los sentimientos, las pasiones, etc con lo que, en tal caso, sería lo irracional la base de tal persuasión. No es el caso de la primera sofística. De todos modo, como veremos, en la 2ª sofística si se producirá tal hecho encontrándonos, curiosamente, como al principio del pensamiento griego: la hybris es la base sobre la que se asienta la naturaleza humana. Pero ésta es una cuestión que veremos más adelante.
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Hemos visto, anteriormente, como los sofistas no se preocuparon de analizar el problema referido a la posible tensión entre el nomos (ley) de la ciudad y el nomos natural presente en el hombre. Pues bien, en estrecha relación con este tema, existe otra cuestión que la primera sofística trata aunque tampoco con la suficiente profundidad. Esta nueva cuestión es la referida al CONVENCIONALISMO de la leyes. Los sofistas pensaban que el nomos de la ciudad era un creación artificial del hombre y, por lo tanto, adaptable y cambiable según las circunstancias. La famosa frase de Protágoras: "el hombre es la medida de todas las cosas, de las que en cuanto son y de las que no son en cuanto no son", hay que situarla en este contexto convencionalista; aunque, por influencia de Platón, se sitúa únicamente en relación con el relativismo cognoscitivo-moral. Pues bien, según la 1ª Sofística, toda ley humana es convencional y no natural. La 2ª es fija e inalterable. La primera es inestable y cambiante. El problema, sin embargo, es que llega un momento en que puede plantearse el mismo problema, señalado al principio, y que los sofistas no llegaron a analizar en profundidad, es decir: ¿qué sucede cuando las leyes convencionales llegan a chocar con las leyes naturales, es decir, van en contra del nomos de la humanidad? Eurípides planteará claramente esta cuestión en Andrómaca al preguntar SI es justificable o no el nomos asiático de la poligamia. Pues bien, es evidente que tampoco existe en los sofistas una reflexión que dé cumplida respuesta a estas cuestiones. Únicamente sabemos que su confianza absoluta en la razón debería de dar la respuesta más verosímil de entre todas las analizadas, y, en donde la tesis, en principio, más débil podría ser la más conveniente. El problema es que no sabemos de las respuestas concretas dadas a estos temas por parte de la 1ª sofística. Y, además, el problema se complica ya que, durante la 2ª sofística, se acabará defendiendo una tesis de carácter individualista que propugnará, como veremos, el enfrentamiento entre el nomos colectivo y el individual. Para encontrar reflexiones más serias sobre estos temas hay que acudir a Sócrates y Platón, aunque ello signifique propugnar otro modelo de Estado y de Ciudad que ya nada tendrá que ver con la defendida por los sofistas.
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Se ha señalado repetidamente que el pensamiento de la 1 ª sofística, acerca del hombre y la sociedad, tiene el común denominador de tener un fundamento puramente humano y no religioso. Ello no quiere decir que no existan, sin embargo, en la primera sofística acerca del FENÓMENO RELIGIOSO: éste es un fenómeno cultural (Pródico, Demócrito). En Sobre los dioses, Protágoras, afirma que, acerca de los dioses no podemos saber si existen o no.En consecuencia, prescindía de hablar y de escribir acerca de ellos, salvo cuando utilizaba alegoricamente el mito. La primera sofistica, sin embargo, no presenta ataques directos a la religión; lo único que hace es prescindir de los elementos religiosos a la hora de explicar cualquier tipo de acontecimiento. Incluso los acontecimientos incontrolados o imprevisibles son explicados como efectos de la fortuna lo que hace innecesario, incluso aquí, acudir a la intervención divina. Esta posición sobre la religión será, sin embargo, la base tanto del ateísmo como del moralismo religioso (nueva religiosidad) que veremos aparecer en los tiempos de Sófocles, Eurípides y la 2ª sofística, así como de las reflexiones, sobre el tema, de Sócrates y Platón.
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En estrecha relación con la postura de la 1ª sofística acerca de la religión se encuentra la concepción que tienen sobre el CONOCIMIENTO: es evidente que si la primera sofística piensa que no basta ya con la sabiduría religiosa tradicional, necesitarán fundamentar una nueva teoría del conocimiento. Por otro lado, si se quiere fundamentar en la propia naturaleza humana toda la teoría ética y política, era necesario poseer una teoría del conocimiento con base también humana. Pues bien, ya hemos visto como Protágoras rechaza la posibilidad de alcanzar verdades absolutas. De ahí que sustituya el concepto de verdad por el de lo conveniente para el grupo y los individuos. La mayor critica, sin embargo, que puede hacérsele a esta teor1a es la de defender el relativismo individualista en el conocer: "el hombre como medida de todas las cosas", implica que cada uno, según su naturaleza o circunstancias, seleccionará aquello que más le conviene para el conocer y para el actuar. En este sentido, toda verdad es parcial e individual, pues, en último término, depende del punto de vista de cada uno. El peligro de llevar a sus últimas consecuencias esta teoría son evidentes. En gran parte, la 2ª sofística lo hará; desembocando en la defensa del más absoluto individualismo. En la primera sofistica, sin embargo, no se puede perder de vista su confianza en la naturaleza humana, lo que, a pesar de puntos de vista particulares, posibilitaría siempre un acuerdo entre los hombres.
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ACERCA DE LA SEGUNDA SOFÍSTICA

Hemos visto que la idea de igualdad es un concepto fundamental tanto en la democracia religiosa de Esquilo como en la Democracia racional defendida por la primera sofística. Hemos visto también que, junto a la defensa de tal igualdad, la lª sofística negaba (del mismo modo que Demócrito) que tal igualdad fuera absoluta, ya que aspectos, como los grados de saber, la educación y el aprendizaje podían crear diferencias y desigualdades entre los hombres. Pues bien, el periodo que ahora vamos a estudiar, correspondiente a la denominada 2ª SOFISTICA, centrará también sus reflexiones en la idea de igualdad pero de modo diferente a Protágoras y la primera sofística. Y todo ello por lo siguiente: en la época de la denominada 2ª sofistica nos vamos encontrar con un grupo de filósofos que pondrán el acento sobre la idea de igualdad y con otro que lo pondrá en la idea de diferencia. Lo que sucederá es que ambos grupos, curiosamente, coincidirán ya que chocarán y criticarán al nomos de la Polis: el primero de esos grupos, al criticar al Estado por su incompetencia a la hora de lograr en la práctica el ideal de la igualdad absoluta; el segundo, porque el Estado, al defender la idea de igualdad, no entiende que lo natural son las diferencias entre los hombres. Veremos que las ideas correspondientes con el primer grupo se encuentran ya presentes de forma embrionaria en Gorgias (contemporáneo de Protágoras) y su defensa del panhelenismo; aunque sus principales representantes, dentro ya de la 2ª sofística, serán Hipias (cosmopolitismo), Antifonte, Licofrón y Alcidamante. Por su parte, las ideas correspondientes al segundo de los grupos, serán defendidas por filósofos como Calicles, Trasímaco de Calcedonia, etc. Sus teorías, centradas no en la igualdad sino en diferencia natural existente entre los hombres, acabarán defendiendo, como veremos, la tesis del derecho del más fuerte, la tiranía, el imperios exterior, etc.
Hemos visto que en la 1ª sofística los valores del individuo no se consideraban contradictorios con los de la comunidad, sino idénticos y concordantes. Al mismo tiempo, vimos también que la 1ª sofística intentaba ser una justificación racional de la democracia de la época de Pericles. Tal democracia, sin dejar de respetar los valores democráticos presentes en Clístenes y Esquilo (justicia como igualdad y conciliación), presentaba una serie de novedades consistentes en plasmar de modo más real la equiparación entre las diferentes clases sociales. Es la lucha por el metron (medida) en las relaciones internas y la relaciones externas con los otros pueblos. Pues bien, el problema sería que tal equilibrio, logrado en la época de Pericles, acabará por resquebrajarse, sobre todo, en la relaciones externas. Sin entrar en consideraciones históricas, lo cierto es que Atenas y Esparta iniciarán un enfrentamiento que dará lugar a las conocidas como guerras del Peloponeso y que abarcarán los años 431-401 a. de Cristo. Es en este largo período cuando el intento de concordia y síntesis (metron), mantenidos desde la época de Clístenes, comienza a romperse, naufragando poco a poco los ideales del racionalismo defendidos por la primera sofística.
Pues bien, en este contexto, de las guerras del Peloponeso, es en donde hay que situar las nuevas ideas de la 2ª Sofística, y, en donde, el ideal de la Polis, como el lugar en donde los individuos podrían desarrollar sus capacidades, a partir de la idea de igualdad natural, comienza a ser puesta en cuestión. Con la 2ª sofística comenzará a cuestionarse también la idea de que los intereses particulares deberían situarse por debajo de los generales. Todo ello dará lugar al predominio de un tipo de filosofía que defenderá la necesidad de liberar al individuo de las servidumbres de la Ciudad y del Estado. Y todo ello se hará a base de interpretar erróneamente, en nombre del egoísmo, la máxima de Protágoras: "el hombre es la medida de todas las cosas"; otras veces en nombre de valores humanitarios y morales. Sea como sea, en todos los casos, la creencia es que la naturaleza humana es algo opuesto al nomos, algo incompatible con ella. Para fundamentar tal idea, unos (como veremos) acentuarán la importancia de la igualdad; y otros criticarán tal idea de igualdad. Tanto en un caso como en el otro, de lo que se trata es de criticar los ideales del sistema democrático. Las guerras del Peloponeso son la causa principal que precipita este proceso de crítica y desintegración.
Pues bien, teniendo en cuenta estas consideraciones generales acerca de la 2ª SOFISTICA, se trata, ahora, de esbozar las LÍNEAS FUNDAMENTALES DE LAS PRINCIPALES FILOSOFÍAS que se corresponden con ella:
A)El humanismo igualatorio y hedonista (Gorgias, Antifonte, Licofrón, Alcidamente, Eurípides, Aristófanes)
B)Irracionalismo y Teoría de la fuerza (Calicles, Trasímaco, Polo).
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A) La primera de las corrientes filosóficas de la 2ª sofística se asienta en la defensa del ideal de la IGUALDAD, pero como ALGO ABSOLUTO, es decir, pasando por alto las diferencias que podrían surgir por el aprendizaje, la educación, el saber, etc.(1ª sofística).Estas ideas, defensoras, como veremos, de un humanitarismo individualista y hedonista se encuentran, dentro de la 2ª sofistica, en filósofos como Antifonte, Licofrón y Alcidamante,etc.
De todos modos, ya podemos encontrar antecedentes a esta posición de la 2ª Sofística en la figura de GORGIAS, contemporáneo de Protágoras y ,por lo tanto, perteneciente realmente a la 1ª sofística. Con Gorgias, los valores de la colectividad (ver el "Gorgias" de Platón) ya no son tan importantes como para Protágoras. Es cierto que, Gorgias, no se encuentra tan alejado de los ideales de la Polis como sucede con los miembros de la 2ª sofística; sin embargo, ya encontramos en él ideas que la prefiguran: así, por ejemplo, en el "Gorgias" se afirma que el sofista no es más que un "artífice de la persuasión",y se rehuye discutir sobre la justicia o injusticia del acerca de lo que se persuade. Vemos, por tanto, presente de alguna forma la tesis del engaño (apáte) como medio para conseguir un fin. Del mismo modo, se afirma en el Gorgias, que el camino que usan las artes para lograr sus efectos es el de crear ilusiones; así también, la filosofía debería conseguir dar realidad a una cosa, aunque ésta no sea cierta. Es justo quien logra realizar ese engaño mediante la persuasión y es sabio el que se deja persuadir por ilusiones, aunque sean falsas, pues ello procura placer. Vemos, por tanto, aquí presente la raíz del INDIVIDUALISMO HEDONISTA de lo que será la 2ª sofística.
En este sentido, ANTIFONTE, defenderá la irrealidad de las diferencias entre nobles y no-nobles; entre griegos y bárbaros. Resulta probable que criticara también la distinción entre libres y esclavos. Por naturaleza, afirmaba, la igualdad de todos es absoluta y las leyes o nomos de la Ciudad son algo convencional e incapaz de lograr plasmar en la realidad lo que es igual por naturaleza. De ahí que "las más de las cosas que son justas, según el nomos, sean opuestas a la naturaleza". En este contexto, afirmaba también que, la filosofía no era ya el instrumento del que uno puede servirse para fundamentar el orden social sino "una fortaleza que debe dirigirse contra la ley y la costumbre" Defiende, siguiendo a Gorgias, la tesis del engaño: cuando no hay testigos debe seguirse a la naturaleza contra el nomos y solo delante de testigos al nomos contra la naturaleza, por causa del castigo que puede recibirse. Además, para Antifonte, la realidad ya no es el Estado sino el individuo, es decir, el hombre que busca, ante todo, la satisfacción de sus apetencias. La concordia y el equilibrio no se basan en acuerdos racionales o de conveniencia colectiva sino en los sentimientos de agrado o desaqrado individuales. Evidentemente, el agrado o placer ya no reside en los honores y éxitos de la Polis, a los que Antifonte define como "cebos engañosos",sino en la felicidad individual.
LICOFRÓN Y ALCIDAMENTE nos ofrecen un panorama parecido. El primero afirma que el nomos es incapaz de hacer buenos o malos a los ciudadanos, es decir, no tiene ningún tipo de relación con la naturaleza humana. El segundo, por su parte, afirma que la naturaleza ha hecho a todos los hombres libres y ninguno esclavo. Son las leyes quienes no aceptan los mandatos de la naturaleza. La filosofía tiene ser la fortaleza (la misma idea que en Antifonte) contra tales leyes.
En definitiva, estos autores centran su atención en la felicidad del individuo y manifiesta que las leyes del estado carecen de relación con la naturaleza. Hay en ellos un claro alejamiento de la esfera de lo político defendiendo, por encima de todo, la esfera de lo privado, como clara anticipación de lo que será el epicureismo y las filosofías helenísticas del siglo III a de Cristo. Pero no todo es negativo en lo que defendían: sus ideales de igualdad absoluta y su cosmopolitismo, así como la búsqueda de la felicidad para todo el género humano, sin distinción de razas o sexos, son ideas que después heredarán tanto las filosofías helenísticas en general como el cristianismo en particular.
Sin embargo, estas ideas no solamente se hallan presentes en estos representantes de la 2ª sofística; sino que podemos encontrarlas presentes en otros ámbitos del saber, como sucede con las tragedias de EURIPIDES(480-405 a de Cristo) o con las comedias de ARISTOFANES(445-386 a d Cristo).
Es evidente que en las tragedias de Euripídes está presente el ideal del panhelenismo. Si leemos o vemos representado su Agamenón, podremos comprobar que, en este caso, Ifigenia ofrece su vida para la salvación de toda Grecia. El alejamiento tanto de los ideales homéricos como de los del mismo Esquilo son evidentes: ni la idealización de los mitos heroicos, ni el dilema trágico están presentes ahora. El problema, en estos momentos, afecta a toda la cultura griega que puede desaparecer por efecto de las guerras fraticidas. Del mismo modo, en su otra obra "Alejandro" se debate la cuestión de si la esclavitud era por "naturaleza" o por "nomos"; llegando a afirmarse que ambos tienen la misma naturaleza. Al mismo tiempo, Eurípides,en sus tragedias y en coherencia con la defensa de la idea de igualdad absoluta, defiende la equiparación del hombre y de la mujer: la Grecia tradicional y democrática asignaba a la mujer una naturaleza distinta de la del hombre, y la única virtud que se le atribuía era la de la sophrosyne, es decir, obediencia, templanza, castidad, etc. En Grecia,el matrimonio de la mujer era concertado entre los padres y, casi siempre, por motivos económicos. Respecto a su educación es Jenofonte en su "Económico" quien nos refleja realmente la situación de la mujer. Afirma, Jenofonte, que la joven esposa de Isómaco había sido educada de forma que "viera lo menos posible, oyera lo menos posible y preguntara lo menos posible". Por ello, la mujer griega vivía encerrada en su casa, salvo las fiestas religiosas o los funerales, estaba mal visto que la abandonara. Pues bien, ahora en los tiempos de Eurípides, y en consonancia con la defensa de la igualdad absoluta y la critica al nomos civil, nos presenta en sus obras el cambio de mentalidad producido en la relación de con los sexos. Así, por ejemplo en Medea, la heroína critica abiertamente toda la mentalidad griega acerca de la mujer rebelándose contra el supremo poder del marido y afirmando que ella es (simmazés),es decir, que se siente como él, un igual.
Observamos también, en Eurípides, un cambio de mentalidad por lo que se refiere al significado, que ahora se le da, a una serie de conceptos fundamentales para la tradición y para la democracia de Atenas. Hemos visto, por ejemplo, como los ideales de piedad y compasión ya se encontraban presentes en Pindaro y Teognis en relación con la mentalidad agonal aristocrática. Vimos también que la defensa tales ideales estaba unida a aspectos de tipo religioso: la hybris o descontrol era algo condenable y castigable por los dioses; de ahí la necesidad de valorar positivamente la piedad, la compasión, la medida, etc. En la democracia religiosa de Esquilo o en la racional de Pericles, estos ideales siguen estando presentes aunque siempre puestos al servicio de la comunidad. Pues bien, durante las Guerras del Peloponeso y la 2ª sofística, tales ideas las podemos ver también presentes a través de la obra de Eurípides pero con las diferencias siguientes: en primer lugar, cuando se habla de piedad o compasión siempre se la refiere a individuos concretos y nunca se pretende, a través de ellos, asentar y justificar a la Polis. En Eurípides, existen tragedias enteras (Hecuba,Las Troyanas) en donde estos ideales de piedad y compasión individual constituyen el tema central. Son obras que están llenas de "heroes" miserables o harapientos que dan pena e inspiran compasión (Electra,Télefo); o victimas inocentes de la locura (Orestes).Atrás queda la fachada de grandeza de los héroes de Esquilo o de Sófocles. Ahora los héroes son individuos que sufren y a los que el poeta trágico comprende y compadece más que que juzga (como sucede en Esquilo o Sófocles). El cambio de mentalidad es evidente: Esquilo, además de mostrar, mediante el dilema trágico, como las acciones del héroe, por muy bien intencionadas que fuesen, pueden desembocar en descontrol y la desmesura; tambien juzgaba como indignas e injustas tales acciones y mostraba que, en último término, quien se resentía por tal desmesura era el sistema político que, Esquilo, quería defender y fundamentar. Ahora, la tragedia de Eurípides, se centra en la exposición de los problemas existenciales del individuo que sufre no solamente la degeneración de los antiguos ideales de la democracia, sino también el enfrentamiento bélico entre los mismos griegos. Los héroes de Eurípides representan claramente el desengaño producido por la incapacidad de la Atenas democrática para frenar el espíritu belicoso e irracional del hombre griego.
Pero no solamente en la 2ª sofística y Eurípides es en donde podemos observar el desengaño y la defensa del apartamiento de la vida política, para refugiarse en los valores estrictamente individuales. Si se analizan las obras del principal representante de la comedia griega, ARISTOFANES, podemos ver representados, de forma irónica u humorística,los mismos ideales señalados anteriormente. Aristófanes, en sus comedias, defiende el ideal de la felicidad individual que se encontraría en la paz, la abundancia y la buena comida. Si para Pericles, afirma ironicamcnte, la elevación del nivel de vida de las masas era lo esencial; ahora también hay que elevar tal nivel pero a través de la consecución individual del mayor grado de placer y felicidad. Ello se consigue mostrando rechazo a todo tipo de participación en la vida pública (apragmosine) y a todo tipo de enfrentamiento bélico. Por todo ello, en su obra "Las Avispas" sus protagonistas buscan un lugar "sin asuntos públicos",huyendo de una realidad que no les gusta e inventando realidades fantástica y utópicas. En su Asamblea de mujeres, Aristófanes, representa una sociedad en donde se han abolido los pleitos, los abogados, la asamblea, los jueces. etc.
Pero detrás de la ironía y el humor de Aristofánes se esconde una critica amarga del pasado democrático de Atenas. No hay que olvidar que sus dos comedias más representativas Asamblea de mujeres y Pluto son escritas ya en el siglo IV a de Cristo(392 a 388 a de Cristo) y, por lo tanto, en una Atenas con un proceso político muy difícil, después del desastre del la guerras del Peloponeso. Por ello en Asamblea de Mujeres puede verse una critica amarga hacia lo que pudo haber sido y no fue la democracia. En esta obra, las mujeres como heroínas protagonistas deciden poner en práctica una especie de comunismo con abolición total de la propiedad privada. Ello implicará la desaparición automática de los robos, los pleitos, los jueces, etc, pues nadie tiene más que nadie, ni a nadie le falta nada. Tienen que ser las mujeres, señala Aristofánes, quienes llevan a sus últimas consecuencias las ideas de igualdad de la Democracia ya que ningún político (incluido Pericles) se atrevió a hacerlo. Aristófanes acusa al Estado o Polis de no haber estado a la altura de las circunstancias al no cumplir las espectativas de los ciudadanos enfrascándolos en una guerra de incalculables consecuencias. No es de extrañar, por tanto, que ahora, desengañados se aparten de intervenir en los asuntos públicos, dejando todo en manos de las mujeres. Desde otro punto de vista, sucede lo mismo en su otra obra PLUTO: en esta obra, Aristófanes, propone llevar a la práctica, con todas sus consecuencias (igualdad absoluta) los ideales de la democracia. Para ello, habría que implantar grandes impuestos económicos a los ricos ya que así se lograrían grandes sumas de dinero en las arcas del Estado y éste podría lograr una mayor felicidad para sus ciudadanos. Pero también la democracia falló aquí y, por ello. tampoco es de extrañar que los individuos decidan apartarse de intervenir en los asuntos públicos. Aunque es cierto que Aristófanes plantea estas soluciones radicales y socializadoras en clave de humor y de que sus ideas tuvieron poca relevancia en el mundo griego, lo que es evidente es que son un exponente claro de los problemas humanos y sociales de la Atenas de finales del siglo a. de Cristo.
Pero, además, es interesante aclarar y saber que estas ideas utópicas, defendidas por Aristófanes, seguirán estando presentes (como minoría) durante el siglo IV en FALEAS DE CALCEDONIA: es autor de una constitución que recoge muchos de los rasgos presentes en en Aristófanes. Así, para Faleas, la desigualdad de riquezas es la causa de los crímenes, las guerras, la miseria. Para evitar todo esto, propone una distribución igualitaria de la tierra, educación igual para todos los ciudadanos impartida por el Estado, nacionalización de las industrias y oficios, etc.
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EL IRRACIONALISMO Y EL USO DE LA FUERZA (la doctrina del más fuerte): hemos visto una de las lineas de pensamiento de la 2ª sofística, es decir, aquella que, partiendo de la defensa de la tesis de la igualdad absoluta termina acusando al nomos civil de enfrentarse con la naturaleza humana y de ser el causante real de todos los males del mundo griego. Pero junto a esta corriente, transcurre paralelamente OTRA, que también contribuye a la disgregación del ideal integrador de la 1ª sofística. Esta otra corriente, perteneciente también a la 2ª sofística, pone el acento, como ya hemos señalado, no en la igualdad natural de los hombres, sino en las DIFERENCIAS que por NATURALEZA existen entre tales hombres, lo que implicará el tener que defender la existencia de hombres con naturaleza" ,superior o con fhysis especial y, por todo ello, desembocar en la defensa de las tesis agonales de los orígenes del pensamiento griego sobre el hombre y sobre la sociedad.
Es cierto que la 1ª sofística (Protágoras) defenderá la existencia de diferencias entre los hombres criticando, por ello, la tesis de la igualdad absoluta entre tales hombres. Lo que sucede es que, para la primera sofística, tales diferencias no eran naturales sino debido al aprendizaje, la educación, etc lo que permitía la existencia de personas con una areté superior, algo bueno y positivo para la mejor marcha de la ciudad. Pues bien, ahora con la 2ª sofística, las diferencias proceden de la naturaleza individual lo que implica que todo éxito personal, ventajas, etc, debe repercutir siempre en los individuos por naturaleza diferentes. Por todo ello, se admite que el éxito y el provecho individual puede conseguirse en abierto enfrentamtamiento con los ideales de la polis y su nomos. En definitiva, esta tesis de las diferencias por naturaleza, coincide de hecho con la tesis de la igualdad absoluta por naturaleza: ámbas se encuentran en un claro enfrentamiento con la Polis o ciudad. Existen, sin embargo, diferencias claras entre ambas corrientes: así, la tesis de la igualdad absoluta, al chocar con el nomos, conduce (no solamente a condenarlo) sino también a la defensa del ideal del individualismo hedonista. Por su parte, la tesis de las diferencias por naturaleza, choca también con el nomos, pero acabará por defender el ideal del individualismo irracionalista.
Curiosamente ambas corrientes, presentes en la 2ª sofística, tienen la misma fuente filosófica de la cual derivan: Gorgias. Este hecho lo vió claramente Platón en su diálogo "Gorgias":alli Polo y Calicles aparecen como derivaciones lógicas de un mismo maestro (Gorgias) y ambos representan claramente tanto la tesis irracionalista del dominio del más fuerte, como la defensa del hedonismo individualista. Ya hemos señalado que Gorgias, aunque defendía tesis moderadas en su enfrentamiento con la comunidad (por estar situado, todavía, de forma directa en la 1ª sofística) presenta ya rasgos (individualismo, irracionalidad como algo intrínseco a la naturaleza humana, etc) que lo convierten en un claro antecedente de las ideas de la 2ª sofística.
Por consiguiente, las ideas de esta corriente irracional de la 2ª sofística, arrancan de una concepción (presente ya en Gorgias) que piensa que la naturaleza humana contiene en sí, como algo intrinseco, elementos de carácter irracional que se imponen al logos y lo dominan en la práctica de las relaciones humanas. Tal idea, evidentemente, no es nueva en el pensamiento griego sino que consiste en una readaptación de la vieja idea de la hybris. Lo que sucede es que, ahora, la hybris irracional no se condena, (como algo impío o que va en contra de los idea de concordia social), sino que es aprobado como "natural". Lo que ahora es condenable es el nomos convencional por ser incapaz de llevar a la práctica el ideal de la hybris en el ámbito de la Polis. Todo aquello, se piensa, que se oponga al placer individual obstaculizando el dominio del más fuerte es algo condenable por ser contra-natura. Nos encontramos, por tanto, ante la resurrección de un antiguo ideal agonal como es la defensa de hombre con naturaleza superior porque es diferente. Es cierto que, cuando la 2ª sofística habla de hombres con naturaleza superior, no piensa en el modelo de los herées de la antigüedad perdidos ya en el remoto pasado; ahora el hombre superior podría, en principio, ser cualquier ciudadano que lograra destacar ante los demás. La diferencia de mentalidad, sin embargo, consiste en que ahora se defiende que todas las ventajas de tal hecho deberían repercutir únicamente en el propio individuo y no en la comunidad. Por ello, todo nomos civil que intente cuestionar tales ventajas individuales, predicando, por ejemplo, la igualdad, significaba un atentado contra la naturaleza. Evidentemente tales ventajas individuales justificaban cualquier tipo de actuación, por muy monstruosa que fuese, siempre que significase riquezas o mayor poder individual.
La exposición de la doctrina del más fuerte es algo que se encuentra presente en multitud de textos. Como ejemplo significativo se podría señalar la larga y sincera exposición que de tal doctrina realiza Calicles en el Gorgias de Platón. Lo mismo podríamos decir de Polo, otro de los personajes del Gorgias, aunque su defensa del dominio del más fuerte esté algo más mitigada y menos clara que en Calicles. Sin embargo, su posición acerca de que el hombre injusto, pero con poder, es el más feliz, (ejemplos de Arquelao y de Jerjes),reflejan claramente esta doctrina del más fuerte. Es evidente también que Trasímaco, en el libro I de la Republica expresa claramente y sin rodeos, tal doctrina. Está también presente en Tucídides (historiador griego); sobre todo en aquellos textos en donde nos informa, justificándolo, de los deseos atenienses de imponer su imperio ante los otros estados griegos. En este sentido, Tucídides, expone como historiador el discurso que los embajadores de Atenas realizan en Esparta; de él se podrían extraer tres leyes de tal discurso que nos manifiestan claramente el sentir de la Atenas de la época de las guerras del Peloponeso: a) el país que tiene un imperio es detestado por sus súbditos, y, por tanto no le queda más remedio que conservarlo a golpes o sucumbir. b) La naturaleza humana no se contenta nunca con lo tiene y ambiciona más. c) El Estado más fuerte es quien impone siempre su voluntad y busca siempre su conveniencia. Del mismo modo, en otra obra de Tucídides, "Dialogo de Melos", se expone también crudamente la creencia de que el hombre, por naturaleza, aspira siempre a imponerse por la fuerza sobre los demás. Es evidente que tal justificación de la ley del más fuerte (tanto a nivel individual como en las relaciones entre estados) es la llamada a toda clase de ambiciones, así como la rotura del control y la medida de la Polis ateniense. Como ejemplo práctico de tal hecho podríamos citar a la figura del político Critias, el más violento de los 30 tiranos impuestos a Atenas por Esparta tras la derrota ateniense en las guerras del Peloponeso.(404). Critias defiende sin pudor un ideal basado en la fama, la riqueza, el valor y, aunque pone en duda que tales honores lo sean por naturaleza (como en tiempos homéricos), si afirma que el nomos de la ciudad debe mantener la tiranía de la justicia, es decir, la ley del más fuerte. Así no tiene reparos en justificar que tal dominio de los mejores, aunque sea un abuso, es lo legal y justo.
Al hablar de la religión en la 1ª sofística se hizo referencia a que esta corriente filosófica tendía a prescindir totalmente de la religión a la hora de justificar cualquier tipo de acontecimiento. Incluso aquellos que se presentaban imprevisibles o incontrolables eran explicados como efectos de la fortuna (tyche) ,y, al mismo tiempo, intentaban ser dominados de modo lógico o racional. Pero, también dijimos, al hablar de la religión en la primera sofística, que su agnosticismo y su racionalidad extrema serían la base de ciertos acontecimientos en el terreno de la moral y de la religión. Tales acontecimientos hacían referencia a DOS CUESTIONES que ahora se manifiestan en los tiempos de la segunda sofística y las guerras del Peloponeso:
a) Desarrollo de un fuerte inmoralismo e irreligiosidad.
b) Desarrollo de un intento de creación de un nuevo tipo de moralismo y religiosidad (Eurípides, Sócrates y Platón), pero sobre bases diferentes a todo lo anterior (nueva moralidad).
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Hemos visto como la primera sofística siempre defendía la guía de la razón, así como la persuasión racional y justa, en la solución de los problemas internos y externos de la ciudad. Pues bien, durante la 2ª sofistica y las guerras del Peloponeso, junto a la doctrina del más fuerte y la tesis defensora de la igualdad absoluta, se encuentra presente también una doctrina menos enfrentada con el nomos de la ciudad (que las otras dos corrientes), menos violenta que la doctrina del más fuerte ,y, por ello, más en la línea con la guía racional de la 1ª sofística, pero que, como veremos, conduce de hecho al más fuerte inmoralismo. Esta nueva doctrina, más suave y menos violenta que la doctrina del más fuerte, aunque no, por ello, menos inmoral es el PRAGMATISMO: el pragmatismo es algo que se encuentra presente en multitud de de textos y testimonios relacionados con las guerras del Peloponeso. Es cierto que, en principio, intenta ser un freno a las temibles consecuencias que podría traer consigo la aplicación pura de la doctrina del más fuerte. Sin embargo, el pragmatismo que ahora se defiende se encuentra muy alejado de los ideales de la democracia de Clístenes o Pericles y, como veremos, conduce al inmoralismo.
El Pragmatismo, presente en tiempos de la 2ª sofística y las guerras del Peloponeso, no desprecia absolutamente la razón y la inteligencia como como guía de la actuación política. Por el contrario, piensan que es un medio a oponer al irracionalismo del más fuerte. Lo que sucede es que también existe una clara conciencia y una aceptación de que la actividad pública puede chocar, sin, que pase nada, con los principios de la igualdad y de la justicia. Y vuelve ser Tucídides quien mejor nos describe el pragmatismo político ateniense de los tiempos de las guerras del Peloponeso. Tucídides nos describe los discursos de Cleón y de Diódoto en donde discutían que es lo que debería de hacer Atenas con los Mitilenios los cuales se habían sublevado contra su poder. Pues bien, el discurso de Cleón argumenta que la conveniencia del estado más fuerte: es imponer la ley de la fuerza, aniquilando a los Mitilenios sublevados. Incluso, para justificar tal acción, afirma que las pasiones de la naturaleza humana (irracionalidad) exigen un castigo ejemplar. Evidentemente, Cleón, manifiesta sin ningún tipo de rubor la doctrina del más fuerte. Por su parte, Diódoto, sostiene una teoría menos violenta, más pragmática, pero no, por ello, menos inmoral: afirma que el miedo al castigo, por parte de los mitilenios, puede hacer que decidan resistir más de lo que podría ser conveniente para el poder de Atenas. Es, por tanto, inteligente no abusar del poder. En ningún momento de su discurso están presentes como valores en sí mismos, la sopfrsyne, el control o medida en el actuar, la justicia, la igualdad, etc. Y si aparecen, solo tienen el valor en cuanto pueden ser útiles para conseguir buenos resultados.
Puede afirmarse, por tanto, que el Pragmatismo de la 2ª sofística y las guerras del Peloponeso, está a un paso del INMORALISMO presente también en esta época. Es evidente que si se defiende que es justificable cualquier tipo de acción si resulta conveniente para el individuo o para el Estado, habría que defender también la tesis de que todo está permitido. Pues bien, algo de esto es lo que sucede en el campo de la moral en los tiempos de la 2ª sofística. Ahora, el relativismo moral de la primera sofística, todavía limitado en la práctica, se expande de modo claro y contundente. La formulación que mejor expresa tal relativismo moral de la 2ª sofistica es la frase de Eurípides, en el Eolo, cuando afirma::¿Qué cosa es vergonzosa si no se lo parece a los que la hacen? Con esta frase, todos los ideales de la 1ª sofística, de persuasión racional, consenso después del debate de ideas contrapuestas, son, ahora, suprimidos de un plumazo. Pues, ¿qué sentido tiene intentar persuadir racionalmente o debatir puntos de vista diferentes, si, en último término, el valor moral reside en que todo está permitido a partir de que lo bueno y lo malo depende del punto de vista de cada uno?.
Dónde más claramente aparece expuesto este relativismo inmoralista es en los discursos del orador griego LISIAS. Sus discursos, escritos por encargo para los acusadores y para los acusados en los procesos subsiguientes a la reinstauración de la democracia, trás la caida. del régimen de los 30 tiranos, nos permiten descubrir el relativismo dentro del campo de los jueces, desde el momento en que el punto de vista de tales jueces es quien tiene la última palabra. Ello explica fallos judiciales absolutamente opuestos sobre actuaciones idénticas o semejantes; así, un juez tacha de traidor y condena a quienes colaboraron con la tiranía, mientras que otro, ante un caso igual, absuelve al acusado por haber actuado humanamente y de modo comprensible.
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Pero, al mismo tiempo que se produce este inmoralismo disolvente de la Ciudad y el Estado asistimos también, en tiempos de la 2ª sofística y las guerras del Peloponeso a un serio intento por fundamentar un NUEVO TIPO DE MORAL Y DE RELIGIOSIDAD. Las causas que explican este hecho son varias: por un lado, el convencimiento de que los intentos de fundamentar socialmente la moralidad, al modo de la 1ª sofística, habían desembocado en el más absoluto fracaso; por otro lado, la conciencia de que cualquier fundamentación moral de tipo individualista conducía a la irracionalidad y el relativismo. Además, y, por otro lado, existía también conciencia del sin sentido de esperar encontrar en el pensamiento tradicional el camino en donde fundamentar la moral. Al fin y al cabo, ella también era responsable del inmoralismo en que se había desembocado. No había más remedio, por tanto, que crear nuevas ideas para la búsqueda de un nuevo tipo de moral. Pues bien, este nuevo proceso se sale realmente fuera del ámbito de la 2ª sofística, aunque en estrecha relación con ella (y también con la 1ª) ya que, en último término, la nueva moralidad es una especie de reacción en contra de la inmoralidad y la irreligiosidad en que el movimiento sofista desemboca.
Pues bien, en el surgimiento del nuevo tipo de moralidad (surgida en Atenas a partir de finales del siglo V) son fundamentales las figuras sobre todo, de Sócrates y de Platón. Hemos visto anteriormente como en la tragedia de Eurípides aparecía reflejada la tesis del ideal de la igualdad absoluta, así como la importancia dada a los problemas de la existencia particular. Pues bien, Eurípides, representa también la mentalidad clara de que era necesario para Grecia un nuevo tipo de moralidad que hiciera frente a la ola de relativismo moral individualista y de irracionalismo, presentes por doquier en la sociedad ateniense. Este nuevo moralismo, que ahora comienza a desarrollarse consiste esencialmente, como veremos, en la aceptación de valores fijos por sí mismos, es decir, que valen por sí al margen de las ventajas o inconvenientes que pudieran reportar.
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Pues bien, aunque EURIPIDES no es realmente el creador principal de las nuevas ideas de carácter moral (para ello hay que esperar a Sócrates y Platón) si exige, con sus planteamientos, esa nueva moralidad que Atenas necesitaba. Eurípides,por ejemplo, pide, a través de sus obras, ver claro acerca de los JUICIOS morales con lo que juzgar determinados comportamientos y no se contenta (como hace Esquilo o Sófocles) con justificar ciertos actos acudiendo a la ignorancia humana o a los oscuros designios divinos. Eurípides se rebela contra la imposibilidad de distinguir realmente entre actos morales e inmorales (algo imposible en una moral relativista a ultranza) y, al mismo tiempo, rechaza buscar una nueva moralidad con fundamentación religiosa. Señala (y en esto prefigura a Sócrates) la necesidad de una nueva moral que tenga su base en LA CONCIENCIA HUMANA. Esta posición la podemos ver representada en varias de sus tragedias. En ORESTES, por ejemplo, cuando Menelao, viendo la locura del protagonista, le pregunta que enfermedad es la que le arruina, éste le contesta: "mi entendimiento, porque sé que he hecho algo terrible"(dar muerte a su madre).Pese a la ORDEN de Apolo, (orden divina),la conciencia de Orestes se rebela y le indica que ha obrado mal y afirma que este obrar mal es una falta contra la justicia y la ley común de los griegos. Es este, sin duda un nuevo tipo de planteamiento moral que en poco coincide con todo lo anterior y que toca de lleno la cuestión de la adhesión íntima de la que hablamos al tratar de la 1ª sofística. El situar la conciencia personal como sujeto primario de todo juicio moral rompe con muchos de la valores tradicionales del mundo griego: en primer lugar, según esta nueva concepción, no podría ser cierta, por ejemplo, la tesis de los que defendían que podría ser feliz (aún cometiendo injusticia) quien alcanzara poder, honor o fama.(Recordar casos de Arquelao y Jerjes justificados por Polo en el Gorgias de Platón). Al mismo tiempo, la tesis de la conciencia moral establece una separación entre acción y pensamiento, dando más importancia a éste último, y, en donde, por ejemplo, pensar algo injusto ya sería malo aunque no fuese acompañado de acción. Cuando, más adelante, Sócrates, diga esto mismo será objeto de burlas y ataques por ser algo incomprensible para la mentalidad tradicional griega. Es evidente que una sociedad como la griega, vuelta esencialmente siempre hacia la importancia de los valores externos, tenía que chocar con esta nueva mentalidad de valoración de lo interno. Lo que sucede es que el callejón sin salida en la que desemboca el inmoralismo de la 2ª sofística, exigía realmente una solución de este tipo.
De todos modos, también es evidente que la valoración de la conciencia moral, sin más, puede conducir también al relativismo si, al mismo tiempo, no se establece y postula la existencia de valores morales absolutos y universales que obliguen a todo tipo de conciencia humana. En Eurípides no existen reflexiones sobre esta cuestión, sino solamente planteamientos generales que rebelan la necesidad de la existencia de tales valores. Así, en otra de sus tragedias, Hipólito, es la reina Fedra la que confiesa que sus manos están puras pero su alma (otra vez del valor de lo interno) es la que tiene una mancha; a saber, el amor por su hijastro Hipólito. Es de nuevo el remordimiento, la mala conciencia interna la base de todo juicio referido al comportamiento. No vemos, por ningún lado, presente en sus obras ni el enjuiciamiento de carácter religioso (Esquilo Sófocles) ni el enjuiciamiento social de la 1ª sofística. Por otro lado, y en estrecha relación con todo lo dicho sobre la interiorización de las normas de conducta se encuentra, también en Eurípides, el problema de la RESPONSABILIDAD. Es evidente que en una tesis relativista o en una tesis defensora de la ley del más fuerte, el problema de la responsabilidad queda diluida en la justificación del punto de vista o en que la naturaleza humana es algo esencialmente irracional. Incluso en la moral tradicional, la responsabilidad nunca es exclusivamente humana sino compartida con las intervenciones divinas. Ahora, con la nueva moral, al situar como base la conciencia, se tenderá a señalar a cada uno, individualmente, como responsable principal de sus acciones.
De todos modos, como ya se ha señalado, el que encontremos, en las obras de Eurípides, cuestiones referentes a la conciencia moral y a la responsabilidad, no quiere decir que en él existan reflexiones profundas sobre tales temas. Eurípides es un poeta trágico, no un filósofo,y,lo cierto es que no llegaba únicamente con plantear la necesidad de un nuevo tipo de moral basada en lo interno, sino que había que construirla teóricamente si se quería que, despues, tuviese una dimensión práctica. Más adelante veremos la labor de Sócrates en este terreno. Antes, sin embargo, habría que señalar lo siguiente: A)La creación de un nuevo tipo de moralidad exigía, en primer lugar, aclarar el significado de una serie de conceptos que se encontraban sometidos a una vaguedad y ambivalencia extraordinarios, debido a sus diferentes usos a través del tiempo. Por ejemplo, los conceptos de justicia, igualdad, medida, etc. El afán de Sócrates y Platón por encontrar definiciones precisas y rigurosas, a través de los diálogos, habría. que ponerlo en relación con lo que acabamos de decir. B) Es evidente que en el mundo griego todo intento de separar la justicia y los valores tradicionales (éxito, honores, fama, etc) de lo considerado como "conveniente"(fuera esto la suerte de la polis o las ventajas individuales) resultaba muy complicado ya que significaba ir contracorriente con la mentalidad griega tradicional. No es de extrañar, por tanto, que la nueva moralidad, que ahora comienza a desarrollarse en Grecia, termine por chocar con los valores tradicionales de todo tipo presentes en Atenas. La condena a muerte a Sócrates habría que situarla en este ámbito. C) Por otro lado, es cierto que la nueva moral elaborada por Sócrates y Platón hará coincidir, por ejemplo, su idea de justicia con lo conveniente, lo placentero, lo hermosos, lo bueno, etc. Ahora bien, ello será a base de realizar una inversión total de los valores (como luego, afirmará Nietzsche) y que, entre otros aspectos, significará que el individuo siga separado de los ideales del estado democrático. desembocando en la defensa de la utopía. Y es que todo Estado implica relaciones entre los hombres y es incapaz de renunciar a valorar el éxito y contentarse únicamente con la intención. En este sentido, la República de Platón es sintomática: Platón propondrá, para los regentes de la Polis, una vida casi eremítica o de convento, en donde los valores externos se encuentren totalmente al margen. Únicamente el saber puede ser la base sobre la que asentar la vida privada y la pública. No es de extrañar  la amargura platónica de las Cartas, tras haber comprobado como han fracasado los pocos intentos de llevar a la práctica su Repúbica ideal.
Como conclusión a todo lo dicho sobre la 1ª y la 2ª sofística se podría señalar lo siguiente: hemos descrito la existencia de un camino que va desde la sabiduría racional de la 1ª" sofistica a la inmoral de la 2ª. La existencia de tal camino explica la mala prensa que siempre tuvo el movimiento sofista. La diferencia establecida entre las dos corrientes debería servir, entre otras cosas, para comprender que no todo es negativo en la sofística. Por otro lado, hemos visto también como existe un camino que, partiendo de la antilogia protagórea, método de acceso a la verdad a través de la argumentación y persuasión racionales, desemboca, sin embargo, en un método que falsea la verdad para lograr ventajas individuales y fines egoístas e irracionales. Ahora bien, lo cierto es que la nueva moralidad griega solamente tiene sentido a la luz de la crítica del movimiento sofista. Esta nueva moralidad intentará demostrar la existencia de valores no relativos sino absolutos. Pero, tales valores absolutos, hubo que crearlos a través de la reflexión racional ya que no estaban presentes como tales ni en la tradición prerracional o agonal, ni en tradición religiosa o racional de Esquilo o Pericles. Pues bien, esta será la gran labor de Sócrates y de Platón. El problema es que su labor no solamente contribuirá a destruir las tesis del relativismo o las ideas sobre el inmoralismo pragmático, sino también el fundamento mismo de la democracia de Atenas, pues es imposible la convivencia entre los ideales de Platón, en la República, con los ideales de la Democracia ateniense.
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Antes de pasar, sin embargo, al estudio correspondiente al pensamiento de Sócrates(469-399 a de Cristo) y de Platón(428-347 a de Cristo),hay que analizar las dos cuestiones siguientes:
A) La primera se refiere a la DIMENSIÓN PRACTICA que se corresponde con las teorías de la 2ª sofística. Hemos visto anteriormente como las personalidades de Temístocles y Arístedes se correspondían en la práctica con los ideales de la democracia de Clístenes, ideales mostrados teorícamente a través de la tragedias de Esquilo. Lo mismo puede hacerse analizando la figura de Pericles, para comprobar hasta que punto esto llevó a la práctica los ideales teóricos de la primera sofistica. Pues bien, de la misma manera sucede también en relación con la 2ª sofistica. Se trataría de a analizar los acontecimientos y las personalidades clave de la política ateniense, durante las guerras del Peloponeso con el objeto de averigüar hasta que punto hay coincidencia entre la realidad práctica y las teorías de la 2ª sofística.
B) La segunda cuestión hace referencia a lo siguiente: es cierto que durante la democracia de Pericles el pensamiento dominante se corresponde con la racionalidad pura de la primera sofística. Ahora bien, ello no quiere decir que durante esta época el pensamiento religioso y tradicional estuviera totalmente ausente de la realidad ateniense. Las figuras de HERODOTO(480-405 a de Cristo) y SOFOCLES (496-406 a de Cristo )nos demuestran claramente que tal pensamiento tradicional, muchas veces en clara oposición a la primera sofística, está muy presente. Pues bien, antes de pasar al estudio del pensamiento de Sócrates(469-399) y de Platón (428-347)se hace necesario también, analizar el pensamiento de los autores antes citados.
En cuanto a la primera cuestión, es decir, la referente a la REALIDAD PRÁCTICA de los tiempos de las guerras del Peloponeso y la 2ª sofística, habría que decir lo siguiente: en primer lugar, durante este período correspondiente con el final del siglo V (431-401 a de Cristo) asistimos a una PROGRESIVA DESINTEGRACIÓN del estado democrático de la época de Pericles. Tal desintegración se corresponde en lo externo, como ya hemos señalado, con las guerras del Peloponeso, y en lo interno con las guerras civiles de Atenas, lo que conducirá al régimen Oligárquico de los 400 en el año 401 a de Cristo; y a una vuelta a una democracia "sui géneris" en el 403, después del derrocamiento del régimen de los 30 tiranos instaurado en el 404 a de Cristo.
Es evidente que Pericles había llevado a Atenas por el camino de la integración entre las clases sociales, aunque sin propugnar un igualitarismo radical. Partidario de la aplicación práctica del principio sofista de la medida y la persuasión racional, propugnaba un tipo de sociedad en donde se uniera trabajo privado y dedicación pública, planteamiento racional y pasión patriótica, libertad y autoridad, etc. Es el ideal del "metron" o medida en su aplicación práctica. Incluso las manifestaciones artísticas de la época, el Partenon, por ejemplo, recordaban a los griegos este ideal de simetría y equilibrio. Pues bien, al principio de la guerras del Peloponeso la situación social de Atenas no difería , en gran cosa, del ideal social defendido por Pericles, es decir, no existían grandes fisuras o diferencias entre las clases sociales: eran abundantes los pequeños propietarios rurales, así como los pequeños artesanos y comerciantes de la ciudad. Incluso los esclavos, en esta época, permanecían generalmente vinculados a las familias trabajado en las pequeñas explotaciones familiares y no como mano de obra masiva y explotada al máximo. Por otro lado, las familias aristocráticas, los comerciantes e industriales más adinerados, seguían adaptados al sistema democrático y, sin abandonar sus privilegios, contribuían también a la marcha del sistema democrático ateniense.
A mediados y a finales de las guerras del Peloponeso, sin embargo, la situación ya es totalmente diferente. Ojeando documentos escritos, ya al final de las guerras, como pueden ser las Tesmoforias y el Pluto de Aristofánes, nos encontramos con que siempre presentan en primer plano, y, de forma obsesiva, el gran descontento popular por el grado tan elevado de pobreza en la que se había desembocado. Pero, además, se manifiesta en tales documentos que tal situación ya no se toleraba con resignación, por lo que el caldo de cultivo para el surgimiento de cualquier teoría irracional o pasional estaba servido. Y es que las guerras habían arruinado a Atenas. No se puede olvidar que, durante tales guerras, los espartanos invaden y saquean toda la campiña ática (granero de Atenas.) Ello significaría la ruina total para los pequeños propietarios rurales y para los nobles terratenientes que poseían tierras. Además, los campesinos se verían obligados a trasladar su vivienda permanente dentro de la fortificada Atenas. Por otro lado, la guerra paralizó el comercio exterior y la industria (cierre de las minas de plata de Laurión, fuente de prosperidad de Atenas). En definitiva, los campesinos, expulsados de sus tierras, tampoco tenían cabida ni en la industria ni en el comercio. Además, la nobleza y los ricos comerciantes vieron caer en picado los beneficios obtenidos del campo o del comercio; sin embargo, se veían obligados a contribuir económicamente al sostén del erario público para hacer frente, a los gastos de la guerra. En conclusión, masas populares empobrecidas y ricos resentidos con el Estado; he ahí el panorama que presentaba la Atenas de finales del Siglo V a de Cristo.
Ahora bien, si la situación social ateniense era mala, no era mejor la situación POLÍTICA. La situación política, en los comienzos de las guerras del Peloponeso, en Atenas, era también normal: la aristocracia era sinceramente partidaria del sistema democrático. Los pequeños propietarios y las masas populares. también. Ahora bien, desde que Atenas decide fundar su estrategia, en las guerras, esperando el desgaste y el cansancio del enemigo, abandonando la campiña ática para refugiarse en la fortificada ciudad, entonces cambió también la situación política interna de la Polis. Aristófanes nos habla de la rebelión de los campesinos contra tal estrategia que les llevaría a negociar, por su cuenta, con los espartanos, a espaldas de la asamblea ateniense. La crisis política llegó a ser tan grave que Nicias, dándose cuenta de lo peligroso de la situación interna, firmará la paz (paz pasajera, por otro lado) con Esparta en el año 421 a de Cristo). De todos modos, la irracionalidad y la mentalidad imperialista ya habla calado en la política ateniense (recordar las tres leyes del discurso de los embajadores atenienses).Por todo ello, la guerra se reanudaría en el 413, produciéndose la grave catástrofe de la conquista de Sicília lo que hará que explote la rebelión interna, dentro de Atenas, y, que llevará a los aristócratas más radicales a romper con el sistema democrático e imponer un régimen abiertamente oligárquico, (el conocido como el régimen de los 400, primero en el año 411, y, luego, al final de las guerras del Peloponeso, en el año 404), y conocido como régimen de los 30 tiranos.
De todos modos, la situación llegó a ser tan confusa que los mismos miembros de la aristocracia se encontraban divididos y no todos apoyaron la imposición del régimen oligárquico. De hecho, los aristócratas más moderado como Terámenes, aunque partidarios, en principio, del golpe oligárquico, lograrían posteriormente convertirlo en una pseudo-democracia al imponer una constitución moderada que daba derechos a 5000 ciudadanos (propietarios). El mismo Terámenes será quien firme la capitulación final de Atenas frente a los Espartanos y llegara a enfrentarse directamente, también, con el regimen de los 30 tiranos de los cuales acabará siendo una víctima.
Pero no solamente es la aristocracia quien rompe con el estado democrático ateniense. Las restantes clases sociales de Atenas, así como sus dirigentes. se hicieron cada vez más intransigentes. Asi el Partido popular-demagógico, regido por aquel entonces. por la figura de Cleón (rechazará las propuestas de paz de Esparta en unas condiciones ventajosas para Atenas en el año 425) o Cleofón (hará lo mismo en el año 410) ,defenderá una política imperialista que acabará por provocar una una escisión irreversible entre la aristocracia y el campesinado. Los conocidos como Demagogos o Jefes dirigentes del Partido Popular ateniense, eran fanáticos obcecados que, en ningún momento, defenderán la tesis de la medida o el equilibrio. La ruptura de la conciliación entre las clases se agudizaría día a día: así los aristócratas se quejarán de que el peso de la guerra cae sobre sus espaldas; también se quejarán de que la justicia dictada por la Heleia,es decir, por los tribunales populares, únicamente tratan de llenar las arcas del Estado a su cuenta; afirmaban también ser víctimas del temor ejercido por los sicofantas o delatores, así como vivir en un sistema político corrompido. Por su parte, las masas populares, y, sus lideres, comienzan a ver en cada miembro de la Aristocracia un conspirador en potencia y a soñar con depuraciones y regímenes tiránicos al modo de Pisistrato. Todo ello llevaría, por ejemplo, al desarrollo de las Heterías o sociedades secretas de la nobleza, iniciándose una oleada de venganzas y crímenes contra sus adversarios políticos, los cuales responderían también, al llegar al poder, con juicios, destierros, condenas a muerte. etc, contra aquellos miembros sospechosos de la nobleza.
Este tipo de enfrentamientos se puede ver claramente en los hechos siguientes: en el 401 (finalizadas las guerras del Peloponeso),Esparta, impondrá a Atenas el conocido como régimen de los 30 tiranos. Pues bien, este gobierno de mentalidad oligárquica. se sostendrá en el poder a base de imponer destierros, confiscaciones de tierras, privaciones de derechos (solamente se le reconocerían derechos a 3000 ciudadanos); y, además, contando con la ayuda de un tipo de constitución impuesta por Lisandro, el general espartano victorioso. Pues bien, posteriormente, los millares de desterrados por el régimen de los 30, después de conquistar la fortaleza de File, provocarán en Atenas el enfrentamiento entre aristócratas moderados y extremistas (ambos defensores de la Oligarquía),para acabar llegando a un acuerdo con los moderados e implantar, de nuevo, el sistema democrático (año 403 a de Cristo).Pero ello no significaría que las cosas fueran mejor: ahora los procesos vengativos contra los sospechosos de colaborar con el régimen de los 30 tiranos se convirtieron en algo normal, las delaciones y los destierros injustos también eran lo normal. No hay que olvidar que sería en esta época (año 399) cuando se acuse y se condene, injustamente, a muerte a Sócrates. Ello lanza una luz muy dura y cegadora sobre el tipo de democracia que se restaura y a la que Platón considerará tan detestable como la tiranía de los 30.
Y es que se había llegado a un momento en que ya no existían diferencias de comportamientos ni entre las gentes ni entre los grupos políticos que los representaban. Rotos los ideales de concordia entre las clases, ahora, cada uno persigue sus propios intereses. Los discursos de Lisias nos muestran también aquí este tipo de realidad: tales discursos señalan que únicamente los intereses personales son quienes mueven a los individuos. Por ejemplo, en el 417, el demagogo Hipérbolo intentará deshacerse de sus rivales, Nicias y Alcibíades, los cuales, a su vez, son también enemigos acérrimos (Nicias representa al partido aristocrático y Alcibíades se ofrece al mejor postor, que unas veces será el Partido democrático y otro los oligárcas).Pues bien, ante esta situación que cuestiona sus intereses, no tendrán inconveniente alguno en unir los votos de sus partidarios y ostraquizar a Hipérbolo. Además, en tales discursos, se afirma claramente que no existían diferencias reales entre oligárcas, radicales y moderados ya que ambos lo que desean realmente es el interés individual y no el de la ciudad. Describen también los discursos las presiones ejercidas sobre los jueces a la hora de aplicar la justicia; así se les amenaza con acusarles de oligárcas si no condenan a los sospechosos de colaborar con los impulsores de la revoluciones oligarcas. Incluso los neutrales son también acusados de perseguir la seguridad, al no alinearse en ninguno de los bandos. La tesis de los discursos de Lisias es, por lo tanto, clara: el immoralismo de Atenas llegó a un grado tan alto que ya no existen diferencias en el comportamiento de las gentes. Son los intereses de los grupos sociales los que manipulan la vida de la Polis; así ,la injusticia de los oligárcas, con sus crímenes, es causa del surgimiento de la democracia. Pero ésta se comporta igual que el régimen anterior; ahora serán también las delaciones injustas, las sicofantía, así como los procesos judiciales amañados, los que traerán de nuevo la oligarquía.
Existe, también, otra colección de escritos. conocidos como "Colección Teognidea" en donde se recoge, en este caso, el sentir de la nobleza aristocrática ante la situación en la que había desembocado Atenas. El tema central de estos escritos es el de la amistad, concepto esencial en la moral aristocrática, como vimos, al analizar el principio de que establecía que habría que: "hacer bien al amigo, contra el enemigo iré como un perro". Pues bien, ahora los escritos relatan, de un modo amargo, las traiciones de algunos al principio de la amistad entre clases (sin duda, recuerdo de la lucha entre la nobleza radical y moderada). Se critica, con gran dureza, las alianzas matrimoniales entre plebeyos y nobles. Se justifica la existencia de las heterías o sociedades secretas, y, sobre todo, se predica la licitud absoluta del uso de todos los medios para satisfacer la venganza. La colección es una muestra clara de la imposibilidad de una. reconciliación o una vuelta a los ideales democráticos irremediablemente perdidos.
Pero, además de los aspectos señalados, existen aún OTRAS CAUSAS QUE CONTRIBUYEN Y EXPLICAN EL PORQUE DE LA DESINTEGRACION DE LA SOCIEDAD ATENIENSE en los tiempos de las guerras del Peloponeso. Hemos visto como el principio de lo "CONVENIENTE" (sinferon) jugaba un papel esencial en la teoría política de la época de Pericles, aunque siempre con la convicción de que la conveniencia individual coincidía con.la general. Ahora, la dura experiencia de los años de guerra llevará rechazar totalmente esta tesis periclea de lo conveniente. Y es que aristócratas, pequeños propietarios rurales, comerciantes. Industriales y masas urbanas, comienzan a actuar atendiendo únicamente a sus propios intereses. Para lograrlos, el principio de que "todo está permitido" o la aplicación del "derecho del más fuerte" serán los argumentos empleados para "persuadir" al adversario de que eso es lo más conveniente. Y es que lo que realmente sucede es que llega un momento en la historia de Atenas en que se rechazan, de hecho, todos los valores tradicionales, y, es este rechazo otra de las razones que explican. junto (a todo lo dicho anteriormente, la desintegración griega. Aristófanes, en sus obras, ridiculiza, por ejemplo, el deseo de gloría y el ideal del valor militar, el heroísmo, etc. valores sagrados, en otro tiempo, para el hombre griego. Incluso la cobardía y el deshonor son descritas, en este caso por Tucídides, como algo natural en el comportamiento de los hoplitas atenienses que temen y no desean para nada defender a la ciudad de los ataques de Esparta En definitiva, lo que, en otro tiempo, fue considerado como el mayor de los deshonores y el peor de los males, es ahora asumido como un comportamiento normal. Y es que, poco a poco, el desaliento y el irracionalismo acabarán, como ya hemos señalado, por dominar la vida política de Atenas. Y son muchos los hechos que lo demuestran. Dejando de lado el comportamiento inmoral de los grupos políticos atenienses, hechos como el que la Asamblea Ateniense primeramente condene a muerte a los mitilenios y, después, los absuelva; que decida imprudentemente embarcarse en la conquista de Sicilia alejando de tal expedición a su mejor general (Alcibiades),etc,demuestra claramente el nivel de confusión en el que se había desembocado.
En estrecha relación con todo lo que venimos diciendo, (desintegración de Atenas en la época de la 2ª sofística y las guerras del Peloponeso) vamos a describir una serie de TIPOS HUMANOS que se corresponden exactamente con la situación descrita. Estudiaremos la personalidad de Nicias (P.aristocrtltico). Alcibíades(¿) Cleón (Partido Popular-demagógico).
NICIAS ofrece, en principio, el paradígma de actuación ofrecido por Arístides. Amante de la libertad de Atenas y dispuesto a aceptar siempre las ordenes de la Asamblea, incluso en contra de su conciencia (invasión de Sicilia).Hombre de profunda convicción religiosa, enemigo de todo movimiento irreflexivo o irracional, es quien logra firmar la paz con Esparta en el 42 a. De Cristo. Hasta aquí, parece que nos encontramos un claro representante de los valores tradicionales y en consonancia con los ideales de la democracia de Clístenes o de Pericles. Sin embargo, si se observan más de cerca determinadas actuaciones suyas, se podrá comprobar cuán lejos se encuentra de tales ideales y cuán cerca del modo de actuar de la 2ª sofística de los tiempos de las guerras del Peloponeso. Así, por ejemplo, aunque se oponga a los planteamientos irracionales de los demagogos, él mismo se encuentra muy cerca de los mismos y muy alejado de los análisis realizados por Pericles, incluso en aquellos casos en donde domina "tyche" o la fortuna( caso de la peste ateniense). Ello puede verse en actuaciones de Niceas, como aquella en que, por miedo o superstición irracional (con motivo de un eclipse de luna) renuncia a retirar el ejercito de Siracusa. Por otro lado, Nicias, parece que siempre cultivó un distanciamiento con el pueblo y el culto a la personalidad individual sobre la base de sentirse diferente por naturaleza. Asi, según Aristofanes, su miedo al pueblo era provervial. Su desconfianza ante la actitud del pueblo se percibe claramente cuando es capaz de renunciar a una victoria militar (toma de Olimpeion) por temor a que éste, desobedeciendo sus ordenes, se dedicara al saqueo y el pillaje. Además, Nicias,se nos presenta siempre como partidario de la astucia y del engaño como un medio de lograr lo más "conveniente". Hemos visto como se alía con Alcibíades para deshacerse de Hipérbolo. Pero, además, Nicias, muestra también hasta que punto se había producido en Atenas un alejamiento entre lo individual y lo colectivo. Así, en el caso de la invasión de Sicilia, su planteamiento, desaconsejando tal acción, aparece como un modelo de exposición pragmática y "racional", es decir, aparentemente, podría ser el discurso que Pericles hubiese pronunciado. Pues bien, tal discurso logra, ahora, un efecto contrario a lo esperado: la Asamblea votará en su contra y apoyará la gran expedición.
Tal expedición, cuyo mando no se atrevió a rechazar (posiblemente tuviese miedo a ser acusado y condenado por traición) significaría no solo el fracaso de tal expedición, sino también su propia muerte, en un destino trágico (la colectividad envía a la muerte al individuo) que prefiguraba el destino de la misma Atenas.
B) ALCIBIADES: frente al pragmátismo y la inmoralidad de Nicias nos encontramos con la figura de ALCIBÍADES, clásico representante del individuo que hace la política que más gloria y provecho le repare personalmente. Alclbíades es el representante claro del individualismo hedonista de la 2ª sofistica. Fue una persona de una gran talento estratégico y militar, pero que no tenía inconveniente en aliarse con aquel que mayores ventajas le ofreciera. En este sentido, su vida seria un constante vaivén; así, lo veremos aliado con el partido democrático,.pero también con los oligárcas. Pero incluso, cuando Atenas le da la espalda, no tendrá inconveniente en aliarse con los mismo espartanos ,a los que dará los consejos que más podrían perjudicar a los Atenienses; como serán, por ejemplo, el que fortificaran permanentemente Decelia, en el Atica o lograran la sublevación de los aliados atenienses de Jonia, obligando así a Atenas a desperdigar su fuerza naval. Al mismo tiempo, su vida Privada estuvo siempre rodeada de lujos y escándalos. Tucídides nos lo presenta defendiéndose de tales acusaciones y afirmando que un hombre afortunado, como él, era diferente a los demás y, por lo tanto, sujeto de todo tipo de derechos. En este contexto, afirmaba que si el honor que él buscaba chocaba con los intereses de la Polis, no vacilaría en poner los suyos por encima de los de la ciudad. En este sentido, es un defensor acérrimo del ideal imperialista ateniense, sin atender, en ningún momento, a los peligros que podría representar para la comunidad; en este sentido, coincidía con las tesis del Partido Popular Democrático; pero, no, por ello, puede decirse que sea un miembro activo de tal partido. Así, por ejemplo, apoyará la revolución oligárquica del 411, ya que animó a los rebeldes, ofreciendo la ayuda de los persas, si lograban triunfar en el golpe. Sin embargo, al mismo tiempo, cuando los demócratas logran imponerse dentro de la flota estacionada en Samos, también colabora con ellos con la misma promesa de conseguirles el apoyo Persa. En definitiva, su conducta fue la de aprovechar, dentro del sistema democrático, todas las fuerzas que pudieran ayudarle en la consecución de sus propios intereses. Así, por ejemplo, en el discurso (que nos transmite Tucídides) que realizó al llegar desterrado a Esparta, afirma que la democracia es una insensatez reconocida ,pero que no tenia otro remedio que adaptarse a ella; añadiendo que, dentro de tal sistema, mantuvo una política más moderada que la de los radicales (oligárcas).El fin de Alcibíades no fue mejor que el de Nicias. En el año 415 a. d. Cristo será acusado de impiedad religiosa por haber mutilado, en estado de embriaguez, las estatuas religiosas de los Hermes. Hoy sabemos que tal acusación fue una invención del jefe del Partido Popular democrático (Androcles), por no perdonarle el haber conspirado con los oligárcas. Pero, a su vez, los oligárcas tampoco veían con malos ojos la acusación, puesto que, más tarde, Alcibíades contribuiría a derrocarlos al introducir el régimen moderado de los 5000; y también condenaban su colaboración con los demócratas. De todos modos, Alcibíades lograría escapar hacia Esparta, como vimos. Allí seduciría a Timea, la hija del rey Agis, lo que le llevó a enemistarse también con los espartanos que acabarían por asesinarle.
C)Por último,CLEON,representa la demagogia popular y la tesis pura y dura del derecho del más fuerte. En este sentido, representa un novedad dentro de la Asamblea de Atenas: grita descompuesto en la tribuna, calumnia a sus adversarios y les acusa de buscar la tiranía o querer entregar Atenas a los espartanos, por el simple hecho de que no están de acuerdo con él. Tanto Cleón, como los otros Jefes o Demagógos,son hombres procedentes de las clases mercantiles e industriales, sin gran formación cultural. De todos modos poseen la decisión y el valor del carecía, por ejemplo, Nicias, y defienden sinceramente los derechos políticos adquiridos por el el pueblo desde los tiempos de Clístenes y Pericles. Lo que sucede es que el momento enrarecido e irracional de la época de las guerras del Peloponeso les llevarán a planteamientos violentos que contribuirán a acentuar la progresiva decadencia y desmoralización de Atenas.
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EL PENSAMIENTO DE HERODOTO y SOFOCLES: Tradicionalismo y Democracia.
Herodoto y Sófocles son considerados intelectuales esenciales dentro de la Democracia de Pericles y ello a pesar, como veremos, de no representar los ideales de la 1ª sofistica y su mentalidad racional, sino a los ideales tradicionales y religiosos del mundo griego. Herodoto y Sófocles ofrecen una imagen teocéntrica del mundo, al modo de la democracia religiosa de Esquilo, y se encuentran muy alejados del humanismo laico y racional de la 1ª sofística. Ahora bien, la mentalidad religiosa y tradicional de Herodoto y Sófocles no solamente se encuentra alejado de la primera sofística sino también de la mentalidad agonal primitiva. Y es que tanto uno como otro ni se encuentran enfrentados ni rechazan el sistema democrático ateniense, aúnque defiendan una mentalidad tradicional. Todo ello puede verse, por ejemplo, en Herodoto, al intervenir en la fundación de la colonia de los Turios o por el premio que la ciudad de Atenas, agradecida por su inestimable intervención en las guerras médicas. Del mismo modo, Sófocles, será estratego de Péricles en la campaña de Samos (441-440 a de Cristo) y Jefe de los tesoreros del imperio en el año 443. Nos encontramos, por tanto, ante personalidades que intervienen positivamente en los asuntos de la Polis. Lo que sucede es que, al mismo tiempo, rechazan el optimismo racional de la 1ª sofística y tienden a atribuir tanto los éxitos como los fracasos, no a la inteligencia o el error humanos. sino a la intervención de los dioses ya como premio por los éxitos ya como castigo por las derrotas. Tales ideas, por otra lado, no eran nuevas. Representan el el ideal de la democracia de Esquilo y su búsqueda del ideal de la medida, a base del equilibrio y de la igualdad social, pero siempre con una base esencialmente religiosa. Pues bien, dentro de la democratización de Herodoto y Sófocles continúan esa tradición esquilea (aunque con diferencias, como veremos) y, en este sentido, sin rechazar el sistema democrático, se opondrán a las tesis de la 1ª sofística y a las ideas del mismo Pericles. Y con su posición realizan una labor positiva y fundamental para el desarrollo de la Polis, como es el logro de la reconciliación entre tradicionalismo y democracia; equilibrio que, como hemos visto, acabará rompiéndose también al producirse el enfrentamiento entre la oligarquía y la democracia tradicional.
EL PENSAMIENTO DE HERODOTO: Herodoto procede de la ciudad de Halicarnaso, ciudad vasalla de los persas en el Asia Menor. Exiliado desde joven en Jonia, acabó siendo marcado para siempre por las guerras médicas entre griegos y persas (490-479), lo que le llevará a centrar sus preocupaciones e intereses en el ámbito de los problemas de la Historia (causas de las caídas de los imperios). En este sentido, su tendencia principal residirá siempre en dar a todo acontecimiento histórico humano una explicación o causa centrada en lo divino. Su mentalidad tradicional es, en este sentido, algo evidente. Ahora bien, incluso en este ámbito, las diferencias con la mentalidad agonal son claras: Homero se limita a relatar las hazañas de los dioses y de los hombres sin entrar nunca en la consideración de las causas o de las responsabilidades. En Herodoto, sin embargo, las divinidades son causas esenciales que ayudan a explicar los diferentes acontecimientos. Así, por ejemplo, Jerjes, será castigado con la derrota por haber cometido injusticia agrediendo al pueblo griego y, sobre todo, por la ira de los dioses que castigaron su hybris, (del mismo modo que en Esquilo) los dioses siempre intervienen con el objeto de nivelar desigualdades, es decir, con el objetivo de impartir justicia. Pero también existen diferencias entre Herodoto y Esquilo (aún participando ambos de la mentalidad tradicional). En Esquilo, la importancia dada a las causas de un fenómeno es todavía algo secundario. Así, por ejemplo, la justificación de ciertas actuaciones y decisiones divinas son situadas en el ámbito de su imposible comprensión por parte del hombre. Por su parte, Herodoto, intenta analizar rigurosamente las causas que motivan ciertas decisiones divinas. Del mismo modo, lo hará con las humanas. Así, por ejemplo, explica como causa esencial de las guerras médicas el deseo de Jerjes por alcanzar un poder superior al que debería tener cualquier hombre. Es evidente que, en la actualidad, cualquier historiador podría someter a crítica que esa fuera una de las causas principales de las guerras médicas. Pero lo novedoso de Herodoto no consiste en ver si acierta o no en las causas, sino en que, por primera vez, se señala la importancia de tales causas para explicar los fenómenos históricos. Con Herodoto no se trata de relatar (al modo de Homero) sino también de explicar los porques.
Herodoto se encuentra, por tanto, en una linea continuadora, pero no continuista, de la mentalidad tradicional griega. Se puede ver esto también en la interpretación que Herodoto hace sobre ciertos valores tradicionales para el griego. Asi, por ejemplo, usa el término agazós (excelente, valiente) y lo aplica a los que proceden sin animo de crueldad o venganza, aún teniendo motivos para hacerlo; a los que usan de la astucia o el engaño para lograr sus fines; a los que dicen la verdad, etc. Además tiende a dividir a los hombres en valiosos o no valiosos desde el punto de vista moral y, por ello, pensaba que los valores estrictamente agonales debían de subordinarse a los morales. La diferencia con la mentalidad homérica es evidente. Pero tambien existen, en este ambito de los valores morales, diferencias con Esquilo. Es cierto que en Esquilo los valores de la piedad, la veracidad, el no usar de la astucia para conseguir los fines, etc son valorados positivamente. Lo que sucede es que, en tiempos de Esquilo, tales valores eran descritos como una meta a alcanzar por la democracia ateniense. Sin embargo cuando Herodoto habla de ellos los describe como valores que eran aceptados y asumidos como tales por los atenienses, no como un simple deseo.
Pero, del mismo modo en Herodoto, como ya señalamos, existe un alejamiento de la mentalidad sofista . Herodoto piensa que al hombre le es imposible dominar racionalmente, por ejemplo, aquellos aconteceres históricos que entran en una dinámica imparable. La naturaleza humana, afirma, no puede alejar lo que ha de ser ;por todo ello, todo intento de controlar los acontecimientos históricos, a partir de una confianza ciega en el poder racional, están conducidos al fracaso.
La mentalidad tradicional( que no tradicionalista )de Herodoto la podemos percibir también en su ideas sobre la JUSTICIA. Pero también aquí las diferencias con la mentalidad agonal y con las del mismo Esquilo resultan evidentes. Hemos visto que en Esquilo la Justicia como igualdad iba dirigida siempre hacia el logro de la conciliación y equilibrio entre la mentalidad aristocrática y popular. Pues bien, en Herodoto la justicia, entre otros significados, tiene también el de igualdad. Lo que sucede es que Herodoto se encuentra, como hemos visto, marcado por el hecho histórico de las guerras médicas entre Griegos y Persas. Por todo ello, para él quien puede romper la igualdad y crear injusticia, no es tanto la ruptura del equilibrio entre aristocracia y pueblo como el enfrentamiento entre tiranía y libertad. Para Herodoto la injusticia y la hybris la representa, ante todo, el tirano, sea éste el que rige una ciudad o el que intenta dominar a un pueblo extranjero (alusión a Jerjes). El tirano representa la injusticia porque viola las leyes tradicionales griegas así como el ideal de igualdad política. Por realizar lo primero se convierte uno en impío y con motivos suficientes para ser castigado por la ira de los dioses (lo que sucederá con Jerjes).Con lo que dike adquiere cariz de tipo religioso. Por realizar lo segundo, es decir, atentar contra el ideal de igualdad, se convierte en injusto desde el punto de vista humano y político, con lo que podemos ver también presente en Herodoto este ideal de justicia ya presente en Grecia desde Hesíodo.
Pero, al mismo tiempo, podemos ver presentes en Herodoto ideas tradicionales sobre la justicia. Así, mantener las promesas, proceder con fidelidad, atender los deberes de la hospitalidad ,vengarse equilibradamente, etc. Ahora bien, como venimos repitiendo, la presencia en Herodoto de tales ideas sobre la justicia no implica que esté pidiendo una vuelta al pasado. Asi, por ejemplo, la idea de la fhysis especial del noble tiene una importancia mínima en el, ya que defiende que no hay diferencias naturales entre las clases sociales de Atenas. Únicamente habla con desprecio de los artesanos. La mismas diferencias existentes entre los pueblos son, para él, efecto del nomos y no de la naturaleza. Herodoto, en sus escritos, no destaca como valor el olbios, es decir, el tener riquezas, poder o felicidad terrena (aspectos esenciales de la moral agonal. Herodoto señala que frente al ideal homérico del olbios ( hombre feliz aristocrático )el prefiere al hombre afortunado sin sin enfermedades ni desgracias, con hijos y que termina bien su vida aunque no tenga riquezas. Es evidente que Herodoto representa la tradición adaptada a los nuevos ideales de la Polis ateniense. Representa el ideal del ciudadano que, sin abandonar los valores tradicionales de la justicia, la piedad. la sofrosyne, etc, valora también el nivel de vida medio aunque sea sin poder y riquezas.
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EL PENSAMIENTO DE SOFOCLES: Al igual que Herodoto, Sófocles se encuentra en la línea de la democracia religiosa y tradicional de Esquilo aunque, como veremos, presenta también diferencias. En este sentido, lo primero que habría que señalar es que aunque la obra de Sófocles coincide en lo esencial de la misma con los tiempos de Pericles, lo cierto es que también abarca un período de tiempo más largo. Así, sus primeras obras pertenecen a los años 472-469;su primer éxito, Ayax es del año 468;sus obras principales, Antígona(442) y Edipo Rey (429)están dentro de la época de Pericles; pero sin embargo Electra y Edipo en Colono pertenecen ya a la Época de las guerras del Peloponeso. Sófocles muere en el año 406 y las guerras terminarán en el 404.En definitiva, se podría decir que lo obra de Sófocles abarca la época de Cimón y Pericles, pero también de sus sucesores.
El pensamiento de Sófocles tiene una base esencialmente tradicional y religiosa. Su ideología es totalmente opuesta al relativismo y laicismo de la 1ª sofística. Ello no quiere decir, sin embargo, que su pensamiento sea opuesto a los ideales de la democracia ateniense. Para Sófocles existen dos esferas: la humana y la divina. La 2ª condiciona totalmente el éxito o fracaso de la primera. En consecuencia, lo divino es causante de un orden que debe aceptarse sin rebeldía por parte del del actuar humano. Hay, según Sófocles, una serie de principios que el hombre debe respetar por su origen divino. Nadie puede violarlos sin eludir el castigo. Estos principios tienen una base tradicional y son, por ejemplo, respetar los miembros de la familia, a los extranjeros y huéspedes; enterrar a los muertos de la familia, no incurrir en hybris abusando del débil, respetar y venerar lo sagrado. El racionalismo sofista, que intenta prescindir de todas las normas tradicionales, o, que intenta relativizarlas, es algo que Sófocles rechaza categóricamente por conducir, como veremos, al analizar sus tragedias, al caos y el desorden.
Ahora bien, el pensamiento de Sófocles, aún siendo básicamente tradicional y religioso, se diferencia tanto de la mentalidad agonal como de la del mismo Esquilo. Hemos visto como Esquilo buscaba siempre la conciliación entre las partes del dilema trágico, y, que tal conciliación la situaba siempre dentro del ámbito del Estado o Polis, surgiendo así la idea de Democracia como conciliación.
Pues bien, en Sófocles no existe nada comparable a lo realizado por Esquilo desde el momento en que la base esencial de su pensar no tiene carácter politico. Cuando Sófocles escribe sus tragedias principales la democracia es algo ya asentado en Atenas, no necesitando, por tanto, de una fundamentación teórica y racional al modo de Esquilo. Por otro lado, tal papel lo había asumido esencialmente la 1ª sofística, aunque de un modo exclusivamente laico. A Sófocles no le preocupa tanto el fundamentar teóricamente a la Polis; como el señalar los peligros a los podía ser llevada por un exceso de confianza en las propias fuerzas de la razón, al margen del orden divino y tradicional. En este sentido, sus tragedias reflejarán, como veremos más adelante, el enfrentamiento trágico entre el optimismo racional humano y los principios y normas divinas cuestionados por la confianza excesiva en las fuerzas de la razón. Todo ello puede verse claramente analizando, por ejemplo, la NATURALEZA DEL HEROE TRAGICO de sus obras. El héroe de Sófocles es siempre un tipo humano que, como en Esquilo, se encuentra dotado con la areté tradicional del noble (valor, nobleza, sentido del honor, riquezas,etc),pero, además, está siempre orgulloso de sí mismo y de su saber. Lo que sucede es que, también, en la mayoría de las veces muestra una gran ignorancia sobre los principios divinos y sobre las normas tradicionales. Pues bien, es precisamente aquí en donde reposa siempre, en las tragedias de Sófocles ,la base de los sufrimientos del héroe trágico. Rara es, por ejemplo, la tragedia de Sófocles en donde no aparezca el tema del oráculo mal interpretado y que, al final, se cumple, en su verdadero sentido, poniendo al descubierto la gran ignorancia del héroe orgulloso de su saber. No hay que olvidar, además, que el oráculo significa siempre la voluntad divina, o si se quiere, la previsión divina. Es cierto que el heróe de Sófocles no desemboca en la hybris que le lleva al crimen consciente, como sucede en Esquilo. El héroe sofocleo sufre amargamente y se daña a sí mismo( Edipo se arrancará los ojos) al ser consciente de a donde le ha conducido la excesiva confianza en sí mismo y su saber, ignorante de los principios divinos más esenciales.
Hemos visto como en Esquilo el heróe, a pesar de sus buenas intenciones, desembocará en la hybris aunque también, al final, se logra siempre un equilibrio entre los opuestos enfrentados. En Sófocles, por el contrario, el heroe de sus tragedias no actúa ante el dilema de dos o más direcciones, sino siempre en una dirección, y en donde la única conciliación que se produce es la de él consigo mismo al reconocer y descubrir, en la derrota y el fracaso, su limitación. En la tragedia de Sófocles lo esencial no es el logro de un equilibrio entre opuestos sino el que heróe adquiera un nuevo conocimiento sobre sí mismo. Así cuando el heróe de Sófocles cae, o, cuando es purificado por el sufrimiento, sus valores heroicos son reconocidos y sin perderlos adquieren, a la luz de la voluntad divina, una orientación nueva. Por ello, hay que señalar que no era intención de Sófocles el destruir ni los valores nuevos de la democracia ni los valores antiguos. sino el poner sobre aviso, al ciudadano ateniense, y, a los poderes públicos, del peligro que podría representar el prescindir totalmente de todo principio divino y tradicional, al modo que pretendía la 1ª sofistica.
En este contexto de aceptación de lo nueva situación de la democracia de Atenas, el ideal de Sófocles, a través de sus obras, es la creación de un TIPO HUMANO NUEVO. Este surgiría, según él, cuando el hombre griego lograra superar los aspectos literales de la moral agonal y adaptar a sus vidas los aspectos positivos de tal moral agonal tradicional, así como lograr compaginar todo esto con el desarrollo de sus propias capacidades intelectivas, lo que permitiría huir de la excesiva confianza en los poderes humanos al margen de lo divino. Para Sófocles los problemas cuando el hombre confía en demasía en sus propias fuerzas y en su propio honor. Ello le puede llevar a obrar sin atención a la ley divina. Ahora bien, el que Sófocles critique el exceso de confianza en los poderes de la razón, no significa que rechace el valor de la sabiduría y el aprendizaje y confíe, como sucedía en la mentalidad agonal, en la sabiduría instintiva. Es cierto que los valores tradicionales aparecen en sus tragedias. Ahora bien, tales valores poco tienen que ver con los estrictamente agonales. No se puede olvidar que Sófocles presenta como inhumanos actos como el de Electra que tendrá que matar a su madre Clitemestra o Edipo cuando asesina a sus hijos.
Sófocles estaba convencido, además, que el carácter y la mentalidad agonal, presentes en la nobleza griega, era muy difícil de cambiar mediante el aprendizaje o la confianza en la razón. Únicamente mediante la muestra del fracaso y del sufrimiento podría intentarse cambiar tal mentalidad. No es, por tanto, mediante la persuasión racional, como pensaba la primera sofística, como podría hacerse frente a los conflictos. La mentalidad heroica tradicional ni cede ante las razones ni acepta las normas divinos a no ser que sus descontroladas acciones les conduzcan al sufrimiento y la tragedia. Pues bien. mostrar tales hechos en la escena podría ser, según Sófocles, más beneficioso para el hombre y la sociedad griegas que el excesivo optimismo defendido por los sofistas.
No hay, por tanto, en Sófocles ideas que se opongan a la idea de democracia. Su critica a los ideales agonales puros muestran claramente su rechazo a este tipo de sociedad. Lo que sucede es que los problemas políticos o de Estado no son una preocupación esencial en él. En Sófocles más que la Ciudad o el Estado, prima la la familia, la religión, la tradición. Más pesimista que los sofistas y Pericles, desconfía de la naturaleza humana en general y de la del noble en particular, así como del excesivo racionalismo a la hora de hacer frente a los problemas. Y lo que es evidente es que los sucesos posteriores de la historia de Grecia, en parte, le darían la razón.
De todos modos la mejor forma de ver más claramente el significado de algunas de las ideas señaladas de Sófocles es el analizar alguna de sus TRAGEDIAS. Tomemos, en primer lugar, como ejemplo su ANTIGONA. En esta obra nos encontramos, por un lado con la figura de CREONTE (según Ehremberg, aunque no parece ser cierto, transcripción de la figura de Pericles), un rey que pone por encima de todo el bien de la Polis; de ahí su odio a Polinices que ha venido a conquistarla, y su orden de que permanezca insepulto .Es el lema tradicional, de hacer mal al enemigo, llevado a sus últimas consecuencias. Orgulloso de su saber y su poder es incapaz de comprender que los dioses condenan esa conducta y que Antigona (hermana del muerto) sienta la obligación de enterrar a su hermano. Obstinado y orgulloso, Creonte, rechaza las súplicas de Antigona y de Hemón, así como los avisos del adivino Tiresias, y sólo se dará cuenta de su error cuando es demasiado tarde.
Creonte parte de principios justos, como son, el patriotismo, el deber de obediencia a él mismo y a las leyes de la ciudad. Sin embargo, llevado por su exclusivismo y exceso de confianza, llega a conclusiones tan nefastas como el obligar a Antígona y a Hemón a obedecerle a él antes que al deber religioso y tradicional de la obligación de dar sepultura a los muertos. Creonte se identifica con la ley, el laicismo, el desprecio a la tradición; lo que le llevará a no respetar los lazos de sangre y de amor. Pues bien, únicamente las consecuencias desastrosas que traerá tal acción permitirá a Creonte conocerse mejor a si mismo y ver lo equivocado que estuvo en su obrar.
En EDIPO la misma situación aparece todavía planteada con más claridad. Edipo ama, por encima de todo, a la Polis y llama a los ciudadanos sus hijos; llega a decir que no le importa que su hazaña de liberar a Tebas de la esfinge sea su ruina, como le anuncia Tiresias, si, con ello, ha salvado la ciudad. Por su parte la Polis le adora y le ama. Al mismo, Edipo, es el representante del saber y de la capacidad racional. Orgulloso de su saber logra. vencer a la esfinge resolviendo el enigma. La ciudad queda salvada de la peste gracias a este .Ahora podrá casarse con la reina y gobernar sobre una ciudad feliz y orgullosa de su saber. Pero la tragedia no había hecho más que comenzar y al final de la pieza, el que era sabio, comprenderá que es el mayor de los ignorantes, el que era amado por sus súbditos, acaba siendo rechazado como una mancha que contamina. En definitiva, el gobernante ilustrado que triunfa con su inteligencia ha cometido, in saberlo, los más grandes crímenes; y su decisión y patriotismo le llevan, sin que se de cuenta, a la catástrofe.
Pues bien, si situamos de nuevo las ideas de las tragedias analizadas, en el contexto de la racionalidad de la 1ª sofística y de la democracia de Pericles, parece imposible no pensar que tales ideas de Sófocles no encierren una advertencia y una amarga previsión de lo que puede suceder Atenas, y, su gobierno democrático, si decide prescindir de toda limitación tradicional.
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EL PENSAMIENTO DE SÓCRATES(469-399 a.d.Cristo)
INTRODUCCION
: La historia de la filosofía suele presentar a Sócrates como el clásico exponente del intelectual puro y desarraigado del ambiente en que está inserto, razonando ante una humanidad abstracta y moviéndose entre conceptos generales. Así de Sócrates se dice que fue quien bajó la filosofía del cielo a la tierra, aplicándola a los asuntos humanos (Cicerón);que es el creador de una moral de valores objetivos y contradictor del relativismo sofista; creador de la dialéctica y de un concepto de alma como centro de la personalidad del individuo. Y todo ello es verdad. El problema es que todas estas afirmaciones parecen ir siempre dirigidas sobre un filósofo, en este caso Sócrates, que parece que viviera encerrado en su "cápsula del pensar" y sin la más mínima relación con el ambiente y la realidad que le rodea. Pues bien, nada más lejos de la realidad. En el caso de Sócrates los lazos existentes entre él y la realidad de la Polis ateniense son evidentes. En el Critón, diálogo platónico, Sócrates compara el nomos de la ciudad con un padre al que se le debe el ser y la educación y al que no se le debe burlar en ningún caso, antítesis del pensar de Antifonte. Por su lado, en la Apología platónica ,Sócrates apela al orgullo de ser ciudadano de una ciudad como la de Atenas. Todo ello nos habla de una persona íntimamente enraizada en las costumbres de la ciudad y muy alejado del extranjero doctoral y distante que, con cierto desprecio en el fondo, viene a dar recetas para triunfar en la política a cambio de unos dracmas, acusación platónica al actuar de los sofistas. Por lo tanto, no es cierto que Sócrates dirija sus reflexiones a una humanidad abstracta e ideal. Por el contrario, en los diálogos de Platón, siempre aparece discutiendo en el circulo de amigos y conocidos, así como con los restantes conciudadanos en un deseo sincero de lograr un mejoramiento de la realidad concreta y no abstracta. Del mismo modo, en las Memorables de Jenofonte, encontramos aspectos parecidos a los señalados por Platón. En esta obra aparece, por ejemplo, enfrentado a Aristipo, el cual propugna un ideal de vida solitaria: fuera del ámbito y del marco de la Polis. Pues bien, Sócrates defiende también que solamente la ciudad defiende al hombre de la injusticia. Llega incluso a identificar, en otro pasaje donde conversa con Hipias, la justicia y el nomos. Es la misma idea que también aparece en el Critón cuando se afirma que no han sido las leyes de la polis las que han condenado injustamente a Sócrates sino los hombros desconocedores de lo que la ley y la justicia es.
Ahora bien, todo lo dicho acerca de la identificación del pensamiento de Sócrates con la realidad concreta en la que vive no invalida, ni mucho menos, la altura y la profundidad de su pensar filosófico. Pues bien, acerca de su PENSAMIENTO, antes de realizar un estudio más detallado, habría que hacer referencia a las cuestiones siguientes: El pensamiento de Sócrates se encuentra estrechamente relacionado con la MENTALIDAD TRADICIONAL y RELIGIOSA del mundo griego (Solón, Esquilo, Herodoto, Sófocles, etc),en tanto en cuanto, como ellos, Sócrates, cree en la existencia de valores absolutos que se encuentran con fundamento tanto en la razón humana como en la voluntad divina. En Sócrates, el elemento tradicional religioso es una evidencia. Todo lo que nos dice en la Apologia platónica acerca del daimon que le habla interiormente, y, que le sirve como consejero, y, del cual, dice, estar a su servicio, son datos evidentes de una mentalidad religiosa y tradicional. Ahora bien, lo que también es cierto es que Sócrates elevará a un nivel superior a Esquilo,, Herodoto o Sófocles, tal mentalidad religiosa. Y tal nivel superior lo realiza Sócrates desde el momento en que el pensamiento religioso tradicional es imbuido de lógica y racionalidad filosófica. Sócrates no se contenta con repetir las ideas religiosas y tradicionales del hombre griego, sino que intentará , a través de la dialéctica y el discurso racional fundamentar lógicamente tales ideas. Ahora bien, que su pensamiento racional y filosófico hunde sus raíces en la tradición y la religiosidad griegas, como han señalado múltiples estudiosos, es de una evidencia total.
En Sócrates, por tanto, encontramos una mezcla de motivos racionales y motivos religiosos o tradicionales. En el Critón, por ejemplo, justicia y piedad son equivalentes. Del mismo modo, Jenofonte, nos dice que para Sócrates las leyes no escritas y la justicia en general tienen un fundamento divino, al modo que defendían Esquilo o Sófocles. Y lo cierto es que para el hombre griego no resultaba necesariamente contradictorio la búsqueda racional y la inspiración divina. Filósofos, como Empédocles o Parménides, habían unido la una y la otra: en definitiva se pensaba que la razón es lo más divino que existe en el hombre y, por ello, no hay contradicción en que los descubrimientos racionales sean acordes o concordantes con la divinidad. Pues bien, el pensamiento socrático se encuentra imbuido también de esta mentalidad tradicional del hombre y la sociedad griegas. Y es que el mismo moralismo socrático tiene también una base tradicional y religiosa. Como hemos señalado, Sócrates, cree en la existencia de valores absolutos y que tales valores pueden ser descubiertos a través del discurso racional. En este sentido, mientras el sofista no pasa de predicar sobre la existencia de normas de conducta de validez limitada y a las que sólo se llega por el cálculo de probabilidades, es decir, por un razonamiento que únicamente busca la verosimilitud; Sócrates, como hemos dicho, intenta la búsqueda y la fundamentación racional de conductas universalmente válidas y rigurosamente demostradas. Pues bien, esta creencia socrática de lo absoluto reposa, en principio, en aspectos y creencias de tipo religioso. Lo que sucede, y aquí se iniciaría el alejamiento socrático de la pura tradición religiosa, es que Sócrates no se contenta con repetir los conceptos e ideas de la religiosidad tradicional, sino que intentará purificar y racionalizar, cada vez más, la idea tradicional de la divinidad. En este sentido, superará el pensamiento puramente religioso de un Esquilo, un Herodoto o un Sófocles. Es en este intento de racionalización de lo religioso en donde podemos percibir la lucha dialéctica que se produce, en el pensamiento de Sócrates, entre tradición y modernidad, es decir, entre los elementos tradicionales y religiosos que el respeta profundamente y la necesidad de adaptarse a los tiempos del laicismo y racionalismo de los sofistas, y, todo ello, sin caer en la tentación del relativismo.
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La adaptación que Sócrates logra crear entre RACIONALIDAD Y TRADICIÓN RELIGIOSA será una realización que le llevará a defender la superación, no solamente de los ideales de las sofística, sino también de la interpretación pura de la tradición. Hemos visto como en toda la tradición humana y social del hombre y la sociedad griegas, desde los tiempos de Homero, el ideal del EXITO EXTERNO era siempre un síntoma evidente de areté. Es este un valor que no es cuestionado ni por el pensamiento tradicional de Esquilo, Herodoto o Sófocles, aunque el fundamento último de su justificación tenga un cariz religioso. Tampoco es cuestionado por Protágoras y lo primera sofística o por la democracia de Pericles, por mucho que se intente poner, al servicio de la comunidad. Por tradición, el hombre griego vive de puertas afuera y la valoración de las cuestiones internas o de intención nunca son realmente tomadas en serio. Por todo ello, cuando tradicionalmente el griego habla del agazós (bueno); de feliz (eudaimon); del bien visto (Kakós);del justo(dikaios);etc es evidente que tales apelativos nunca irían dirigidos a alguien que no gozase de bienes, honor, exito en la ciudad, reconocimiento de los ciudadanos. etc. Pues bien, Sócrates, maneja también los mismos conceptos tradicionales en el mundo griego, acepta los matices religiosos en los que se fundamentan, pero pide también a sus conciudadanos que sometan a crítica su significado en un intento de descubrir lo que realmente son, pues, posiblemente, necesitarán aclarar la gran confusión en la que viven. Presentándose como una especie de visionario que afirma seriamente escuchar dentro de sí una voz que le pide investigar la verdad; se dirigirá a los griegos pidiendo una inversión total de los valores, como dirá en el siglo XIX Nietzsche. Para Sócrates, el hombre con areté no es el que consigue consigue éxitos externos sino internos. Es la salud de alma quien hace al hombre feliz. Para descubrir la veracidad de todo esto, Sócrates, enseña la dialéctica y exhorta a la búsqueda la sabiduría. Más adelante hablaremos detenidamente sobre esta cuestión. El problema será, sin embargo, que Sócrates y sus investigaciones sobre los conceptos tradicionales le llevarán a situarse en un ámbito totalmente diferente de tal mentalidad tradicional, lo que le acabará llevando a un alejamiento tanto de la mentalidad aristocrática como de la de la mentalidad democrática.
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La nueva moral y la nueva religiosidad, presentes en el pensamiento de Sócrates, es el FRUTO DE UN LARGO PROCESO, en gran medida, CONTRADICTORIO: hemos visto anteriormente como Sócrates representa el clásico hombre griego que se encuentra profundamente arraigado en su ciudad. Lo que sucede es que sabemos que Sócrates también defendía un concepto, por ejemplo, de justicia, como algo objetivo y universalmente válido. Y, por ello, parece evidente que todo ello le debería llevar a la conclusión de que el nomos de una ciudad particular debería de someterse, del mismo modo que la conducta de todo hombre, a los dictados universalmente válidos. Pues bien, existen bastantes ejemplos que nos demuestran hasta que punto la aceptación, por parte de Sócrates, de la validez universal de tales principios superiores fue el fruto de una evolución, en muchos casos contradictoria. Con otras palabras: la separación que en Sócrates se producirá, entre la aceptación de los valores tradicionales y democráticos de la polis, y, la posterior aceptación de que lo interno es la base esencial de los mismos, no es es algo que Sócrates descubre de repente, sino el fruto de una larga reflexión que le llevará a tener que abandonar ideas en las que creía profundamente. Cuando Sócrates, por ejemplo, se enfrenta al régimen de los 30 tiranos y se niega aceptar el decreto, dado por los mismos, para que no enseñe filosofía e insiste ante los atenienses en que, auque le perdonen la vida a condición de que no siguiera enseñando, él no lo aceptaría, es evidente que está poniendo por delante de la voluntad de la ciudad, la importancia de los principios morales internos. Pero todo ello no hace más que revelarnos la profunda contradicción entre todo esto y la ideas descritas en la Apología Platónica y las Memorables de Jenofonte, al afirmar que el nomos de la la ciudad es como un padre al que se le debe el ser y, por ello, al que hay que obedecer siempre o la identificación entre Justicia y Nomos tal como aparece en Jenofonte.
Todo lo dicho parece, por tanto, revelarnos lo siguiente: en un principio, parece que el pensamiento de Sócrates sé encuentra aferrado a las ideas tradicionales de la Polis ateniense: valoración suprema de la areté ciudadana y las leyes, importancia del éxito externo de la ciudad y sus gentes, etc. Poco a poco, sin embargo, el pensamiento de Sócrates, imbuido también de tradición y religiosidad, irá evolucionando hasta descubrir como valores mas importantes los basados en la intención y la interioridad del hombre. Pero, además, Sócrates llega también a ser consciente de que ambos tipos de valores pueden llegar a chocar frontalmente, como sucede en el ejemplo que acabamos de señalar. Al llegar a esta situación, Sócrates, ya era consciente del alcance de su nuevo modo de pensar y de su nueva moralidad. Y es en este contexto donde situar su condena a muerte por los atenienses en el 399 a de Cristo. Llega un momento en que su pensamiento implica una disociación muy profunda entre entre el nomos e intereses materiales de la ciudad y la nueva idea, que Sócrates defiende, acerca de la justicia y otros valores morales. La condena de Sócrates significa lucha entre su nueva religiosidad y moralidad, así como entre la moralidad y religiosidad tradicional y ciudadana, siendo tal lucha agravada por los sucesos de las guerras del Peloponeso y el inmoralismo de Atenas. Ahora bien, el nuevo pensamiento de Sócrates es el fruto de un proceso al que llegó partiendo de la aceptación de los principios tradicionales y democráticos presentes en su época, aunque, al final, plantee la necesidad de su inversión. Seguimos, en este sentido, estando ante un tipo de filósofo que basa su pensamiento, no únicamente en ideas o conceptos abstractos alejados de la realidad que le rodea, sino provenientes, en último término, de tal realidad.
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El pensamiento de Sócrates se encuentra también está estrechamente relacionado con el PENSAR DE LA PRIMERA Y DE LA SEGUNDA SOFÍSTICA. No se puede olvidar que Sócrates nace en el 469, siendo, por ello, algo más joven que Protágoras(480) o Górgias(483).Coincide, por tanto, con el mayor esplendor de la Atenas de Pericles, aunque también asiste, ya en su madurez, al desastre de las guerras del Peloponeso, asi como a la evolución de lo sofística hacia el inmoralismo. Esta evolución, sin duda ninguna, influyó en el desarrollo y la evolución de su propio pensamiento.
Ahora bien, lo que parece evidente es que el pensamiento de Sócrates no se encuentra enfrentado desde siempre con la sofística. En este sentido, es curioso que Aristófanes nos presente a Sócrates,en su obra las Nubes, como un consumado sofista. Aunque tal información es falsa, lo que si resultaría extraño es que si realmente, Sócrates, fuera desde siempre, un acérrimo enemigo de los sofistas, Aristófanes, lo presentara ante los griegos como un miembro de tal movimiento.
Es muy posible, y esto conectaría con lo dicho anteriormente, que, en un principio, y, de un modo muy parecido a la lª sofística, Sócrates, valorara muy positivamente todo aquello que se refería a la buena marcha y éxito de la Polis. Esto concordaría, también, con el hecho objetivo de que en los diálogos platónicos más antiguos (diálogos socráticos), Sócrates no aparece nunca presentado como un rival acérrimo de los sofistas. En la Apología, por ejemplo, los trata con cortesía, aunque ponga en duda de que sean capaces de lograr, mediante sus enseñanzas, el hombre con areté política. Y es que, por principio, la finalidad de las enseñanzas de Sócrates y la 1ª sofistica no se diferenciaban de modo absoluto. Sócrates se dirige al ciudadano común de Atenas y mediante el arte de la refutación (elegjos) y de la exhortación (Prótesis) trata de hacerles ver la incoherencia de muchos de los valores que defienden y, a partir de ahí, les exhorta para que intenten descubrir, por ellos mismos, y, mediante la investigación racional, la esencia de los valores verdaderos. Los sofistas, por su parte,actuaban también en un sentido parecido: hacer que los ciudadanos atenienses sustituyan sus posiciones tradicionales e ingenuas por otras basadas en el uso del logos o razón. Pues bien, cuando Platón dice de Sócrates en la Apologia que es como un tábano que, con su picadura intentaba despertar a la ciudad, nos está haciendo referencia a un filósofo que lleva dentro de sí el germen de la ilustración racional o logos, al modo que lo llevaban los sofistas. No hay, por tanto, en principio, unas diferencias abismales entre Sócrates y la 1ª sofistica. Lo que sucederá es que la evolución posterior de unos y otros seguirán caminos contrarios y encontrados. La lª sofística evolucionará hacia una 2ª corriente en donde lo esencial ya no será el uso del logos sino el individualismo hedonista, el irracionalismo del más fuerte, el pragmatismo y el inmoralismo. Por su parte, el pensamiento de Sócrates lo hará en sentido inverso.
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ASPECTOS PRINCIPALES DEL DEL PENSAMIENTO SOCRATICO:
1º)MÉTODO IRONICO y DIALECTICO DE INVESTIGACIÓN: Sócrates piensa que del mismo que existen "artes" referidas a muchas de las actividades humanas (navegación, medicina, escultura, música, etc) que pueden enseñarse y comprenderse, también pensaba que era posible el dominio y el aprendizaje de la virtud y de la política en general. En el Menón y el Protágoras, diálogos de Platón, uno de los aspectos esenciales que allí se tratan se refiere concretamente a la cuestión de si la virtud puede ser enseñada o no. Pues bien, Sócrates, es el creador de un método de estudio e investigación, basado en un sistema de preguntas y de respuestas cortas que permitan tanto el acuerdo entre los interlocutores sobre cada momento de la investigación que va avanzando y así poder intentar alcanzar un saber cierto y riguroso sobre los temas tratados.
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2º)INTENTO DE FUNDAMENTAR RACIONAL y ABSOLUTAMENTE LOS VALORES TRADICIONALES DEL HOMBRE y DE LA SOCIEDAD GRIEGAS (valor, honor, éxito, etc): Hemos visto que los valores tradicionales del hombre griego no distinguían ni diferenciaban entre éxito interno y externo, entre individuo y comunidad, etc. Tales valores, al mismo tiempo, eran justificados no tanto en la razón como en la tradición o la religiosidad. Pues bien, Sócrates, intenta fundamentar racionalmente unos valores que coinciden esencialmente con los de la tradición griega y está convencido, además, que la posesión de tales valores son la clave de la virtud y del éxito tanto en la vida individual como colectiva. Lo que sucede es que, como vimos, la historia griega es quien puso en entredicho tales valores. Pronto comenzaría a pensarse que el nomos ideal y el nomos real de la ciudad no concordaban tanto como se creía. El éxito de los individuos (valor tradicional) se lograba muchas veces a expensas del de la comunidad (otro valor tradicional).En definitiva, la tendencia llevó a la sociedad griega al divorcio entre individuo y comunidad .Toda esta evolución, que ya vimos al estudiar la 2ª sofística, la vive directamente el mismo Sócrates. Hemos visto cual era la posición de Hipias, Antifonte, Polo o Calicles. Pues bien, en relación con este tema, es decir, el referido a las relaciones del individuo con la comunidad, Sócrates, aún partiendo de tesis muy diferentes a los de la 2ª sofística, llegará, curiosamente, a conclusiones muy parecidas, en lo que a las relaciones entre individuo y Estado, se refiere. Es cierto que Sócrates no aceptó nunca el individualismo y el relativismo de los representantes, sobre todo, de la 2ª sofística. Tampoco su irracionalismo, evolución natural del individualismo hedonista. Ahora bien, lo que es evidente es que, mientras Sócrates defendía el valor absoluto del nomos o de la justicia de la Polis, la evolución real de la política ateniense evolucionará hacia la separación del valor de estos ideales con los intereses del individuo. Pero la cuestión es que el mismo pensamiento de Sócrates, mostrando en ello una serie incoherencia y contradicción, al defender también la importancia de la interiorización de tales valores, le llevará a chocar de lleno con la, realidad externa del Estado, al cual defendía también en su nomos como un algo absoluto, pero que, en su cruda realidad, llegaría a chocar con sus convicciones internas. En este sentido, aunque desde perspectivas totalmente diferentes, el pensamiento de Sócrates coincide con el de los sofistas, pues ambos acaban por chocar frontalmente con las leyes de la ciudad. Hay, sin embargo, una diferencia esencial entre ambos tipos de comportamiento y que es necesario señalar: a pesar de las contradicciones a las que también conduce su pensamiento, Sócrates, intentó ser siempre coherente con lo que pensaba. Y donde, de nuevo, podemos percibir tal coherencia es en el momento de su condena a muerte que el interiormente ve como injusta pero que acepta ( podía haberse evadido de la prisión )porque el valor de las leyes de la polis las considera absolutas y no el fruto de la convención y del relativismo. En este sentido no deja de ser interesante analizar su posición de ahora con la no aceptación de la ley que no le permitía enseñar filosofía en su enfrentamiento con los 30 tiranos. En ambos casos el enfrentamiento entre lo interno y lo externo es manifiesto, a pesar de los intentos de Sócrates por lograr la conciliación entre logos y tradición. Ahora bien, lo que es evidente es que en el caso de la aceptación de su condena a muerte la coherencia entre su pensar y su actuar es grande si se entiende, por un lado, por ejemplo, porque para el (Sócrates) puede ser mejor sufrir injusticia que cometerla, que es lo que él precisamente haría si no cumpliese las leyes de la ciudad y aceptase el huir, después de sobornar a sus carceleros, tal como le sugerían sus amigos, en un último intento de salvarle la vida. En definitiva, Sócrates acaba por convertirse en un reformador de las costumbres atenienses tradicionales a las que quiso dar una fundamentación racional, pero que, en el intento, acabó por ver la necesidad de de cambiarlas e invertirlas. El problema del pensamiento de Sócrates fue que, en principio,( en la época de la democracia de Pericles ) pensó que la areté coincidía con los valores tradicionales defendidos, desde siempre, por el hombre griego, es decir, valoración del éxito, tanto individual como colectivo. Más adelante, sin embargo, el análisis racional de tales valores, así como la evolución real de la política ateniense, le hicieron comprender que la coincidencia, por ejemplo, entre lo interno y lo externo, entre lo individual y lo colectivo, era un engaño. La solución dada a este problema, como ya hemos señalado,,consistía en intentar demostrar y exhortar que lo importante era la INTERIORIZACIÓN de tales valores tradicionales. Así, por ejemplo, defenderá que la areté o virtud es éxito a pesar de que pueda traer persecuciones; el sufrir injusticia es mejor que cometerla; el sufrir castigo mejor que darlo, etc. Ahora, afirma Sócrates, lo que engrandece a la ciudad no son los honores, el éxito individual o colectivo, las riquezas, etc sino el "cuidar el alma". La Phronesis, es decir, la posesión de la verdadera sabiduría, es la virtud principal. Quien la posea podrá elegir correctamente y en ello consiste la Virtud moral, ya que nadie obra mal a sabiendas. Sócrates transfiere al interior del hombre (su razón) el criterio del bien y del mal, la felicidad y la infelicidad. No es de extrañar que la mentalidad griega tradicional lo considerase, en un principio, como un ser curioso y extravagante, pero, más tarde, como alguien peligroso y rechazable, sobre todo, cuando sus ideas comenzaron a calar en la juventud. Su condena a muerte deberíamos colocarla también en este contexto.
El pensamiento de Sócrates y su valoración de la racionalidad y de lo interno implicará consecuencias futuras. Estas podrían resumirse esquemáticamente en dos: una de ellas conducirá a la racionalidad y la utopía platónica; mientras que la otra desembocará en las corrientes morales del siglo IV (cínicos) y el siglo III (estoicos).
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EL PENSAMIENTO DE PLATÓN(428-347)
Hemos visto como en el pensamiento de Sócrates se hallaban presentes los aspectos siguientes: adhesión a los principios tradicionales, optimismo racionalista, intención potencial de lograr una conciliación entre la tradición de la Polis y la conducta racional del individuo, importancia de los aspectos internos, etc. Es cierto que muchos de los aspectos señalados están todavía sin elaborar, totalmente presentes en su doctrina de un modo meramente potencial. Pues bien, es, en este contexto, donde debe situarse el PENSAMIENTO DE PLATÓN. Para Platón, la muerte de Sócrates significará un revulsivo que le llevará a abandonar sus ambiciones políticas y dedicarse enteramente a seguir la metodología filosófica y la reflexión racional al modo socrático. Platón llega a comprender, con la muerte de Sócrates, que la Política ateniense necesita una REFORMA radical y de ahí su deseo, siguiendo la metodología de reflexión socrática, de fundamentar un nuevo tipo de sociedad que repose sobre los principios y normas de carácter absoluto que Sócrates había intentado hallar. Y es que Platón piensa que, tras la muerte de Sócrates , la técnica y el arte de persuasión, que Sócrates había intentado ejercer con los atenienses, era algo superado y que había desembocado en el más absoluto fracaso. Con una actitud más pesimista, Platón, preconiza para la ciudad no tanto un intento de conciliar tradición y racionalidad (al modo Socrático) como la necesidad de una revolución interna o conversión de las conciencias que lleve consigo, bien la entronización de la figura de la razón en el gobierno (regentes filósofos de la República), bien la conversión del tirano (como intentará en Siracusa) Por ello, Platón en la República o en Las Leyes propondrá fundamentar un NUEVO TIPO DE CIUDAD, un comenzar de nuevo. Platón es consciente que el nuevo saber de tipo socrático choca necesariamente con los valores tradicionales de la ciudad ateniense. Tal choque, además, implica una imposibilidad absoluta de reconciliación, como la condena a muerte de Sócrates señalaba claramente. De ahí que, ahora, Platón, proponga que es necesario, si se quiere un Polis racionalizada y sostenida sobre valores absolutos, la creación de un pequeño grupo de escogidos (República) o del poder de un monarca (Político),encargados de plasmar en la realidad, sin excluir la fuerza y la violencia, los nuevos ideales. Es evidente que las CONSECUENCIAS de esta nueva posición platónica representan grandes problemas, teóricos como prácticos. En principio la tesis de Platón, señalada más arriba, implica en la práctica un vuelta a la idea tradicional de la physis especial y superior. No se puede olvidar que, por ejemplo, en la Republica, Platón, considera a los regentes filósofos como un grupo especial y por encima del resto de los mortales con lo que de hecho se duplica y escinde la unidad de la naturaleza humana, postulado esencial, no solamente en el pensamiento de los sofistas, sino también de Sócrates. Pues bien, para Platón los hombres tienen realmente alma diferentes: la racional está presente en los regentes; la irascible en los guardianes y la concupiscente en los artesanos. Esta misma idea, aunque con matices diferentes la encontramos también en el Político: allí el hombre que gobierna está por encima de las leyes por ser él ley viva y se encuentra al margen y como algo diferente de los demás hombres. En las Leyes los miembros del Consejo nocturno también tienen un status especial por su conocimiento de la virtud y de las leyes. Ahora bien, aunque es cierto que las ideas de Platón implican la renovación de algunas de las ideas más antiguas de Grecia, ello no quiere decir que Platón reavive y pida una vuelta a los ideales agonales de los tiempos de Homero, o, como dice Popper, se limite a copiar ideas de la constitución espartana. El pensamiento de Platón es, en gran medida, la conclusión coherente en la aplicación práctica de las ideas teóricas de Sócrates. Platón, lo que realmente intenta es llevar a la práctica las ideas socráticas de la importancia de lo interno, de la racionalidad y de los valores absolutos. Lo que sucede es que, al mismo tiempo, Platón es consciente de que si, tales valores, no son asumidos por la comunidad, entonces es imposible tal plasmación. De ahí que gran parte de la reflexión filosófica de Platón gire alrededor de como conseguir un Estado justo, pero que repose no tanto en las ideas tradicionales de la justicia en Grecia, sino en el conocimiento racional e interno de lo que la justicia realmente es. Para ello, piensa Platón, lo que primero se necesita son hombres con areté; pero no con areté tradicional sino con la areté socrática, basada en el conocimiento y el saber. Para lograrlo se necesita de un largo período de aprendizaje para aquellas personas que posean las mejores cualidades intelectuales, y, así puedan, despues, poner sus conocimientos al servicio de la ciudad.
Estos son los llamados a gobernar. Si, además, cada uno dentro de la Polis es capaz de asumir y realizar sus propias funciones, entonces estaremos asistiendo al nacimiento de un nuevo tipo de ciudad, a la República ideal que Platón soñaba. En definitiva, Platón, propone llevar a la práctica la conciliación tan deseada por Sócrates, a partir de la interiorización racional de los valores tanto a nivel individual como colectivo. La comparación que Platón realiza entre las partes del alma individual y colectiva nos señala claramente esta idea. No es cierto, por lo tanto, que Platón defienda una vuelta a los ideales agonales y competitivos de los tiempo de Homero, aunque existan en él muchas ideas que coinciden con la tradición más antigua de Grecia. Tampoco es cierto que la ciudad ideal de Platón sea una copia de la de de Esparta. La critica a la timocracia espartana y a la oligarquía es central en la República y en las Leyes. El pensamiento de Platón hay que situarlo en la Atenas del siglo IV pero como fruto de toda una época anterior (como la que hemos estudiado) y en clara dependencia con las ideas de Sócrates. En este sentido, su verdadera intención es, siguiendo la metodología socrática, lograr un nuevo tipo de Estado o Ciudad que repose en la valoración de lo racional y de lo interno tanto a nivel individual como colectivo. El problema es que la plasmación práctica de tal ideal implica grandes problemas que chocan con muchos aspectos de lo que el hombre es. por naturaleza, ya que se le supone desde un punto de vista únicamente racional o intelectualista.
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EL PENSAMIENTO HUMANO Y SOCIAL DE PLATON EN EL GORGIAS Y LA REPUBLICA:
Platón escribe el Gorgias en el año 387 a de Cristo(12 años después de la muerte de Sócrates) a la vuelta de su primer viaje por Italia y Sicilia. El Gorgias representa el primer manifiesto del pensamiento político de Platón, en donde rompiendo con todos los ideales tradicionales, propone un nuevo tipo de sociedad que tenga su base en las ideas de Sócrates. El tema del Gorgias es la retórica, es decir, la política ya que en Grecia oratoria y actividad política marchaban siempre juntas. Gorgias aparece como maestro de la retórica y define al orador como el "artífice de la persuasión" al modo de los grandes estadistas como Temístocles, Aristides, Pericles etc. Al mismo tiempo, Sócrates, aparece en el mismo diálogo como la persona que desenmascara a Gorgias y a su discípulo Polo haciendo reconocer a ambos que sus doctrinas desembocan en el hedonismo individualista y en el gusto por el poder, y, sobre todo, son el embrión (especialmente el maestro Gorgias) de la defensa del inmoralismo y de la tesis del derecho del más fuerte, defendidos sin pudor por otro discípulo como es Calicles. La conclusión final del diálogo es clara: hay que escoger, precisa Platón, entre Calicles, que representa claramente la brutalidad y el inmoralismo, o, Sócrates, que predica un cambio total en el comportamiento del hombre griego al colocar todos los valores en el interior del alma y no en el éxito externo. En relación con esta cuestión es interesante leer el texto en donde , Sócrates, trata con Polo si es mejor cometer injusticia que sufrirla y castigar mejor que ser castigado. El Gorgias, además, hay que situarlo también en el contexto de los tiempos de la 2ª sofística y de las guerras del Peloponeso (y no porque haya sido escrito en esa época, que no lo fue) y así se podrá entender mejor porque Platón reduce toda la oposición al pensamiento de Sócrates al inmoralismo de de Calicles. Con el Gorgias, Platón, quería realmente mostrar en donde había desembocado la evolución histórica de los ideales del hombre y de la sociedad atenienses y hacer ver claro lo necesario que era una reforma profunda y en toda regla. De todos modos, es conveniente destacar en el diálogo el pesimismo platónico de que tal reforma fuera posible. Sócrates no muestra ninguna esperanza en que sus ideales triunfen. Ante ello, a Platón lo que le interesa destacar es lo diferente que es la mentalidad socrática de la imperante en la Atenas .de su época y dejar claramente planteada la necesidad de una reforma. Acerca del como, de la misma, nada se dice, de modo concreto, en este díálogo; únicamente queda establecido que las ideas de Sócrates deben de ser la base o sostén de las mismas.
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En la REPUBLICA, Platón, muestra, de un modo más claro, sus ideas y sus objetivos para una ciudad reformada. Lo primero que habría que eliminar, siguiendo a Sócrates, serían los elementos egoístas del alma humana estableciendo un equilibrio interno que afecte tanto al individuo como a las clases o estamentos sociales. La importancia que Platón da a la necesidad de eliminar los impulsos egoístas, causantes de la desintegración social, puede verse leyendo los libros VII, IX y X de la República.
En tales libros, Platón, realiza una critica de las constituciones políticas existentes en su época (timocracia, oligarquía, democracia y tiranía). En tal crítica destaca siempre la existencia de una clase social que impera sobre las demás y, siempre, por fines de tipo egoísta, por un lado, y, por otro, la existencia de un tipo humano individual egoísta que representa a esa clase y que busca por encima de todo, o bien honores (timocracia); o bien riquezas (oligarquía); o bien, libertinaje y placeres (democracia); o bien, abuso de poder (tiranía) .Es curioso notar como en todas estas formas de gobierno, aparecen presentes todos los valores tradicionales que los griegos consideraban como positivos (honor, riqueza, éxito, libertad, etc) o como negativos (abuso de poder, placeres. etc) Lo que sucede es que Platón ya no considera como positivo a ninguno de ellos. Y es que su crítica implica, como ya hemos señalado, la necesidad de una reforma radical de tales valores y de un nuevo modo de entender la política. Ahora bien, lo que Platón deja también muy claro, en estos libros de la República, es que la Reforma que el propugna para la sociedad griega no puede surgir por evolución histórica. Con otras palabras, Platón propone empezar de nuevo y mirar lo menos posible al pasado histórico griego, con el objeto de buscar recetas que ayuden a superar la crisis en la que Atenas se encontraba. En este sentido, no se puede olvidar que Platón presenta las diferentes formas de gobierno, señaladas anteriormente, como una degeneración y retroceso más que un avance. Platón piensa que la evolución histórica griega implica decadencia: de cada constitución o forma de gobierno sale lógicamente otro aún peor. Y es que, según Platón,"todo lo que nace, perece". No es de extrañar, por tanto, que las constituciones que han nacido de las manos de los hombres, tengan necesariamente que perecer. Pues bien, en este contexto, no es difícil de entender porque Platón intenta situar la base última de la vida de la Polis no en el ámbito del devenir, de lo cambiante, es decir, del mundo en que vivimos, sino en el terreno de lo ideal, de lo puro e inmóvil. Por todo ello, propondrá la existencia de un tipo de constitución o forma. de gobierno que se asiente en principios inmóviles y absolutos no sometidos a la evolución o el cambio histórico. En este sentido, no es de extrañar que Platón con sus reformas exija romper, en gran parte,.con todas las experiencias históricas de La sociedad griega y plantee un empezar de nuevo, sobre las bases de la ideología socrática.
Para llevar a cabo tales reformas, Platón, propone también datos y fórmulas que permitan llevar a cabo cabo las mismas. Como, según él de lo que se trata fundamentalmente es de modificar las condiciones que permiten la existencia de los impulsos egoístas y frenar con ello la desintegración social, Platón, propone, fundamentalmente, dos remedios: a) uno relativo a la organización social y económica. b) otro relativo a la educación.
A) Por lo que se refiere a la ORGANIZACIÓN SOCIAL Y ECONÓMICA, Platón, en la República divide la población en dos clases: una dirigente y otra dirigida. Al mismo tiempo, señala que el principio de la especialización es quién debería de regir toda la organización de la sociedad, rechazando de pleno el mal entendido igualitarismo democrático. Cada clase social debe cumplir su cometido y en eso consiste precisamente la Justicia. A su vez, los gobernantes no deben basar su areté en los valores tradicionales (honor, riquezas, éxito, fama, etc) sino en el conocimiento y en la investigación de lo que las cosas realmente son.
Por lo tanto, el cultivo de la naturaleza racional, ideal socrático, se presenta por Platón como la representación más clara de la areté política. Por lo que se refiere a la ORGANIZACIÓN ECONÓMICA, Platón, propone, para su Estado ideal, y, como medio de superar los males de la oligarquía o de la democracia, una mayor simplicidad social con una base económica débil, con el objeto de evitar los lujos y los excesos. En el Gorgias, por ejemplo, afirma que la política de los grandes, como Temístocles o Pericles, convirtieron realmente a los atenienses en viciosos y vagos. Por todo ello, la reforma de Platón va enfocada a cortar de raíz los abusos derivados del exceso en las riquezas. Además, en Las Leyes afirma que es un inconveniente para las ciudades el que estén situadas junto al mar, pues ello ello lleva consigo el tráfico comercial y las riquezas lo que crea malos hábitos en las gentes que que se enriquecen. Por todo ello, Platón, propugna volver a una economía de base esencialmente agraria, prohibiendo el comercio entre los ciudadanos. Esta añoranza por un Estado primitivo revela hasta que punto era grande el pesimismo de Platón acerca de la evolución histórica experimentada por Atenas.
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B) Por lo que se refiere a la importancia de la EDUCACION o paideia, Platón piensa que sin su presencia, todo intento de reforma está condenado al fracaso. En la República puede verse hasta que punto la educación es fundamental para la formación de los gobernantes, con el objetivo de eliminar la improvisación, la ignorancia y la idea de que todos pueden opinar cuando de asuntos referentes a la marcha de la ciudad se refiere. Platón propone en la República, y por primera vez en la historia del pensamiento humano, un plan concreto de educación en un intento de introducir la racionalidad y el saber riguroso en el ámbito de los llamados a gobernar. Tal plan educativo es muy amplio y abarca no solamente el estudio y dominio de las ciencias y de la filosofía sino también aspectos de carácter práctico, como la vida en común, la renuncia a las riquezas, por parte de los escogidos, y la obligación de vivir de las entregas de alimentos por parte de los campesinos. Llega a proponer también la vida en común de las mujeres de los escogidos para gobernar para destruir así el egoísmo de las familias nucleares. El miedo de Platón a los egoísmos y los peligros de la riqueza le llevan a plantear en sus reformas la existencia de un Estado socializador de matiz continuista. De todos modos, su "comunismo" no iría dirigido tanto a lograr el bienestar de la mayoría como a interpretarlo como un medio para mantener la moralidad y el control de los menos, es decir, de los regentes filósofos. Por ello, su comunismo tiene más de carácter monacal que de sistema socialista o comunista. Y es que lo que Platón pretende esencialmente con sus reformas es el ideal socrático de perfeccionamiento racional y moral del ser humano.
Ahora bien, la importancia del saber y de la educación en la reforma política de Platón no significa que abandone totalmente los aspectos de tipo PRACTICO. En la República nos muestra claramente que es obligación del regente-filósofo, que ha llegado al conocimiento y la sabiduría plenas, el descender de nuevo a la caverna e ilustrar y ayudar a los demás miembros de la ciudad. Por su lado, en la Carta VII nos habla de su miedo a ser calificado como un "mero logos" y por ello, afirma, decide embarcarse en la peligrosa empresa de convertir a la filosofía al tirano Dionisio de Siracusa. Es cierto que esta idea platónica de unir acción000(práctica) y saber (teoría) no es una novedad. Podemos verla presente, tanto en los inicios de la democracia ateniense, (pensar en las figuras de Solón o Arístides) como en su momento de mayor esplendor (pensar en Pericles o la primera sofística): allí se defendía el principio de lograr el mayor éxito para la Polis mediante el uso de planteamientos basados en el saber y la razón. Platón no niega esta evidencia. Lo que critica es lo siguiente (y de ahi que su defensa de la unión de teoría y práctica no coincida con épocas anteriores):en los tiempos de la democracia de Pericles y la lª sofistica, aunque se intentara que la práctica estuviera dirigida por la razón, después, en la realidad de la acción, además de pensar que toda actuación era relativa y meramente verosímil, intervenían en la toma de decisión hombres diferentes y caracteres diversos: la asamblea, los oradores, los magistrados, etc. Pues bien, Platón, veía en toda esta multiplicidad una gran pérdida de eficacia y pide, por ello, en su reforma, un gobierno directo que no dependa de ninguna Asamblea ni tenga que persuadir a las gentes a través del uso de la oratoria. Tal gobierno directo estaría encarnado por un grupo reducido de hombres seleccionados por su virtud y por su saber y ellos serían los encargados de enseñarlo e imponerlo a los demás. Platón llama a este grupo como los aristoi (los mejores) y, en este sentido, podría decirse que defiende la existencia de un gobierno aristocrático, que, por otro lado, no habría que confundir, como ya hemos señalado, con la aristocracia agonal de tiempos de Homero. Platón acusa al sistema oligárquico y al sistema democrático de atentar contra el principio de la especialización, estableciendo, con ello, un foso entre dirigentes y dirigidos bajo el espejismo de que todos somos iguales, cuando tal igualdad no es real sino ficticia. Para superar este espejismo de la igualdad entre todos propone, por ejemplo, en las Leyes, prohibir el trabajo manual a los dirigentes y no permitir a los dirigidos el intervenir directamente en los asuntos de gobierno. Plantea, incluso, el prohibir pasar mediante el matrimonio de una clase social a otra. La crítica a las contradicciones que de esta postura platónica se derivan, son evidentes. Y ello no solamente porque con tales ideas rompe con el ideal de la unidad de la naturaleza humana, presente en Grecia desde Hesiodo; sino también desde un punto de vista lógico y racional: y es que si se parte del principio de que existe un grupo de seres humanos que están incapacitados, por naturaleza, para alcanzar el saber y la virtud plenas, ya que éstas únicamente pertenecen al grupo de los aristoi: ¿por qué preocuparse de que retornen a la caverna a humanizar a quienes se declara a priori que son incapaces de tal humanización?.
La desconfianza en el hombre y en su evolución histórica explican, en gran parte, la postura de Platón que le lleva a defender la idea de que la Verdad no es alcanzable por cualquier tipo de mente sino únicamente por la de aquellos mejor dotados intelectualmente. En esta creencia, no es de extrañar que rechace de plano que la verdad pueda descubrirse, por ejemplo, en las discusiones de la Asamblea ateniense, en donde todos intervienen, en donde todos opinan sin un conocimiento real sobre lo tratado. Es necesario, piensa Platón, una selección de los mejores, una organización de los mismos al modo de los clubs o heterías aristocráticas de triste recuerdo, por otro lado, en la historia de Atenas, en donde se compartan las comidas y la vida en común, con una vida ascética dedicada fundamentalmente al estudio y el perfeccionamiento moral. Ellos, y únicamente ellos, son los llamados a regir los destinos de su República ideal. Los otros miembros de la ciudad se limitarían a ejercer lo mejor posible, aquellas aptitudes para las que fueron naturalmente dotados, dejándose, en todo momento, gobernar. Con sus reformas, Platón, pretende superar el peligro derivado del libre juego de las apetencias individuales y de clase. El medio de superación exige la existencia de un nuevo tipo de hombre y de ciudadano que se dedique, ante todo, al cultivo de su capacidad intelectual y moral. Es esta, sin duda, una idea claramente positiva en el pensamiento de Platón y, como tal sigue teniendo vigencia en la actualidad. Como contrapartida, sin embargo, la puesta en práctica de este ideal significa que Platón tiene que exigir la creación de un Estado con clases de naturaleza diferente. Un Estado, en donde la Justicia consistiría, precisamente, en la subordinación armónica de lo concupiscible y lo afectivo a la parte racional tanto en el terreno individual como en el terreno colectivo, en la subordinación de los artesanos y de los guerreros a los regentes-filósofos. Esta es la solución práctica que Platón intuye como medio de frenar lo que considera son las tendencias naturales al egoísmo por parte de la raza humana. Se trata de eliminar del juego político todo lo que sea apetencia o búsqueda de ventajas materiales; únicamente cuenta el puro intelectualismo moral. Ahora, en este contexto, la Verdad ya no es, como en tiempos de Pericles o la lª sofística, algo meramente verosímil y presente, como tal, en los discursos antilógicos, sino algo que existe en si misma y por sí misma como algo absoluto y que, como tal puede descubrirse a través de la investigación dialéctica y racional. Lo que sucede es que, al reducir a un pequeño grupo la posibilidad de descubrir tal Verdad, Platón está mostrando de hecho un cierto desprecio al género humano en general. Además, como ya hemos señalado, Platón no acude solamente a la persuasión como medio de hacer efectivas sus reformas sino que también es partidario del uso de la violencia y del engaño. En la Republica defiende el uso de lo que él denomina el engaño justo (en el acoplamiento sexual de los guardianes para la perpetuación de la pureza de la raza).En las Leyes también defiende el engaño para lograr que salgan elegidos los que considera mejores ciudadanos. Del mismo modo, defiende el uso de la censura. Así, en la Republica, propone censurar multitud de paisajes de los poetas tradicionales.

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CONCLUSIONES GENERALES AL PENSAMIENTO DE Platón: Hemos visto como todo el pensamiento griego acerca del hombre y de la sociedad parten, en sus orígenes, del uso de una normativa estricta y agonal, salpicada con una clara fundamentación de carácter religioso. La posterior evolución qué culmina en la Democracia de Atenas, significa una liberación progresiva de las estrictas normas tradicionales y religiosas hacia planteamientos más laicos y racionales, como sucede con la sofística, lo que no implica la total desaparición de lo tradicional, como hemos visto en Heródoto y Sófocles. Las guerras del Peloponeso y la evolución de la sofística conducirán a la sociedad griega a una progresiva desintegración entre lo individual y lo colectivo, al surgimiento del relativismo y del inmoralismo. Pues bien, en relación a este último contexto es donde hemos situado tanto el pensamiento de Sócrates como de Platón. Tanto uno como otro intentarán invertir el rumbo seguido por el pueblo griego, a partir de las guerras del Peloponeso: perciben el grave problema del egoísmo individualista y del relativismo así como el peligro que implica la separación existente entre conducta individual y colectiva, valoración exclusiva de los aspectos externos, etc. Ante todo ello, creen resolver el problema reduciendo el hombre a interioridad pura. Pero lo que sucede es que, en tal empeño, Platón, irá en sus planteamientos más allá que el mismo Sócrates ya que propugnará medidas prácticas y concretas para evitar y eliminar todos aquellos aspectos que contribuyen a la disgregación social.
El resultado será, como hemos visto, el promover un tipo de Estado y de Sociedad reformados que tengan una fundamentación en lo Absoluto y con una división en clases de ciudadanos de naturaleza diferente. En definitiva, intenta promover el tipo de sociedad contra la que había luchado la democracia ateniense, ya que en su intento de superar el egoísmo el individualismo hedonista se encuentra con que tiene que introducir en el sistema el dominio de una clase sobre otra al margen de la igualdad natural, defendida en la época de Pericles. Hemos visto también que el pensamiento de Platón no significa, a pesar de estas ideas descritas, una vuelta a los ideales agónicos: la importancia que Platón da a los aspectos de carácter intelectual y a la educación y el aprendizaje, hacen imposible comparar los dos sistemas. De todos modos, la filosofía social y política de Platón es un avance pero también un retroceso. Su parte valiosa hay que situarla en su intento de hacer frente a la situación en la que Atenas había desembocado tras las guerras del Peloponeso; la parte negativa le llevará, sin embargo, a despreciar todo aquello que signifique felicidad material en una sublimación utópica de los aspectos internos y de intención. Es también negativo su profundo pesimismo en las posibilidades del hombre en general así como de su evolución histórica; ello le llevará, como también hemos visto, a confiar únicamente en un grupo minoritario que destaque por su intelectualismo y moralidad. La cuestión es, por otro lado, que las reformas de Platón no se llevaron nunca a la práctica, si se exceptúan los fracasados intentos por convertir a sus ideas a Dionisio de Siracusa. De todos modos, la República es una obra esencial en la historia del pensamiento y contiene elementos sueltos que son susceptibles de aplicación tanto teórica como práctica, aunque lo cierto es que la aplicación práctica del pensamiento político de Platón, en su TOTALIDAD, todos están de acuerdo en señalar que pertenece realmente al ámbito de la UTOPIA.

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